Las fuentes alternas de energía
Los altos precios del petróleo han determinado en la actualidad que los grandes consumidores importadores de combustibles fósiles volteen a buscar otras fuentes de energía, llamadas alternativas, y también se quiere que sean preferentemente de carácter renovable. Estados Unidos es el gran consumidor: llega casi a los 20 millones de barriles por día, de los cuales se ha visto obligado a importar de diversas fuentes la mitad de lo que consume, esto es, aproximadamente 10 millones de barriles diarios que provienen de varias partes del mundo, de México, entre otras, y de Medio Oriente y Canadá muy principalmente, aunque Venezuela es también un abastecedor importante de ese país.
Otro factor que ha influido en que aumente el interés generalizado en todo el mundo, además del de los altos precios del petróleo y del gas por ahora, es el hecho de que las reservas probadas totales de Estados Unidos han venido bajando consistentemente a partir de los años 70, cuando contabilizaron las de Alaska en su vertiente norte en la Bahía de Prudhoe, después de haber construido el gran oleoducto -48 pulgadas de diámetro y unos mil 400 kilómetros de largo- desde aquí hasta Puerto Valdez, a través de terrenos muy difíciles para construir, y con muy bajas temperaturas, respetando además las exigencias de las organizaciones conservacionistas de ese territorio, así es que era indispensable construirlo, y así se hizo, para poder llevarlo a Puerto Valdez y de allí distribuirlo a Canadá y la costa occidental de Estados Unidos.
En 1970 llegaron a ser 35 mil millones de barriles, el máximo histórico que Estados Unidos ha tenido, ocupando el sexto lugar mundial en cuanto a reservas probadas del petróleo crudo se refiere, en las que Arabia Saudita tenía entonces el primer lugar con 165 mil millones de barriles; la URSS ocupaba el segundo lugar, con 83 mil millones; Kuwait, el tercero, con 72 mil millones; Irán, el cuarto lugar con 66 mil millones, e Irak estaba en quinto sitio, con 35 mil millones de barriles.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) cuenta actualmente en su conjunto con 900 mil millones de barriles de reservas probadas, que es 78.4 por ciento de las reservas totales mundiales de petróleo crudo, entre los que Arabia Saudita tiene el primer lugar, con 264 mil millones de barriles.
Por otra parte, no se puede pasar por alto que una fuerte elevación de la demanda de energía eléctrica traerá como consecuencia una gran presión sobre la producción de gas natural principalmente, aunque también, por lo menos hasta el año 2030, el petróleo seguirá siendo muy probablemente la principal fuente de energía.
Ante este panorama se hace sumamente importante que México pudiera desarrollar e impulsar la utilización de fuentes alternas de energía renovables para aliviar de esta manera la presión sobre la producción de gas y de petróleo, debido a la declinación de las fuentes actuales de este combustible fósil, y al panorama que se ve confuso para poder, por ejemplo, explotar los fondos marinos en aguas profundas a corto plazo, así como para la refinación del gas asociado del sureste, por una parte, y por la otra el avance en firme para obtener y utilizar los yacimientos de gas seco de Burgos, terminando las obras que se llevan a cabo en la actualidad en estos yacimientos, ubicados en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila.
La demanda a escala mundial de electricidad se doblará de los años 2002 a 2030, y la mayor parte del crecimiento se dará en los países en desarrollo, y se explica también que la generación eléctrica contará con cerca de la mitad del consumo mundial de gas natural, y también habrá absorbido entonces más de 60 por ciento de las nuevas inversiones en abastecimiento de energía desde ahora, y hasta 2030.
En el mismo periodo la participación de la generación hidroeléctrica, según los análisis de las instituciones más confiables en la materia, seguramente declinará en términos relativos, aunque su uso se incrementará en términos absolutos y todas las demás fuentes renovables ganarán en participación relativa, de manera que éstas contarán con 19 por ciento de la generación mundial de energía en el año 2030.
La energía hidroeléctrica puede aumentar más en los países en desarrollo, donde su potencial es todavía alto; de cualquier manera esto se discute actualmente, pues resulta muy polémico el efecto ambiental y social de construir grandes presas, y estos eventos de alguna manera pueden afectar el desarrollo del futuro de la hidroelectricidad. Además su crecimiento en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) será limitado por la falta de sitios disponibles, y por las severas reglamentaciones y legislaciones ambientales; algunos países de la OCDE proporcionan incentivos para el desarrollo de pequeñas plantas hidroeléctricas.
Entre otras fuentes alternativas de energía por desarrollarse en el futuro próximo, está la que proviene del viento, que verá su mayor incremento y participación en el mercado. La energía eólica contabilizó cerca de 0.3 por ciento del abastecimiento global de electricidad en 2002, pero la cifra se espera que sea 10 veces más grande en 2030, a menos que surgiera una oposición ambiental a la utilización del viento en las granjas que pudiera disminuir o hacer más lento el paso de su desarrollo. La potencia del viento se proyecta que supere la biomasa, como el más grande recurso de la generación eléctrica renovable no hidro, para mediados de la siguiente década. Sin embargo, la generación eléctrica de biomasa triplicará sin duda la importancia entre ahora y el 2030. La potencia geotérmica crecerá a la misma tasa que la biomasa. La solar, la de las mareas y la energía de las olas harán una contribución más importante hacia el final del periodo considerado.