El toro bravo es un "constructo del arte extraído a la naturaleza por selección"
Mitotauro, creación mayor de la cultura, afirma el maestro Raymundo Ramos
La fiesta, a merced de un herradero burocrático coludido con las mafias empresariales
Ampliar la imagen Al margen de la anodina oferta de los taurinos, urge reivindicar a la fiesta mexicana de los toros Foto: Botello
"¡Ya basta de tantos remilgos ante la vida y la muerte! Cuando las tradiciones se descontextualizan se corre el riesgo de hacerle el juego a los exterminios masivos de los ambiciosos del poder. El mitotauro, con te, es una tradición milenaria que nació de la combinación creadora de la naturaleza animal y de la cultura inventada por los hombres. La naturaleza y el arte no dan saltos, son la cadena del tiempo y de la historia."
Habla el maestro Raymundo Ramos, profesor de numerosas generaciones en la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Instituto Politécnico Nacional, en la Universidad Iberoamericana o en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, entre otras; periodista, traductor y autor de una vasta y valiosa producción que incluye ensayo, poesía, cuento, antologías y diversos trabajos de investigación.
"Saltos dan los falsos redentoristas de la cultura moderna", añade el también autor del bello texto "Láminas" incluido en el libro fotográfico-literario de Donaciano R. Botello, Manolo Martínez genio y figura- que piensan que la vida es un hecho sagrado sin principio ni fin, que debe conservarse aun a expensas de la voluntad y de la belleza. Son brincos dramáticos de un progreso que confunden con la tecnología.
"Hablar en favor de la fiesta de toros auténtica es para mí resucitar el recuerdo de mi primera maestra de tauromaquia que desde niño me llevó a las plazas: mi abuela, a la que mis pronunciamientos llenarían de regocijo, en tanto que llenarán de tristeza y contrariedad a la más joven de mis afectos, porque considera abominable esa fiesta. Pero bajo el rechazo a la crueldad subyace la creencia de que la vida es una eternidad por la falsa concepción de que la muerte no existe, a sabiendas de que es una enfermedad hereditaria.
"Naturaleza y arte, si bien distintos, están fatalmente emparentados en la creación, así sea desde dos puntos diferentes. La creación humana es una técnica concebida por la inteligencia y la pasión de su creador en pos de la belleza. Los pelos y señales de la belleza de la tauromaquia están en entender que, con su oficio, ganaderos y toreros han inventado un bruto artificial que es el toro de lidia, que no nace con la fatalidad de ser comido en banquetes gastronómicos sino que fue construido para morir en la Guerra de Troya de los ruedos, como los héroes de Homero que contendieron por el amor y la belleza. El toro bravo es un increíble constructo del arte extraído a la naturaleza por selección.
"El arte de la lidia no es matar un toro como se pueda sino como se debe. La crueldad no se ejerce contra el destino de quien ha sido artísticamente criado para cumplirlo, el toro, sino contra quien vocacionalmente vive su vida y su amor en la conquista de la felicidad en la tierra. Lo sagrado es una metafísica del quietismo, sus seguidores se inmovilizan en la voluntad de no hacer nada para preservar la vida y conjurar la muerte.
"La fiesta brava está en crisis por los cadáveres exquisitos de quienes son incapaces de entender la virtud de la lucha y de la resistencia, y por quienes traicionan en aras del dinero fácil, desde adentro de la fiesta, las condiciones genuinas de lidia de este mitotauro, criado por la naturaleza y la cultura para simbolizar la lucha entre la vida y la muerte, no para divertimento de señoritos.
"En esta corresponsabilidad de la crisis de la fiesta de toros intervienen el pillaje empresarial, ganaderos de relumbrón, figuras de mercadotecnia, públicos de televisión y televisoras privadas y públicas, sin olvidar a los medios medio periodísticos de especialización dudosa y sensibilidad nula, que lo mismo malnarran una sinfonía de Mahler que una corrida de toros.
"Las autoridades, en su ignorancia, designan jueces a su imagen y semejanza, que premian sin criterios de valoración y menos que capaciten gradualmente al espectador. Se trata de un herradero burocrático coludido con las mafias empresariales, tanto en los toros como en el resto de la vida nacional.
"Al margen de la anodina oferta de los taurinos en las plazas, urge reivindicar a la fiesta mexicana de los toros y su historia con imágenes seriales, 'torres de palabras' y juicios inteligentes y elegantes, que nos alejen de la adopción de la cultura anglosajona de la utilidad como si fuera la nuestra. Hay que hacer una fiesta paralela, no para lelos."