Fernando Domínguez se presenta como solista con la OFUNAM
Interpretarán la primera partitura para clarinete bajo escrita por un mexicano
El instrumento está ''en el umbral de lo mucho que puede dar al arte sonoro'', subraya
Ampliar la imagen El clarinetista Fernando Domínguez, durante uno de los ensayos con la OFUNAM, en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl Foto: Cristina Rodríguez
El clarinete bajo, cuyo origen se remonta a finales del siglo XVIII, es un instrumento hasta cierto punto novedoso en el paisaje de la música de concierto. Fuera de las orquestas, su presencia en el ámbito solista es relativamente reciente, con menos de 40 años de antigüedad.
Lo inusitado e incipiente de su práctica, en términos de especialidad, queda confirmado con los hechos de que sólo se imparte como carrera en Holanda y que en México existen, hasta donde se tiene noticia, únicamente dos músicos que lo interpretan de tiempo completo.
Uno de ellos, el primero de hecho, es Fernando Domínguez, quien este fin de semana actuará como solista en el séptimo programa de la Temporada de Invierno de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, con la obra Tlaloques, concierto para clarinete bajo y gran ensamble, de Salvador Torre, su amigo y compañero en el Ensamble Tres.
Esta es la segunda ocasión que el clarinetista toca esta pieza desde que él mismo realizó su estreno mundial, en mayo de 2003, como parte del Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez, acompañado por la Sinfónica Carlos Chávez.
Proceso lento y de largo plazo
Entrevistado, Fernando Domínguez destaca que el de Salvador Torre es el primer concierto para clarinete bajo escrito por un compositor mexicano, hecho que ''marca un hito en la literatura del instrumento".
Domínguez aclara que la obra no se inserta en las características del concierto clásico, en específico por su estructura y por la manera tan particular como están distribuidos espacialmente los músicos, y la define más bien como una pieza concertante.
En su opinión, se trata de una partitura compleja y de difícil ejecución; tanto, puntualiza, que ha obligado a la orquesta universitaria a realizar ensayos extras.
Al margen de lo artístico, el clarinetista enfatiza que el medio de la música mexicana de concierto vive un proceso de transformación, en el que puede notarse cada vez más una mayor programación de obras contemporáneas escritas por autores nacionales.
''Es como una pequeña fisura en un enorme edificio. Sin embargo, es alentador encontrarse con obras nuevas de mexicanos ya no sólo en foros o en contextos aislados, sino cada día más en la programación regular de las orquestas, como sucede ahora con la OFUNAM", dice el también docente en la Escuela Superior de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México.
''De antemano, sabemos que estamos en el comienzo de un proceso lento y de largo plazo. Los músicos y el público deberán irse acostumbrando. Quizá en 50, 80 o 100 años será de lo más normal que se programe este tipo de música."
De acuerdo con Fernando Domínguez, el clarinete bajo apenas está en el umbral de lo mucho que puede ofrecer al mundo del arte sonoro, además del uso que tiene desde el siglo XIX en los ámbitos sinfónico y operístico.
Considera que aún es tan novedoso para creadores e intérpretes que cada nueva obra que se escribe resulta una aportación a la técnica del instrumento. Al respecto, subraya el creciente interés que tienen por él varios autores nacionales.