Juntos, un Bush débil y un Calderón que busca liderazgo
Reunión condescendiente con exigencias moderadas
Atrás quedaron los encuentros de ''dos vaqueros''
Mérida, Yuc., 13 de marzo. Lejos de los tiempos en que George W. Bush estaba en la cúspide de su popularidad, en esta visita se mostró condescendiente ante los planteamientos de su homólogo mexicano, Felipe Calderón, que no desaprovechó la ocasión para deslizar exigencias y hacer corresponsable a Estados Unidos en varios de los problemas que enfrentan ambos gobiernos.
Así convivieron un hombre que tiene los días contados en la Casa Blanca, y otro que lleva poco más de cien días de su gobierno. En la debilidad de uno y en la búsqueda de fuerza y liderazgo del otro, ambos fueron capaces de reunir esta noche a un grupo selecto de la clase política y empresarial de este país.
Atrás quedaron los encuentros de "dos vaqueros", encarnados en el guanajuatense Vicente Fox y el texano Bush, cuyas reuniones llegaron a parecer casi familiares. Hoy hubo una agenda apretada, con un trato cortés, pero sin traspasar la confianza. Perseguido por el rechazo que provocó su visita por América Latina, Bush llegó a esta entidad haciendo alarde de un aparatoso despliegue de seguridad.
A Bush, a Calderón y a su comitiva les hubiera bastado dar unos pasos para atravesar una vereda de tierra que separa la hacienda de Temozón de cientos de casas precarias y descubrir la pobreza. En la lujosa propiedad del banquero Roberto Hernández, el visitante aterrizó poco antes de las nueve de la noche en el helicóptero Marine One, que era custodiado por otros dos aparatos militares. Sólo pisó tierra cuando estuvo en terreno seguro, en los bellos jardines de este lugar. Y durante las cinco horas que permaneció en las reuniones bilaterales, tres helicópteros hacían sobrevuelos para proteger desde el aire al mandatario estadunidense.
En el trayecto de la carretera a la hacienda había por lo menos cinco retenes con elementos del Ejército Mexicano, la Policía Federal Preventiva y del servicio secreto estadunidense. Como complemento, en las bocacalles se podían encontrar patrullas y camiones antimotines. Así, resguardados de las protestas, los funcionarios estaban más preocupados por su incursión en los rituales de la diplomacia.
Paraíso colindante con la miseria
Vestidos de guayabera y pantalón esport, hacían una larga fila Agustín Carstens, Francisco Ramírez Acuña, Eduardo Sojo, Arturo Sarukhán y Maximiliano Cortázar; también presentes, la canciller Patricia Espinosa Cantellano y el resto de la comitiva mexicana esperaban impacientes el arribo de sus pares. No eran los únicos, porque Calderón inclusive salió unos minutos antes para recibir a Bush y debió retroceder porque el helicóptero aún no llegaba.
Pero en cuanto vieron aparecer a un sonriente Bush, con su esposa Laura, así como a los miembros de la comitiva estadunidense, en la que destacaban Condo-leezza Rice, Joshua Bolten, Tony Garza y su esposa, la empresaria mexicana María Asunción Aramburuzabala, todos se pusieron serios y comenzó el encuentro.
La primera sede dispone de hermosas habitaciones. Calderón durmió en la más costosa, llamada Del Patrón, que cuesta 630 dólares por noche. Pero apenas se traspasaba la entrada de la hacienda se podía encontrar niños descalzos afuera de sus hogares. Una era la pequeña Laisa Guadalupe, de ocho años, sostenida en brazos por su padre, debido a una enfermedad congénita. Ambos son muy pequeños y delgados.
''No bebo...''
De ahí, los dos mandatarios se trasladaron en helicóptero a la zona arqueológica de Uxmal. George W. Bush estaba de buen humor. Cuando posaba frente al Templo del Adivino, respondió en español preguntas de los reporteros.
-¿Qué tal la comida?
-Estoy lleno.
-¿Estaba picante? -planteó la prensa en torno al menú, que consistió de pescado en axiote, arroz y frijoles, y helado con queso como postre.
-Poquito.
-¿Hubo tequila?
-No bebo -señaló enfáticamente.
Así, los mandatarios acompañados por sus esposas -que llevaban sombreros-, iniciaron el recorrido por Uxmal.
En un fluido inglés, Calderón platicaba con Bush, mientras hacían el recorrido por el Cuadrángulo de las Monjas, el Juego de Pelota, los templos de los Gobernadores y de la Tortuga. Mientras tanto, la comitiva cotorreaba y se divertía tomándose fotos. Frente al Templo del Adivino, el procurador Eduardo Medina Mora pedía que lo captaran ataviado con su ropa blanca ad oc para la ocasión. Mientras abajo se daba este ambiente relajado, en las partes más altas de los templos sobresalían francotiradores que hacían rondines para resguardar la seguridad de Bush.
Los agentes estadunidenses de seguridad tomaron control de toda la zona arqueológica de Uxmal, al grado que daban órdenes a los efectivos del Estado Mayor Presidencial, como cuando los obligaron a formar a la prensa para que sus maletas fueran revisadas por un can adiestrado, o cuando impidieron que los reporteros salieran de un corral formado por vallas.