Sicoanálisis y tiempo
Freud va, por una serie de contribuciones repartidas durante varios años en diversos trabajos, a formular hipótesis de índole especulativa sin precedente. La primera desarrollada en el caso de El hombre de los lobos, es la de las fantasías originales constituidas en esquemas filogenéticos que juegan, para la teoría sicoanalítica, el papel de categorías filosóficas.
Del famoso sueño de los lobos, Freud señala las cinco de la tarde como la hora aproximada del coito parental, de allí los cinco lobos, pero en realidad de este ''árbol con lobos'' lo que se desprende es todo el asunto de la genealogía, que ostenta un orden de sucesión.
Sucesión y genealogía que prohíben la locura y el delirio en la transmisión transgeneracional. El delirio anula los derechos de sucesión. El orden es implacable en cuanto al pago del adeudo por el lugar otorgado.
La trayectoria de Freud comenzó en la primeras elaboraciones del fuera de tiempo en el Proyecto (1895) en el lindero de su descubrimiento, y se terminará con el concepto de verdad histórica, a propósito del asesinato del padre aplicado en el caso de Moisés, en 1938.
La idea de una organización programática nunca fue admitida para la organización síquica. En ausencia de transmisión de los caracteres adquiridos la cultura era la que se tenía que transmitir a cada generación por los medios que le son propios. Pero si se concibe el cumplimiento hacia el que tenderíamos siguiendo el principio de una estructura organizada del deseo humano, y no simplemente según el modelo de desarrollo madurativo, entonces, la teoría -aparentemente infundada- de los fantasmas originarios encuentra una cierta justificación en la medida donde jugaría el papel de los organizadores hipotéticos del siquismo. Así, que estos fantasmas estén inscritos de alguna manera en un patrimonio genético, o que la cultura haya operado su selección, variable en cada contexto para la transmisión de generación en generación, o de lo que condicionaría su expresión importa poco en cuanto al fondo. Lo que hay que retener es la función y el papel teóricos (llaves significantes), como Lacan las llamaba, alrededor de las que los fantasmas que aparecen en el curso del desarrollo, a diferencia de los serían originarios, van a proliferar, singularmente, caso por caso.
La sique es impresionante y moldeable, las demandas investidas corporalmente, imperiosas y de difícil desciframiento, de tal suerte que tenemos dificultad en saber cómo se inscriben las huellas de la experiencia y aún menos, cómo la conciencia las captará ulteriormente. En un primer tiempo algo ocurre oscuramente presentido, pero, ¿a qué se parece?, ¿qué surge y marca de su impregnación a la sique? Esta matriz mal identificada será despertada más tarde por un acontecimiento más o menos accidental -pero no contingente- que dará esta vez una más amplia comprensión, un sentido con valor agregado, a lo que fue recibido bajo la forma de una impregnación investida de una cierta potencialidad significativa, sin que se puedan precisar ni la fuerza de ésta ni la imagen que habrá impreso en la sique ni su intención concebida con claridad ni, sobre todo, cuándo y cómo va a volver a la superficie y mediante cuáles nexos.
Resulta, por tanto, difícil poder saber lo que la primera huella ''quería decir''. Extraña expresión que atribuye al decir un ''querer significar'' que no se aprehende más que bajo la forma de un ''resto'' que perdura, bajo una forma mal comunicable cuando se trató de decir con palabras. Así, pues, aquí también dos lugares, dos épocas, dos procesos.
El consciente y el inconsciente, el pasado y el presente, el antes y el después (fuera de tiempo).