Peptobismol
La gastritis, nombre genérico que se da a toda inflamación de la mucosa gástrica, ha adquirido relevancia en días recientes, al ser invocada como la causa de la muerte de una mujer de 72 años, habitante de un municipio veracruzano, donde la pobreza extrema se combina con la presencia militar.
El último dictamen oficial de que se dispone sobre el origen del deceso de Ernestina Ascencio Rosario, nativa de la comunidad de Tetlatzinga, en la sierra de Zongolica, fue dado a conocer, ni más ni menos, por el licenciado Felipe Calderón Hinojosa: "... gastritis crónica no atendida". Esto es algo sorprendente, pues contradice lo asentado en el acta de defunción, elaborada por médicos titulados, en la cual asientan como causas: traumatismo craneoencefálico, fractura y luxación de vértebras cervicales y anemia aguda, todas compatibles con una muerte violenta.
Son dos versiones diametralmente opuestas. La de Calderón implica una muerte por causas naturales, un padecimiento con una evolución de varios años, que no fue tratado médicamente. De acuerdo con esto, alguien podría creer que podría haber muerto en su casa o pastoreando a sus ovejas. La otra versión es compatible con una pesadilla: un ataque violento perpetrado por agresores que destruyeron el cuerpo de una anciana. Desde luego que todos estamos a la espera de los resultados de una segunda autopsia, que se realiza con la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, aunque el titular de la misma y Felipe Calderón ya nos adelantaron parte de lo que serán los hallazgos oficiales.
Va a ser muy interesante observar cómo la versión de la gastritis crónica puede coexistir con otros datos, nada despreciables, que han sido recabados por los medios de comunicación. Después de un agonizante periplo por comunidades y clínicas en las que no podía ser atendida -lo que muestra la suerte de los más pobres de México ante la enfermedad-, Ernestina llegó finalmente al Hospital Regional de Río Blanco. Ahí fue atendida (de acuerdo con la información periodística de Regina Martínez y Rodrigo Vera, publicada en el pasado número de Proceso) por tres médicos especialistas: una ginecóloga, un cirujano y un cardiólogo. Hugo Zárate Amezcua, director del nosocomio, aseguró que un objeto extraño había sido introducido en el recto de la mujer, perforando el intestino.
Pero, en fin, supongamos que nada de esto es cierto, que no valen el testimonio de los hijos de la víctima, que señala que Ernestina fue violada por soldados, ni el dictamen del médico legista, quien firmó la primera acta de defunción; ni el criterio de los especialistas que atendieron a la víctima en el hospital de Río Blanco; ni los despachos de Proceso en los que el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, acepta que la indígena murió en "... un hecho de violencia" y que se castigará a los responsables "... de este brutal asesinato" ; ni los boletines del Ejército en los que, de acuerdo con la agencia Notimex, se examina la información genética del líquido seminal "... recogido del cuerpo de la hoy occisa" (¿cuál semen?, si se supone que no hubo violación). Vamos a suponer que todo esto es mentira y que sólo hay una verdad: el parte médico dado a conocer por Felipe Calderón Hinojosa.
Pues le van a tener que jalar las orejas a alguien. Escogieron en este caso una de las causas de muerte más absurdas e improbables. La mucosa gástrica es la capa que recubre la parte interna del estómago. La inflamación, de acuerdo con la clasificación de Sydney, puede ser de varios tipos, aguda o crónica, dependiendo principalmente del tiempo de evolución. En el caso que nos ocupa se escogió la gastritis crónica, padecimiento de alta frecuencia en la población mayor de 40 años. El diagnóstico se determina, además de los datos clínicos, por la observación directa, en personas vivas, a través de la laparascopía (introducción de una sonda que permite observar distintas porciones del tracto digestivo), y por el examen histopatológico, que consiste en la toma de una muestra de tejido y su observación en el microscopio, que puede realizarse durante una autopsia. Las probabilidades de obtener un resultado positivo son muy elevadas en personas mayores de 70 años, pero esto no significa que se pueda identificar como una causa de muerte por el solo hecho de establecerse su existencia.
Existen distintas variedades de gastritis crónica: las atróficas, en las cuales hay pérdida de tejido; las no atróficas y las autoinmunes, que tienen un componente genético que se traduce en deficiencia de vitamina B12. Hay también formas especiales, como la enfermedad de Ménétrier, de causa desconocida, con engrosamientos de la mucosa, entre otras variedades. En aproximadamente la mitad de los casos, la gastritis crónica se asocia con la presencia de la bacteria Helicobacter pilori. Pero sea cual sea la modalidad, la gastritis crónica difícilmente puede ser invocada como causa primaria de muerte. A menos que se recurra al viejo expediente de las muertes por gripe mal tratada o una uña enterrada que no fue atendida de forma adecuada.
No ocurre lo mismo con las complicaciones. Una de las más importantes es el cáncer. Las lesiones de la gastritis crónica pueden evolucionar hacia formas cancerosas. No hay que olvidar que el cáncer de estómago es una de las principales causas de muerte en el mundo. O la úlcera péptica, que implica la pérdida de tejido que puede implicar arterias que producen sangrados que conducen a la muerte. Pero ninguna de estas entidades, que son diferentes de la gastritis crónica, aparece en el dictamen médico de Los Pinos. Alguien asesoró muy mal a Calderón.
Dos cosas más. El Ejército es una de las instituciones más reconocidas y respetadas por los mexicanos. No tiene por qué aceptar encubrimientos. Si hay malos elementos deben ser juzgados y castigados, si no, pues no. Hay también una voz, que más bien es un grito, el de una mujer mayor, pobre e indígena, que clama por la verdad y la justicia, que a pesar de su muerte, no se va a apagar.
Sea como sea, ante la creciente militarización del país, antes de salir a la calle vale la pena tomar un Peptobismol.