Antrobiótica
The meaning of house o el patio de mi casa
Ampliar la imagen A finales de los años 70, el pinchadiscos Frankie Knuckles llegó de Nueva York a Chicago, donde apadrinó al lado más subterráneo de la música disco como house. Arriba, comensales en un restaurante de comida mexicana en Chicago Foto: Ap
I
TENGO FRENTE A mí la revista donde hacia 1989 leí por primera vez el sustantivo "rave" y, creo, la palabra "house" modificada por "acid". Es una Spin, trae a Sid Vicious en la portada. La verdad es que así, de entrada, no pude entender qué carajos significaba acid house (bueno, tampoco rave). Los diccionarios no servían de nada.
II
EN EL CASO del Oxford, o sus investigadores no han hecho mucho esfuerzo o de plano algo anda mal. La primera cita que encuentran de house está en las notas del disco House sound of Chicago, que apareció en 1986. Dice así: "House is the mystifying music they call the key... House is meta-music, always referring outwards to other sounds, past and present". Habría que ir mucho más atrás en busca de los vestigios de esa palabra. Frankie Knuckles había puesto discos, intermitentemente, junto a su carnal Larry Levan, en un antro felicísimo: el Continental Baths de Nueva York, desde 1972. Cuando Levan se fue, Knuckles se quedó a cargo hasta que el local tronó en 1976. Alguien lo invitó a tocar en Chicago, en una bodega vuelta antro que se llamaba, precisamente, The Wharehouse. En marzo del 77, Knuckles puso los discos en la inauguración; también la semana siguiente; le gustó Chicago. Le ofrecieron quedarse con la chamba, inclusive, hacerse socio del local. Pensó: "Al carajo, me quedo cinco años. Si no la hago, me regreso a mi casa y ya". Pero antes de esos cinco años, Frankie Knuckles ya era famoso en Chicago, ya había rescatado el lado más mugriento, más cachondo y peligroso del disco, también su espíritu libertario, subterráneo, más cabronamente hedonista y pornográfico. Su antro, abierto de la noche del sábado a la tarde del domingo, con capacidad para 600, pero que juntaba a veces 2 mil (la mayoría gay, la mayoría negros; todos dispuestos al sudor, casi todos a mamar, casi todos a coger, casi todos a experimentar con químicos), le puso el nombre a esa música; él era el padrino y la música era house.
DURANTE MUCHO TIEMPO, escriben Bill Brewster y Frank Broughton, de Mixmag, "house" no se refería a un género, sino a una actitud: si una rola era house nunca la oirías en el radio; el antro preciso era house, y si tú ibas a ese antro eras house; si escuchabas a Loleatta Holloway eras house; si no, ni te me acerques. En 1980, a la tienda Imports Etc (una de las poquitas buenas de Chicago, entonces) caían güeyes, generalmente negros, generalmente putos,*a pedir esa música: viejas cantantes de soul, rediciones del mejor momento del disco y acaso del pre-disco. A los encargados se les ocurrió pegar etiquetas en esos discos; decían: "Wharehouse Music" y después, sencillamente, "House Music". Un día de 1981, Frankie Knuckles iba a ver a su ahijada, quien vivía en los alrededores de la ciudad, en el coche, con una amiga. Pasaron junto a un bar que tenía este letrero en la ventana: "We play house music". A Knuckles, que nunca había oído el término, le sorprendió y le dio risa: "¿Y eso?", le preguntó a su amiga. "Es música como la que tocas tú..." Ya no había vuelta en U, y, por suerte, nadie que quisiera darla. (¿En serio en serio, el Oxford no ha dado con una cita anterior a 1986 para house? ¿No hay por ahí un flyer, una invitación, un cartel, nada de nada?)
III
EN 1987 EL house en Chicago estaba en las últimas. El hip hop llegaba a la ciudad tardía, pero también homofóbicamente; los antros donde se podía coger con relativa tranquilidad iban vaciándose; la mafia de la ciudad empezó a comprar locales y a mover sus influencias para que cerraran y abrieran a su voluntad; había montones de discos chafísimas; Knuckles había pasado del Wharehouse al Power Plant al CODs, que no duró casi nada, y de ahí al Power House. Entonces Chicago prohibió los afters, y Frankie Knuckles mejor se regresó a Nueva York. Dos años después, un chavito en México lee la palabra "house" en una revista gringa y, como tantas otras veces, no entiende nada. Las tachas, las noches que duran varios días, los besos y los fajes con desconocidos en un éxtasis tembloroso, las alucinaciones sinestésicas que podía producir, digamos, una serie de palabras como I'm feeling so real, yes, yes, beautiful! en la noche de Acapulco, Mónica flaquísima y hermosa en traje de baño, Mauricio en un grito y yo en otro, o todos desnudos y orgiásticos, y la fractura de una pierna y la definitiva destrucción de la memoria y el reverso de Acapulco en una sobredosis (despierta a vomitar arena, no te me vayas a asfixiar), todas esas cosas, que yo no reconocía ni en "rave" ni en "house", en 1989 todavía están en el futuro.
* NOTA. HACE COMO dos años, alguien pasó una queja al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) porque escribí "putos" y "negros" en un texto sobre disco. "Sus prejuicios y su lamentable forma de expresión lo hacen detestable", me dijo ese alguien. Tal vez estaba en lo cierto, sobre todo en lo lamentable de mi forma de expresión. El fon de Conapred es 5262-1490.