El artista presenta una exposición en el Centro Cultural Estación Indianilla
Sergio Hernández rompe ''la parte de lo sagrado de la cura de viento''
Incluye pintura, escultura, grabado y tres cuadros colectivos hechos con cuatro colegas y amigos
El conflicto en Oaxaca lo marcó por lo que ''intenta un saneamiento de naturalidad''
Ampliar la imagen El pintor Sergio Hernández, en la Estación Indianilla, durante la ejecución de uno de sus cuadros Foto: Roberto García Ortiz
Una práctica de saneamiento empleada en casos de enfermedad o a raíz de una desgracia, llamada ''cura de viento", da nombre a la más reciente exposición de Sergio Hernández (Huajuapan de León, Oaxaca, 1957).
Integrada por pintura, escultura, grabado, así como tres cuadros ''colectivos", Cura de viento se inauguró el pasado jueves en el Centro Cultural Estación Indianilla, (Claudio Bernard 111, colonia Doctores).
Una de las curas, explica Hernández, es de un brujo de San Pablito, el pueblo donde se hace el papel amate.
Un día, un señor de San Pablito le regaló al artista unos papeles dibujados como cura. Hernández los pegó en la tela y los intervino con grana cochinilla y ollín, en un sentido iconoclasta para ''romper esta parte de lo sagrado de la cura de viento".
En los pueblos, indica el artista, unas pequeñas figuras de color se usan para absorber la energía.
Si el presente tema viene de esa práctica, también proviene de la experiencia reciente vivida en Oaxaca, e igualmente se ve reflejada en los cuadros ''colectivos" realizados con sus amigos Demián Flores, Guillermo Olguín, Dr. Lakra y Antonio Turok.
Silencio y energía atorada
-¿Le hicieron una cura de viento?
-Sí. No sabía de qué se trataba, pero fue muy fuerte. Fue en la ciudad de Oaxaca. La célula más grande es la del huevo, por eso lo usan para las limpias. Entre más grande sea el huevo, la célula madre que no ha nacido jala todas las energías.
-¿Cómo se capta en la obra lo efímero de la cura de viento?
-Cada vez más me doy cuenta que pintar tiene que ver más con un movimiento de energía, con un instante, y que consiste en la experiencia en ese instante, no previo, no posterior.
''No es el resultado, sino es el instante de cómo esa energía se mueve dentro de uno como extensión de la mano, o el escurrir con la mano por medio de un pincel o un gesto con la mano misma.
''Es un gesto muy íntimo, muy de estado de ánimo en ese momento, y que puede ser ira, pueden ser diferentes sentimientos que se manifiestan.''
Este modo de trabajar resultó más complicado en la escultura, donde la energía fue recogida por medio de ''los fierros viejos, chatarras, que desprecia todo el mundo. Con eso soldé". Hernández nunca había trabajado con esos materiales, pero ante los sucesos recientes en Oaxaca reaccionó con todos los elementos cotidianos que veía, que eran camiones quemados, láminas, alambres y costales de arena.
De esta experiencia enfatiza la comunicación con los demás compañeros pintores y personas de la sociedad, que están ''con ese silencio, esa energía atorada".
Hace hincapié en que esa energía ''fluya, sobre todo a los jóvenes. A mí me afectó emocionalmente y he tratado, mediante estos procesos, tener un saneamiento de naturalidad. Aunque no es normal saber de muertos y ver gente golpeada, pues ver que también eso es la realidad.
''Para caminar sobre ese mundo tan accidentado, no necesitamos un camino parejito de plano. Esa experiencia es la que más he visto reflejada en mi obra."
Expresarse con naturalidad
-¿Se ha depurado la obra?
-Lo que venía pintando era una técnica y un dibujo hasta cierto grado ya como una cocina muy conocida. Y eso me hace reaccionar a algo muy directo, ya sin importarme mucho si está bien trabajado o no, si es el formato o no.
''Simplemente me expreso con naturalidad, como cuando empecé a dibujar en los años 70 y 80. Entonces, regreso a ese estado natural, directo, de dibujar libre sin tanto detenerme en tener cuidado sobre la cocina. Ha surgido una obra muy directa, muy digerida con toda esa experiencia de los pasados 16 años y da como resulado una obra, si no novedosa, por lo menos diferente a lo que venía haciendo.''
Bueno, si es la primera vez que Hernández deja que el azar dicte los materiales empleados para sus esculturas, también fue su debut como autor de una obra hecha al alimón. Explica: ''En Oaxaca he vivido la inquietud de esos jóvenes que se manifiestan por medio de La Curtiduría, un nuevo espacio de experimentación y exposiciones de Demián Flores.
''Es refrescante que en Oaxaca empieza a haber espacios alternativos, no galerías, cuya posición es mostrar instalación, grafiti, de temas que no se acostumbraban. Al acercarme a ellos y platicar esa inquietud, me integré a La Curtiduría y participo con ellos, cuando me invitan. Luego, yo los invito cuando hay algo como esta muestra."
Cura de viento también comprende varios libros ilustrados por Hernández, fotografías con intervenciones suyas, la carpeta colectiva Calavera oaxaqueña, un homenaje a José Guadalupe Posada, con obra gráfica creada por 38 artistas, entre ellos el pintor, y la proyección de audiovisuales realizados por Demián Flores, Héctor Ballesteros, Bruno Varela y Adriana Calatayud.