Crece en México la feminización del sida
Ana carga con un estigma llamado VIH/sida desde hace ocho años. Su delito es haberse casado con un hombre que murió con la enfermedad y ahora ella es portadora. Ana ha sido despedida y discriminada en los trabajos que ha logrado conseguir, "me ven como un bicho que va a infectarlos simplemente por tocarlos", asegura en entrevista.
Su dos hijos, "gracias a Dios", han dado negativo en todo sus análisis, pero esto no ha sido suficiente para que sean hostigados permanentemente en la escuela, por estar "contaminados" y en más de una ocasión padres de familia, maestros y, lo peor, funcionarios de educación en su estado, Chihuahua, se han coludido para expulsar al mayor de sus vástagos.
Con la ayuda de una institución benéfica, conocida como Fátima, que se dedica a apoyar a seropositivos, ha logrado evitar que sus hijos dejen de estudiar.
Ana decidió este Día Internacional de la Mujer hablar del terror que es vivir en una sociedad que la ha discriminado y la orilló a vivir una doble vida. Su testimonio lo dio en las oficinas del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Todo empezó en 1999 cuando la empresa Champion la despidió al saber que era portadora del virus inmunodeficiencia humana. Después entró a trabajar en una tortillería de su barrio, pero no duró ni un día, pues varios de sus vecinos informaron al dueño de que era portadora del virus y podía contagiar a sus clientes.
La feminización de la pandemia del sida es una realidad en México, pues ha aumentado a tal magnitud que en años recientes se han registrado más de 6 mil casos anuales, con tendencia a un crecimiento de más de 30 por ciento.