Usted está aquí: lunes 19 de marzo de 2007 Espectáculos El Cigala, el más esperado en una Noche de Primavera plena de mambo

La Orquesta de Dámaso Pérez Prado puso a bailar a todos en la Plaza de la Constitución

El Cigala, el más esperado en una Noche de Primavera plena de mambo

El grupo Mandinga invitó a "mover el bote", mientras Francisco Céspedes hizo la bohemia

TANIA MOLINA RAMIREZ

Ampliar la imagen Las calles del Centro Histórico se convirtieron en escenario de diferentes expresiones artísticas. Diego El Cigala, cautivó a más de 10 mil personas Foto: Francisco Olvera

Ampliar la imagen Las calles del Centro Histórico se convirtieron en escenario de diferentes expresiones artísticas. Diego El Cigala, cautivó a más de 10 mil personas Foto: Francisco Olvera

El mambo inundó la Plaza de la Constitución a las dos de la madrugada del domingo y puso a bailar a todos: flacos y gordos, abuelas y niños, güeros y morenos, elegantes damas y teporochos, jipis y fresas. Vamos, hasta un grupito de punks danzaba alegremente al ritmo de la elegante Orquesta de Dámaso Pérez Prado, en la gozosa culminación de la celebración de la llegada de la estación de los pajaritos, las flores y el placer, la cuarta Noche de Primavera, organizada por el Gobierno de la ciudad de México.

Largas filas de personas hacían la víbora y zigzagueaban entre las parejas bailadoras, coreando: "¡Taxi!"... "¡Libre!"... "¡Aaaaaah!"

Tras un demasiado corto concierto (menos de una hora) para las ganas de bailar de los presentes, la gente en la plaza tardó en dispersarse, se quedó a cotorrear, a lanzar goyas, cualquier cosa con tal de seguir el reventón.

Una sorprendente cantidad de jóvenes disfrutaba de esta música de los años 50. Lo cual contrastaba con el "escenario juvenil": a juzgar por su programación, los organizadores creyeron que los jóvenes están interesados sólo en música electrónica, hip-hop (comercial) y reggaeton. Varios consultados, conocedores de la escena musical de la ciudad de México, advirtieron que el cartel era flojo, de poca calidad (Klang, Tanke, Lebutsi, Pelusa, JI Mendoza, Andrea Martínez, Big Metra, KartelAztlán, Reyes del Pulmón, Bastón).

La ordenada planeación de los promotores de la Noche de Primavera (escenario para jóvenes, para mayores) se vio (afortunadamente) trastocada porque cada quien hizo lo que le vino en gana: en el kiosko de la Alameda había jovencitos bailando danzón y son; en la Plaza de Santo Domingo señoras y señores se meneaban con el reggaeton de Big Metra ("desnúdate/ enséñame tu cuerpo/ desnúdate/ vamos a la cama/ sacúdete").

"Estoy súper feliz"

La gran estrella, la más esperada de la noche fue el célebre cantante Diego El Cigala, con un característico estilo de interpretar sones a lo flamenco. Una plaza casi medio llena lo escuchó atenta y respetuosamente, y se entusiasmó, sobre todo, con Lágrimas negras (del disco homónimo, grabado con el magnífico pianista cubano Bebo Valdés, que le dio fama internacional hace unos años).

El artista de la privilegiada voz, en todo momento esbozaba una enorme sonrisa. Acompañado de excelentes músicos, parecía más compenetrado con ellos que con el público, más allá de un par de frases lanzadas hacia fuera del escenario ("estoy súper feliz").

Interpretaron, entre otras, el son Vete de mí (Bola de Nieve), el fandango La paloma (Rafael Alberti), el bolero Dos gardenias (Isolina Carrillo) y La bien pagá (Ramón Perelló).

La mayor afluencia en el Zócalo fue cuando cantó el artista flameco El Cigala. El cálculo oficial fue de entre 15 mil y 18 mil personas.

En el mismo escenario de la Plaza de la Constitución, Mandinga invitó "a mover el bote" y armó una festiva pachanga con diversos estilos musicales, como el son jarocho, la rumba flamenca y el rock. El numeroso grupo está conformado por Leonardo Soqui, Karina Gutiérrez, Mariel Henry, Diana Ríos, Víctor Castillo, Jonatan Salazar, Ulises Martínez, Jorge Cortés y Alonso Borja (guitarra, tres cubano, requinto, violín, acordeón, percusiones, batería y bajo, respectivamente).

Después, siguieron los románticos boleros de Francisco Céspedes, que culminaron con su célebre Vida loca: "No tengo tu boca/ no tengo tus ganas/ y por más que intento/ ya no entiendo nada..."

La Noche de la Primavera comenzó por la tarde, con actividades para los niños. En un enorme escenario inflable, una especie de iglú gigante partido a la mitad, se montaron obras de marionetas, se contaron cuentos y se proyectaron animaciones.

A poca distancia de ahí, en el Hemiciclo de Juárez, se llevó a cabo el montaje del performance Las dos Fridas, de Humberto Spíndola, en homenaje a Kahlo, por el centenario de su natalicio.

Enfrente, se montó una pequeña feria de disqueras independientes, con la presencia de unos 10 sellos (Putumayo, Noise Kontrol, Independent Recordings y PyP Producciones, entre otros).

Más tarde, el grupo Humanicorp presentó un espectáculo con personas que "volaban" de un lado a otro de la calle 5 de Mayo.

En comparación con otros años, hubo menos escenarios. La idea, señaló la organizadora Alejandra Frausto, era que no se empalmaran los actos y que la gente pudiera presenciar lo que quisiera sin sentir que tenía que correr de un lado a otro.

En numerosas ocasiones, la gente se quejó en los módulos de información, porque no venían los horarios en los folletos que se repartían.

Por Madero caminaba un grupo de jóvenes que ofrecían "abrazos gratis" (acción que ya se ha realizado en varios lugares del mundo y que se hizo célebre con un video transmitido por youtube.com).

Por otras calles céntricas (todas cerradas al paso vehicular) se podía disfrutar de diversos espectáculos callejeros: malabaristas, música en vivo con parejas bailando al compás de una cumbia o un son jarocho. Las cafeterías estaban llenas. Había ríos de gente que caminaba.

Los almacenes aprovecharon la ocasión y también utilizaron la música para atraer a la gente a sus establecimientos. Pulularon los organilleros y los puestos callejeros (sin embargo, después de las once y media de la noche casi todos se habían retirado).

Ríos de gente iban de un lado a otro. Aunque algunos comentaron que sentían que había menos personas que el año pasado, y que esta noche estuvo más desangelada.

Al igual que en anteriores noches de primavera se escuchaba en repetidas ocasiones el comentario de que sería maravilloso que hubiese más noches como ésta, en la que se pueda caminar el centro, cenar, tomar una chela. Simplemente poder vivir de noche la ciudad.

 
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