Feria de abril en Sevilla
Gracias Petenera mía:
en tus ojos me he perdido
era lo que más quería.
Canta Antonio Machado la pérdida, la pérdida en el otro, en que los ojos se aman y se obsesionan, herida de amor y muerte. Cantos con cadencia coincidentes con las música del norte de Africa y el Medio Oriente. Esos que expresan el dolor existencial y el desgarro del alma.
Ese sentir que como todos los años se escuchó en la real maestranza de caballería sevillana, este Domingo de Resurrección, en el inicio de la feria sevillana posterior a su Semana Santa, perdida en una tradición que se repite año con año. Feria que para los sevillanos es actualmente una pérdida por que ya no parte plaza Curro Romero, el torero al que ya se enlazaba la feria.
Es la luz cegadora en Sevilla, en su feria la historia de una España "de la falsa danza o el falso paso. La España del toro y el alma inamovible, enclaustrada en su dogma. La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y alma quieta" en la que se esconde un pasado árabe que desnuda su canela en brazos clamando altura. Los toreros y los públicos andaluces son diferentes de los de la España propiamente dicha. Y es con ellos con los que más coincidencias existen con el toreo mexicano que esconde su pasado azteca.
Ese público sevillano que aún habla y habla de esas verónicas -10- de Curro Romero hace seis o siete años. Verónicas en que resucitó el toreo, es decir, la vida. Lances en que cargó la suerte, verónica a verónica, rematadas con la media en el centro del redondel, base del toreo que parece olvidado, muerto ¿Domingo de Resurrección del toreo este año?