Enfrenta sólo a candidatos de su partido; no hay oposición
Triunfa Berdimujammedov en la elección presidencial de Turkmenistán
Ampliar la imagen Gurbanguli Berdimujammedov, nuevo presidente de Turkmenistán, en imagen de diciembre de 2006 Foto: Ap
Moscú, 12 de febrero. Con ciertos visos de democracia como es la celebración de elecciones con seis candidatos (todos del mismo partido en el gobierno, pues las figuras de la oposición están muertas, en prisión o en el exilio), se cumplió el domingo pasado el trámite sucesorio en la república centroasiática de Turkmenistán, importante por su privilegiada ubicación estratégica y sus inmensas reservas de gas natural.
Desde antes, y ahora con mayor razón, todas las miradas están puestas en el nuevo líder de esta antigua república soviética, Gurbanguli Berdimujammedov, quien hereda de Saparmurat Niyazov, fallecido el 21 de diciembre pasado, la autocrática facultad de disponer de un billón 400 mil millones de metros cúbicos de gas natural de reservas probadas y de una riqueza potencial que, según el gobierno turkmeno, alcanza los 12 billones de metros cúbicos, dato que no se ha permitido verificar a ningún experto extranjero.
La repentina muerte de Niyazov, quien durante 21 años gobernó con represión desmedida y un grotesco culto a su personalidad como Turkmenbashi (Padre de todos los turkmenos) y presidente vitalicio, entre otros de sus títulos, difícilmente altere en el corto plazo la proclamada neutralidad de Turkmenistán, que en tiempos del también llamado Serdar o caudillo no quiso alinearse abiertamente con ninguna superpotencia.
Por un capricho de la planeación soviética y por conveniencia hasta hace unos años, para exportar el gas natural, su principal fuente de ingresos, Turkmenistán depende de los gasoductos de Rusia y necesitaría, entre dos y tres años como mínimo, para poder construir una vía alternativa de transporte.
Esa marcada dependencia dejó de ser atractiva para Turkmenistán, todavía en vida de Niyazov, cuando Rusia convirtió el gas natural en arma política y, de hecho, relegó al país centroasiático al papel de suministrador de materia prima barata que Gazprom, el monopolio ruso del gas, revendía luego mucho más cara a sus clientes en Europa y en la antigua Unión Soviética, como es el notorio caso de Ucrania.
De ahí la firma, en abril del año pasado, de un acuerdo para construir un gasoducto, a través de Uzbekistán y Kazajstán, para suministrar gas a China durante 30 años a partir de 2009.
En la misma política de diversificación se inscribe el proyecto de tender el denominado "gasoducto afgano", que llevaría el gas turkmeno hasta el Océano Indico, atravesando mil 460 kilómetros de suelo de Afganistán y Pakistán.
Aún no es claro con qué país buscará el nuevo gobernante turkmeno una relación más estrecha, habida cuenta de las presiones que ejercen Rusia, Estados Unidos y China para involucrarse más en el manejo del gas natural de la región.
A juzgar por el primer gesto de Berdimujammedov, China empezó con ventaja al permitirse la entrada de periodistas chinos junto con enviados de Turquía e Irán exclusivamente para cubrir las elecciones presidenciales, negando la visa a periodistas del resto de mundo, rusos y estadunidenses en primer término.
Tampoco se permitió la presencia de observadores de organismos internacionales y, para la historia, queda sólo la versión de las autoridades turkmenas, las cuales aseguran que los comicios derivaron en "una verdadera fiesta del pueblo" con una participación "de cerca de 98.65 por ciento del padrón".