Comenzó el Festival de México en el Centro Histórico
Chano Domínguez sólo ofreció un recital tibio y cumplidor
El comienzo de la versión 23 del Festival de México en el Centro Histórico, la noche del jueves, en el Palacio de Bellas Artes, resultó trascendente por varios motivos, si bien a la postre se recordará más por lo político que por lo artístico.
Destaca en primer lugar que significó la presentación formal, dentro de un acto cultural de gran envergadura, para las nuevas autoridades culturales del gobierno de la ciudad de México y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
En efecto, fue la primera vez que el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, se mostró en público en un acto en esencia no estrictamente político. Lo mismo sucedió con María Teresa Franco, ahora como directora general del INBA.
Representó el estreno en sociedad también para la secretaria de Cultura de la administración capitalina, Elena Cepeda. Y, en contraste, marcó la despedida oficial como director del festival, de José Areán, ante su reciente nombramiento como titular de la Compañía Nacional de Opera, y el acto de bienvenida como nuevo responsable del mismo para José Wolffer.
Fue una noche histórica porque por vez primera el jazz fue el protagonista de la ceremonia inaugural del encuentro.
Una vez cumplido el protocolo, en el que Ebrard anunció que las actividades del festival se extenderán a otros lugares de la ciudad a partir de la próxima versión y que el gobierno capitalino destinará mayor presupuesto, llegó el momento del español Chano Domínguez y su grupo, con el programa New Flamenco Sound.
Presentación que puede catalogarse también de histórica, al tratarse de la primera que el pianista gaditano ofrece formalmente en la capital de la República. Antes lo había hecho sólo en el Bar Zinco, pero como palomazo.
Fue un concierto tibio, sin el punch y la emotividad deseables para una velada tan significativa. Cuando menos ése fue el sentir de parte del público que lleno el Palacio de Bellas Artes, al igual que entre algunos representantes de los medios de comunicación.
Las expectativas de escuchar las raigambres flamencas fueron satisfechas de manera parcial, luego de que Chano y sus músicos se concentraron en una propuesta más libre, un jazz de sonoridades más contemporáneas y universales.
Podría decirse que fue una presentación cumplidora, profesional. Entre la concurrencia se percibió desde el comienzo un ánimo celebratorio y un predeterminado afán por entregarse a los 10 artistas que actuaron en el escenario. Noche de fiesta, al fin y al cabo.
Después de poco más de hora y media, una decena de piezas dentro del programa y un encore, la noche llegó a su fin. El público salió de Bellas Artes con una sonrisa amable, pero muchos con la sensación de que algo faltó.