¿Farsa o primer paso?
El 13 de febrero, Estados Unidos, Corea del Norte y otras cuatro potencias en las pláticas a seis partes (China, Corea del Sur, Japón y Rusia) emitieron una declaración conjunta que el Departamento de Estado estadunidense llama "plan de acción para la desnuclearización". John Bolton, líder neoconservador y anterior embajador ante Naciones Unidas por el gobierno de George W. Bush, inmediatamente impugnó esta declaración llamándola "farsa" que "envía exactamente la señal incorrecta a los futuros proliferadores de todo el mundo". El presidente Bush describió el acuerdo de modo diferente. Dijo que las pláticas representaban "la mejor oportunidad para usar la diplomacia" y que el acuerdo era "el primer paso" hacia una "península (de Corea) libre de armamento nuclear". ¿Quién tiene la razón?
Primero que nada, ¿cuál es el acuerdo? Este tiene varios componentes. Corea del Norte accedió a "cerrar y sellar, con el propósito de abandonar eventualmente, las instalaciones nucleares de Yongbyon", e invitar de nuevo al personal de la AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica). Accedió a continuar "discutiendo (sólo discutiendo) con las otras partes una lista de todos sus programas nucleares". En reciprocidad, Estados Unidos accedió a comenzar pláticas bilaterales en torno a unas plenas relaciones diplomáticas, a retirarle a Corea del Norte la designación de patrocinador estatal del terrorismo y suspender en lo relativo a Corea del Norte la Ley de Comercio con el Enemigo (the Trading with the Enemy Act). Japón accedió también a emprender pláticas bilaterales "sobre la base del arreglo de desafortunados hechos pasados y de los notables asuntos de preocupación", una agenda algo vaga. Y todos acordaron proporcionar ayuda de emergencia en materia de energía a Corea del Norte en el lapso de 60 días.
¿Por qué lo firmó Estados Unidos? El New York Times dijo que el acuerdo "marca un cambio importante en el curso del gobierno de Bush", y es claro que Bolton concuerda. Como también lo hacen otros comentaristas. Se ha señalado que el acuerdo es bastante cercano a aquel logrado por el gobierno de Bill Clinton y que el régimen de Bush denunció en su momento. Casi todos los comentaristas concuerdan también en que habría sido posible alcanzar este acuerdo hace cinco años, en un momento en que Corea del Norte todavía no emprendía sus pruebas con armamento nuclear, si el régimen de Bush hubiera estado dispuesto.
Entonces, ¿qué ha cambiado? La realidad de un decremento en las opciones parece haberle pegado a quienes toman las decisiones en Washington. El hecho es que Corea del Norte tiene ahora algunas armas nucleares y es muy dudoso que las vaya a entregar. El hecho es que Estados Unidos está empantanado en Irak y concentra sus otras inmediatas energías políticas en Irán. El hecho es que los republicanos perdieron la última elección, en gran medida a causa de aspectos de su política exterior. El hecho es que, con cada día que pasa, sus aliados están menos dispuestos hacia las políticas de Estados Unidos. Desde el punto de vista estadunidense, el acuerdo retira el punto, temporalmente, del frente del escenario geopolítico. Más adelante, habrá amplias oportunidades para que Estados Unidos se retracte.
¿Y por qué firmó Corea del Norte? Por una razón: tenía encima mucha presión de China para firmar algo. Y habría sido muy poco sabio que los norcoreanos empujaran muy fuerte a China en este momento. Y lo que es más importante, logró algo que había deseado hace mucho y a lo cual el régimen de Bush llevaba mucho tiempo negándose: la promesa de pláticas bilaterales con Estados Unidos con miras a plenas relaciones diplomáticas. Y consiguió la ayuda energética que necesitaba con urgencia. Logró esto sin conceder mucho. Con seguridad tiene que cerrar el reactor de Yongbyon, pero más allá de eso, el resto quedó abierto a "discusión" y no se hizo mención de desmantelar, de hecho, las armas nucleares existentes.
Desde el punto de vista de China, este acuerdo reduce la presión diplomática que Estados Unidos le aplica, para que le "ponga freno" a Corea del Norte. Desde el punto de vista de Corea del Sur, esto le permite proseguir con su política de suavizar relaciones con Corea del Norte, hoy ligeramente empañada. Sólo Japón farfulla, y ya indicó que no contribuirá a la ayuda energética, lo cual significa que Corea del Sur tendrá que aportar la cuota de Japón, algo que no reforzará las ya de por sí tambaleantes relaciones Japón-Corea del Sur.
Entonces, ¿es una farsa o un primer paso? Me inclino a pensar que ciertamente es lo primero y sólo posiblemente lo segundo. Lo que el acuerdo trae al frente una vez más es el detrimento en la capacidad de Estados Unidos para lograr sus objetivos primordiales en la arena geopolítica.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein