La costumbre de tenerlos en casa alienta el mercado clandestino de la especie
El tráfico ilegal de loros amenaza su extinción; en riesgo, 11 variedades
Cada año son separados de la vida silvestre entre 65 mil y 78 mil ejemplares
La costumbre de tener un loro en las casas ha generado un tráfico ilegal de esta especie que lleva a que mueran ocho de cada 10 ejemplares capturados en la vida silvestre, y que en los últimos años las variedades en riesgo de extinción hayan pasado de seis a once, la mitad de las registradas en el país.
El mercado de los loros, autorizado por las autoridades ambientales, ha llevado a incentivar el mercado ilegal, y en este caso es falso que el comercio legal inhiba la actividad clandestina, señaló en conferencia de prensa María Elena Sánchez, de la organización Teyeliz.
Cada año se extraen de la vida silvestre entre 65 mil y 78 mil ejemplares, de los cuales mueren en el proceso 77 por ciento, y el resto termina enjaulado en alguna casa, donde sirven de divertimento a las familias por su capacidad para hablar, siendo la mayoría para el mercado mexicano. Los pericos son aves imitadoras, carismáticas, que presuntamente hablan por imitación, tienen una mayor capacidad de relacionarse con la gente, y su lengua puede dar forma al aire y diferenciar sonidos, como el hombre.
De mantenerse la explotación actual de esta especie, se prevé que en los próximos 10 o 15 años desaparezcan las variedades más comunes, entre ellas el periquito frente naranja, la cotorra frente blanca o cucha, el periquito catarina, el periquito quila y el cachete amarillo o guayabero, explicó por su parte Juan Carlos Cantú, de Defenders of Wildlife.
En la presentación de un trabajo que llevó dos años a las organizaciones, sustentado en entrevistas con las uniones de capturadores y el primero que logra documentar un mercado ilícito, se informó que el tráfico ilegal es la mayor amenaza que enfrentan los loros, y las cantidades que se extraen cada año sin control acabará con varias especies en poco tiempo, por lo que se requieren cambios en la normatividad, la política ambiental y las costumbres de la gente, para detener la depredación de esta especie.
De las 22 especies que existen en el país, hay seis variedades que son endémicas, sólo aquí se encuentran, y en la actualización de la norma 059, que incluye el listado de especies en riesgo de extinción o bajo protección especial, la cifra de especies de loros factibles de desaparecer aumentó, pasando de seis a once.
Esta situación, dijo Sánchez, demuestra la falla en la política de conservación del gobierno federal y las cifras podrían ser mayores, ya que hay gente que captura las aves por temporadas, no están integrados a ninguna organización y aunado a ello esta actividad se hace irresponsablemente, ya que no se cuidan los huevos de las aves ni sus nidos.
Sumado a ello la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) sólo decomisa 2 por ciento de la cantidad de aves que son saqueadas cada año, un promedio de mil 331 al año, durante la última década. Además, la dirección general de Vida Silvestre no lleva ningún registro de los permisos de captura ni existe información confiable sobre las tasas de explotación autorizadas, agregó.
Explicó que para los años previos a 2000 no hay datos de cuántos pericos fueron autorizados para ser capturados y no se llevaron reportes de las poblaciones de esta especie: "no hay forma de asegurar que los permisos aseguran un aprovechamiento sustentable, ya que la tasa de mortalidad es alta".
Cantú dijo que la caza de estas aves ocurre desde 1956, lo cual llevó a que varias especies prácticamente hayan sido exterminadas por la sobrexplotación y el tráfico ilegal, "lo cual demuestra que la política de manejar a las poblaciones silvestres por medio del aprovechamiento extractivo no funciona y no hay forma de controlarlo".