El tricolor si puede volver a ganar: Beatriz Paredes
Cambia el PRI, pero hay cosas que permanecen
Ampliar la imagen José Natividad González Parás, Ulises Ruiz Ortiz, Mario Marín Torres y Félix González Canto, ayer en el PRI Foto: Marco Peláez
Truenan las palmas de Beatriz Paredes Rangel en la espalda de Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, entidad donde ella obtuvo 460 votos sobre 29 de su más cercano contendiente. Gracias a Ulises y otros gobernadores, Paredes asumió ayer la presidencia nacional del PRI.
Y para abrir boca dice a los descreídos que el cambio del PRI no sólo es posible, sino que nos tomó desprevenidos. "Ya estamos cambiando al partido. En todos los procesos recientes de democratización del PRI, alguna aportación realicé."
Ahí, en el abrazo a Ulises Ruiz, se evidencia uno de los cambios. En 2002, en busca del mismo cargo que asume, Paredes fue avasallada por la fórmula de Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo. Uno de los artífices de esa derrota -que María de los Angeles Moreno, muy cercana a Paredes llamó obra de la "delincuencia organizada"- fue Ulises Ruiz.
Bueno, seguro es parte del cambio, de lo que Beatriz Paredes llama las "legítimas alianzas hacia el interior de nuestra enorme diversidad".
Cambia el PRI desde que los priístas ya no se definen en función de su "subordinación al poder público". Permanecen las porras, las cornetas, el acarreo, los letreros de los sectores que quieren hacerse notar, los tubos verdes, blancos y rojos para hacer ruido. Ataca la matraca, como siempre. Y sigue, si eso es el cambio, la búsqueda de una identidad en la orfandad sin el señor presidente, como desde hace siete años.
Orgullosa de su oratoria, siempre fiel a la retórica de su origen, Paredes hace un discurso largo y desarticulado, repleto de citas enormes y no exento de golpes a sus adversarios. "No utilizaré la dirigencia del partido para promociones personales. Estoy convencida de que la mejor actuación del presidente del PRI está ligada a abstenerse de la pretensión de alcanzar la candidatura presidencial".
Muchos madracistas acusan recibo y no aplauden. Otros, como Ulises Ruiz, agradecen las palmadas en la espalda.
Paredes sigue: "Soy política de convicciones, no de intereses. Soy mujer de causas, no de puestos". Ella, que ha sido diputada, senadora, gobernadora, subsecretaria, embajadora, que posee una hoja de vida político burocrática más densa que las arenas del mar. Qué tal si fuera mujer de puestos.
Una "cuarta etapa" sin rostro
Salvo la alusión a Roberto Madrazo, Paredes deja de lado las causas de la segunda derrota al hilo de su partido en la elección presidencial. Prefiere ir a las victorias locales y al futuro posible. Así, dice a los descreídos que el PRI sí puede volver a ganar, como lo demuestran Chihuahua, Nayarit, Nuevo León y sobre todo Tabasco. Esos estados son la prueba de que "el PRI es capaz de triunfar en las nuevas condiciones de la competencia electoral".
A los militantes de esos estados y a todos los provenientes de las entidades donde gobiernan otras fuerzas políticas dedica Paredes la primera parte de su pieza, una arenga a la maquinaria electoral, que subraya la ausencia de un diagnóstico de la hora del país o la toma de posición frente a los adversarios.
Luego, para convocar al arranque de la "cuarta etapa" del PRI, Paredes refiere las anteriores y cita con largueza a Jesús Reyes Heroles, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, Antonio Villalobos y, por supuesto, Luis Donaldo Colosio.
Resume las tres etapas del PRI. "El pueblo de México requiere un partido fuerte y vigoroso, comprometido con sus ideales, que le permita recuperar realizaciones y sueños, como lo requirió en 1929 la pacificación del país que logró el PNR; como lo requirió en 1938 la profundización de la justicia social que impulsó el PRM; como lo requirió en 1946 la consolidación de la vía institucional civil que es producto de la conducción del PRI".
Y ya. Ni el populismo ni la "negra noche del neoliberalismo" existieron en la historia del PRI. Y de la "cuarta etapa" Paredes da apenas pinceladas, como el "federalismo" sin "balcanización" del partido y el respeto a los sectores, quizá rememorando que los intentos recientes de reforma del PRI pasaron todos por el intento de guillotina al campesino, el obrero y el popular.
