Usted está aquí: lunes 12 de marzo de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

La construcción del nuevo Tepito

Importante, incluir a su gente en planes y proyectos

Preservar siglos de tradición sin ideas globalizadas, reto

Tal vez el hecho más importante registrado en la operación policiaca que se efectuó en Tepito es el acuerdo logrado entre los habitantes del barrio, los comerciantes y las autoridades, que en general parecen empezar a caminar juntos en eso que bien a bien se debería calificar como "rescate".

Pero aquí algo falta, y ese algo podría ser la propuesta que en breve llevará a la Asamblea Legislativa el diputado Tomás Pliego, que quiere levantar un foro desde el cual la gente de Tepito, y sus comerciantes, propongan y analicen qué se puede hacer con el barrio, antes de que alguna mente extraña decida, desde algún sitio de la inmensa burocracia, crear un neotepito, y rompa con ello los siglos de tradición del barrio.

Tepito es, para decirlo rápido, parte del corazón de la ciudad. Goza de todos los servicios, su ubicación es una de las mejores si se piensa en la conflictiva de tránsito que impone la megalópolis -cuando menos un par de líneas del metro lo cruzan, y el Metro-bús lo tienen casi al lado-, pero no ha sido invadido, cuando menos no, hasta ahora, por los grandes desarrolladores, las franquicias, los centros comerciales. Tepito permanece imbatible para los modernizadores.

El costo ha sido grande porque amurallado por sus tradiciones, también sirve de refugio a malandrines de todas las calañas. Así, muchos tepiteños, como ya lo hemos dicho en este espacio, han terminado esclavizados por intereses lejanos a la bondad del barrio.

El crimen organizado, de esa manera, halló en la gente de Tepito a los mejores soldados, perfectamente bien adiestrados por el hambre, para formar sus ejércitos. Decenas de desempleados que antes sobrevivían por algún oficio aprendido desde niños, fueron desplazados, en el peor de los casos, hacia el ejercicio del robo, o la venta de drogas ilícitas.

Desde siempre, esta parte de la capital ha sido habitada por marginados. Primero los indígenas, a quienes llamaban burreros, que eran quienes transportaban los productos para el gran mercado de Tlatelolco, a quienes no permitían que siquiera pernoctaran allí, y los enviaban a Tepito; luego fueron los artesanos que si bien surtían al centro de la ciudad, no podían vivir en él, y después, todo lo ya sabido, los pobres se acurrucaron en el barrio.

Así, es inegable que Tepito tiene sistema de vida propio, sus propias leyes, sus propios códigos de comunicación, sus propias formas de justicia. Total, ¿a quién le importaba Tepito hace algunos años?, pero ahora la cosa es diferente, el barrio es uno de los bocados más preciados por quienes suponen que esa parte del DF, debe ser engullida por la modernidad.

Por eso es que resulta tan importante empezar a escuchar la voz de los tepiteños. Ellos seguramente tienen también la forma de regenerar su vida sin la necesidad de las grandes ideas -todas iguales, todas globalizadas- de los modernizadores.

Hasta ahora los planes y los proyectos para transformar al barrio han fracasado porque han sido impuestos desde alguna oficina gubernamental, o los han ideado los grandes comerciantes, sin tener en cuenta la voz del barrio, y las historia podría repetirse.

Tepito necesita regenerarse en su tejido social, eso es verdad, y también necesita de la ayuda del gobierno. No obstante para que las cosas sucedan con éxito, y de la mejor manera, se necesita también del respeto de las autoridades por las formas de convivencia sanas que aún hay en esta parte del centro de la ciudad.

Para la ciudad entera, entre quienes están las autoridades, sería una muy buena lección escuchar la voz de los verdaderos hombres y mujeres del barrio, ante de que allí suceda una atrocidad. Por eso, bienvenido el foro, ojalá y se efectúe.

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