Usted está aquí: martes 20 de marzo de 2007 Capital Plan Tepito

Nora Patricia Jara

Plan Tepito

Con un saldo supuestamente favorable para las autoridades del Gobierno de la Ciudad de México, al menos en la percepción de la opinión pública, el operativo Tepito ha permitido el desmantelamiento de redes criminales dedicadas al narcotráfico y la piratería, y ha abierto la negociación para reubicar la venta callejera, que ha sido una forma tradicional y antigua de sobrevivencia de sus habitantes, ahora conocida como ambulantaje, fenómeno producto de la globalización económica y el capitalismo exarcevado.

Bien dicen que no existe nada nuevo bajo el sol, y las expropiaciones en el popular barrio de Tepito, propuesta abanderada inicialmente por el PAN en el Distrito Federal, se ha convertido en ariete de la lucha contra la delincuencia organizada del gobierno capitalino.

Este es un proyecto que tiene ya antecedentes remotos, en el Plan Tepito, puesto en marcha desde 1952 bajo el regente Ernesto P. Uruchurtu, luego en la década de los 70 bajo el régimen de Luis Echeverría, y posteriormente en la regencia de Manuel Camacho Solís, en 1993, cuando la Asamblea de Representantes emitió el bando por el que se prohibía el comercio en la vía pública.

Ahora, con sus variantes, se presenta un operativo policíaco que, curiosamente, se lleva a cabo en la misma calle que lo hicieron los gobiernos anteriores, Tenochtitlán 40, con el aval de clases medias y altas que pugnan por limpiar la capital de la corrupción, violencia, contrabando, lavado de dinero, tráfico de drogas y armas, que imperan en lo que fueran los barrios históricamente marginales de esta urbe.

Con la promesa gubernamental se comenzó una cruzada polémica desde el punto de vista legal y de los derechos humanos, en uno de los puntos estratégicos aledaño al Centro Histórico y conformado por las delegaciones Cuahutémoc y Venustiano Carranza, que es el conocido barrio de Tepito, que se ubica en la colonia Morelos, entre Avenida del Trabajo, Reforma, y los Ejes 1 Rayón y 2 Manuel González, y que abarca tres distritos electorales.

Con una población originariamente indígena, fue conformando su territorio luego del sitio de Tenochtitlán, cuando los españoles obligaron a los pobladores aztecas pobres a habitar la periferia de la ciudad.

Estos se asentaron en tres pequeños barrios: San Francisco Tepito, la Concepción Tequipeuhcan y Santa Ana Atenantitech, lugar identificado como pequeño o poca cosa, y en donde comenzó la esclavitud de la corona española, porque ahí fue donde Cuauhtémoc se rindió ante los conquistadores.

Desde esa época, la exclusión de sus habitantes pasando al México moderno ha sido su característica, generando con ello también las problemáticas sociales, como la delincuencia, que traen consigo la marginación y la falta de servicios y oportunidades, resultados de la expansión de la mancha urbana.

Su vocación económica fue alterada con el paso de los años de agrícola y manufacturera -ahí se asentaban talleres de talabartería y zapateros- a comerciantes de productos reciclados, que satisfacían necesidades propias y de la población pobre del DF, que se concentraba en la demanda de zapateros, carpinteros y talleres mecánicos. En décadas recientes la actividad económica favoreció su conversión a vendedores callejeros o ambulantes.

Para los estudiosos de la problemática tepiteña, los planes urbanísticos y de reordenamiento del comercio informal han sido intentos para desintegrar el barrio, para demoler sus vecindades y sustituirlas por unidades de condominios fuera de sus posibilidades económicas, las que han tenido invariablemente una respuesta social y cultural que buscan y afianzan su identidad, como contrapropuesta a los intentos verticales para cambiar el espacio urbano, más sometida a la lógica del mercado inmobiliario y comercial.

El gobierno capitalino habla de acuerdos con sectores informales del comercio para lograr su cometido, sin embargo éste no será posible sin la inclusión de todas las partes, hasta del gobierno federal, para reordenar lo que se sustenta en prácticas de corrupción, evasión y abuso fiscal, que llega a las calles con la participación de organizaciones dedicadas al tráfico de drogas, juegos clandestinos, agiotismo, intercambio de mercancías no declaradas, hasta operaciones de bienes o servicios, todo en la vía pública.

Los tepiteños son intermediarios de un negocio que se controla desde el extranjero, cifras no confirmadas advierten que el contrabando percibe al año ganancias por 90 mil millones de dólares, sólo equiparable al narcotráfico.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.