Usted está aquí: domingo 4 de marzo de 2007 Política Italia: los "astutos" y los suicidas

Guillermo Almeyra

Italia: los "astutos" y los suicidas

Rifondazione Comunista es un partido sui generis fundado en 1991 y compuesto por ex miembros de diversas tendencias de las izquierdas (relativas) del extinto Partido Comunista Italiano, por ex integrantes de diversos grupos de la Nueva Izquierda que se oponía al PCI (al cual consideraba integrado en el sistema), por socialcristianos y comunistas católicos, por ex trotskistas y grupos trotskistas organizados. Todos ellos convivieron durante tres lustros dentro de un marco relativamente claro: era un partido internacionalista, antibelicista, apoyaba las revoluciones coloniales, se oponía al imperialismo (a cualquier imperialismo), sostenía que dirigir los movimientos sociales era mucho más importante que la lucha en las instituciones. Durante mucho tiempo condenó el estalinismo, pero últimamente se dio como programa el socialismo no violento y católico de Frei Betto y abandonó la idea misma de comunismo que figura sin embargo en su nombre. RC se opuso firmemente al envío de tropas a Irak y a Afganistán, y en su programa electoral expuso su compromiso de retirar dichas tropas y de expulsar de Italia las bases que Estados Unidos utilizó para sus aventuras en la ex Yugoslavia, en el Medio Oriente, contra Irak y, ahora, en la preparación de la guerra contra Irán. Sin embargo, contrariamente a lo que había hecho siempre, es decir, apoyar con plena independencia y sin compromisos previos a Prodi, ahora RC integra plenamente la mayoría y el gobierno del imperialismo italiano, y su secretario general durante 12 años, el ex luxemburguista Fausto Bertinotti, es nada menos que presidente de la Cámara de Diputados, o sea, el segundo en la línea de sucesión del presidente de la república.

RC, en su difícil historia, tuvo dos escisiones de derecha importantes: la de un grupo dirigido por su primer secretario general, que quiso ligarla a los ex comunistas transformados hoy en blairistas de derecha (PDS, cuyas figuras más conocidas son Piero Fassino y Massimo D' Alema) y que terminó en el PDS, y la de los viejos estalinistas dirigidos por su primer presidente, Armando Cossutta, que querían puestos en el primer gobierno de Prodi, un democristiano conservador con buenos lazos con el capital financiero italiano y europeo. Tuvo también dos miniescisiones de dos grupos ultra de origen trotskista, pero en la mayoría siguió funcionando, aunque cada vez con diferencias mayores, la principal tendencia trotskista, a la que pertenecen el ex senador Gigi Malbarba (que renunció exigiendo la no relección de los parlamentarios) y, ahora, el también senador Franco Turigliatto, ambos importantes activistas obreros. Esa situación difícilmente durará, sobre todo porque a millares los militantes desertan de un partido de "astutos" que quieren, desde el gobierno capitalista, hacerle hacer una política menos dañina, y de suicidas, que hunden y desmoralizan su base social.

Violando sus compromisos prelectorales y su programa de gobierno, la Unión, el bloque dirigido por Prodi, propuso mediante su ministro de Relaciones Exteriores, el ex comunista y hoy PDS D' Alema, la ampliación de la base estadunidense en Vicenza, en el norte, y mantener y financiar las tropas en Afganistán. Franco Turigliatto y otro senador de izquierda (Rossi) se negaron a votar contra sus ideas, su trayectoria y la de la izquierda revolucionaria, por la guerra y a favor del imperialismo. Senadores derechistas de siempre (el mafioso Andreotti, el patrón metalúrgico Pininfarina) votaron en cambio contra el gobierno que quería autorizar las uniones de hecho entre personas del mismo sexo, cosa que el Vaticano consideró abominable. Prodi cayó y la prensa y los mismos partidos de los dos izquierdistas principistas declaron que éstos le abrían el camino nuevamente al magnate Berlusconi. Ahora Prodi ha logrado un voto de confianza pero se encamina a la próxima crisis sea por el problema de la guerra, sea por sus ataques contra las jubilaciones y pensiones, sea por sus medidas económicas neoliberales, antisindicales. RC declaró que Turigliatto "se había puesto fuera del partido" y, por supuesto, aprovecha ahora para deslizarse más hacia la derecha, al conceder su apoyo "incondicional" (según su secretario general) al neoliberal Romano Prodi. Este, al buscar aliados por la derecha, prepara a su vez su separación de aquellos que, en RC o en los verdes o comunistas, no acepten el programa que le dictan al gobierno Bush y los capitalistas italianos y quiere hacer una política semejante a la de Berlusconi, pero más prolija y menos mafiosa.

Rifondazione, al cortar sus lazos con los movimientos, y en especial el pacifista, que son su base, queda colgado de un gobierno inestable y cada vez más derechista, que inevitablemente caerá, porque está perdiendo su base moral y política. Al echar a Turigliatto y a los compañeros de éste, la dirección de RC prepara por su parte su fusión con el PDS en una réplica del Partido Demócrata de Estados Unidos, y acepta entonces la línea Prodi-PDS para el próximo futuro. Es un suicidio en toda la regla, a cambio de unas miserables poltronas parlamentarias y ministeriales que nada durarán.

En México esto plantea una pregunta esencial: ¿tampoco hay que mirar hacia Italia, como no había que hacerlo hacia Bolivia? ¿Cuál es la diferencia, sino en peor por la aceptación de las bases gringas y las tropas en Afganistán, entre RC y el PRD mexicano tan execrado por la otra campaña? RC es uno de los puntos de apoyo político y financiero internacionales, acríticos por cierto, del EZLN y de la OC. ¿Pueden aceptarse por eso su prostitución y su suicidio, sin decir nada ni sacar conclusiones? ¿La Sexta Declaración de la Selva Lacandona no obliga a ser internacionalista y anticapitalista? ¿O eso no vale para Italia?

 
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