Usted está aquí: lunes 12 de marzo de 2007 Capital Concesionaria de panteón echa a la calle a ancianos trabajadores

De ellos dependen 30 familias en extrema pobreza

Concesionaria de panteón echa a la calle a ancianos trabajadores

ROCIO GONZALEZ ALVARADO

Ampliar la imagen Doña Eulalia Acosta Lorenzo, de 75 años de edad, es una de las trabajadoras que laboran en el panteón Guadalupe Mixcoac, de la delegación Alvaro Obregón Foto: Francisco Olvera

Aun cuando fueron explotados toda su vida, sin salarios ni prestaciones sociales, adultos mayores que ofrecen sus servicios a cambio de propinas en el panteón Guadalupe Mixcoac, en la delegación Alvaro Obregón, fueron emplazados a abandonar su única fuente de ingresos por la empresa que tiene la concesión, al considerar que por su edad no son aptos para continuar desarrollando sus actividades, sin mediar ninguna indemnización.

Se trata de por lo menos 30 familias en extrema pobreza de la colonia Minas de Cristo, que por generaciones se han dedicado a realizar labores de limpieza y mantenimiento en el citado panteón sin remuneración alguna, a cambio de que se les permita ofrecer sus servicios a los dolientes.

Don Fernando Carpio Guzmán, de 75 años de edad, es uno de los trabajadores más antiguos del lugar y hasta hace unos años uno de los poco afortunados en contar con un contrato. Con la mirada opaca por los años, cuenta que se lastimó un brazo y entonces la empresa decidió liquidarlo. Por sus casi 50 años de servicio obtuvo 15 mil pesos y la oferta de continuar trabajando, pero esta vez, como el resto, sólo a cambio de propinas.

Desde que se enteró que por las nuevas políticas de la administración sólo podrá trabajar hasta abril, confiesa que casi no duerme ni come. "A esta edad ya no lo ocupan a uno en ninguna parte", suspira preocupado y señala que aunque ya está grande no se siente incapacitado. "Acarreo agua para limpiar las lápidas y los floreros. Hay días que a veces no nos cae nada, pero en otros sí nos llevamos nuestros centavos".

"Nadie tiene un horario, pero casi todos llegamos a las ocho y nos vamos a las cinco", explica doña Eulalia Acosta -también de 75 años-, quien lamenta que después de tanto años de trabajo "nos quieran sacar sin darnos nada". Lo peor, agrega, es que cuando no los dijeron nos humillaron. "Pero si usted ya no ve" o "usted está lisiado", se burlaron de nuestro estado físico.

La empresa tomó esta medida, según cuentan, porque en enero se murió un trabajador en el panteón. "Están preocupados porque no los hagan responsables, pero no por nuestra salud, incluso están obligando a nuestros familiares a firmar una carta en la que los hacen responsables de lo que nos ocurra de aquí a abril", manifiestan.

En un recorrido por el panteón, ubicado en la esquina de Girardón y Olivar, en la colonia Alfonso 13, se pudo observar que por lo menos tres generaciones de cada familia sobreviven de las labores en el panteón, lo que prácticamente se ha convertido en una tradición desde hace más de cinco décadas, cuando empujados por la pobreza comenzaron a prestar sus servicios.

"Entonces no había bardas, vivíamos en una casas de cartón, éramos jóvenes y nos pasamos a ponernos a las órdenes de los dolientes, que a quitar la hierbita, que a traer agua, y nos daban unos centavos. La administración nos pidió que colaboráramos en el mantenimiento, desde entonces a cada quien se nos asignó un área sin ninguna paga", recuerda doña Quintila Reyes, quien diario llega acompañada de dos de sus hijas y nietas.

Aún más, la administración que ha condicionado la labor de estas familias a cambio de trabajo gratuito, no sólo se quiere deshacerse de los adultos mayores, sino que a sus descendientes, lejos de extenderle un contrato pretende obligarlos a aportar una cuota mensual de siete pesos por fosa para cubrir gastos de consumo de agua y acarreo de basura.

Ante la indefensión laboral en la que se encuentran y la discriminación de que son objeto, la señora Lourdes Gachuz, representante de las familias afectadas, señala que acudirán a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) para solicitar asesoría, pues aunque se trata de un panteón privado, existe un comité de salubridad que debe hacerse responsable de la operación del mismo.

 
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