El Nobel y la disputa por la hegemonía
Paredes termina su discurso con una extensa cita de Octavio Paz, una porción del discurso que pronunció al recibir el Premio Nobel. Unos párrafos para dar y repartir, como lo muestra el que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardó -militante del derechista Partido Popular y casado con la hija de un ex ministro franquista-, los usó para sus tarjetas de felicitación la pasada Navidad.
Cita Paredes a Paz: "En mi peregrinación en busca de la modernidad me perdí y me encontré muchas veces. Volví a mi origen y descubrí que la modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo. Tiene mil años y acaba de nacer".
La modernidad, es de suponerse, pasa por olvidar entonces las rencillas coyunturales, los agravios de la "delincuencia organizada", está dentro del PRI y se muestra en los cambios que la mayoría de los electores, necia, no ha querido ver.
Como muchos no ven, dice Paredes, que detrás de la discusión sobre las reformas electorales está en realidad "la disputa para dirimir quiénes tendrán la hegemonía en nuestro país".
La disyuntiva que dibuja Paredes es quizá la parte sustancial de su discurso pero se pierde en medio de la retórica: "Un Estado mexicano democrático y moderno que estimule la participación libre del capital privado con responsabilidad económica y social o un gobierno administrador del asistencialismo y la represión sujeto a poderes fácticos de enormes proporciones". Habrá que ver de qué lado se pone el PRI de Beatriz Paredes.
"¡Sube, Pelayo, sube!"
"¡Con su presencia, con su fuerza, por el PRI del siglo xxi!", cierra la tlaxcalteca su discurso, y recorre el camino de vuelta a su silla en medio de una ovación y cencerros y matracas. Cambia el PRI. No hay vivas a México, ni al partido, ni al señor presidente.
Y Paredes al fin alcanza la presidencia de su partido, que tanto había acariciado, la culminación (si no se desdice en unos años y busca la candidatura presidencial) de una carrera partidista que la llevó a ser diputada a los 21 años y gobernadora a los 32. De una carrera política marcada siempre por la imagen de una priísta "reformadora y progresista" en los medios, en contraste con la militante disciplinada a la voz presidencial y autoritaria como gobernante, según afirman algunos que la trataron en Tlaxcala.
Ya se verá qué tonada toca esta mujer que, cuentan los enterados, agarra la guitarra y no la suelta hasta que derriba al último asistente a la velada. La vena artística le viene de familia, de su madre y de un tío, y de su padrastro, Luis Manuel Pelayo, quien hizo la voz de Kalimán en la radio, pero a quien se recuerda más por su programa de concursos ¡Sube, Pelayo, sube! ("denigrante", dice ahora Miguel Alemán Velasco, entonces ejecutivo de Televisa).
La buena relación que tuvo con su padrastro continuó con su hermano, Alejandro Pelayo Rangel, la persona que le es más cercana, dicen los enterados, y quien ha reconocido la influencia de Beatriz en su obra.
Paredes, poeta y compositora de canciones, es ya presidenta del PRI. Le resultó más difícil que alcanzar el premio en la cúspide del palo encebado, y quizá por ello disfruta el largo besamanos, con los suyos, como dice Ivonne Ortega, candidata priísta al gobierno de Yucatán, quien halla feliz la coincidencia de que en el 78 aniversario del PRI se celebre también el Día de la Familia.
La familia priísta hace fila para el abrazo, para la foto, para el prolongado besamanos. Durante cuatro días los priístas reconocieron que se alejaron de la gente y se reivindicaron una y otra vez como el partido de las causas populares. Lo hicieron en familia y en familia se van, incluso los hermanos económicamente más afortunados. Sólo por citar dos casos: se van Joaquín Gamboa Pascoe, el líder obrero amante de los trajes finos y los autos caros, y Carlos Hank Rhon, candidato al gobierno de Baja California, con su fortuna de 500 millones de dólares. En el estacionamiento trasero, reservado a los importantes, hay Mercedes Benz y Audis. Cambia el PRI, pero hay cosas que permanecen.