Isocronías
El arte es imagen
HACE MUCHOS AÑOS, dos terceras partes de mi vida, presenté en clase un presunto poema mío. La clase se llamaba Composición, y pudiera ahora compararse con un taller literario, con la diferencia de que los compañeros no opinaban. El presunto poema (cito de memoria, y mi memoria es menos visual que auditiva, de modo que no respondo por la puntuación, que debe haber tenido, ni -asunto más criticable- la distribución de las líneas) era éste: ''Hoy he descubierto que la luna canta,/ hoy he descubierto que la luna/ es una sirena blanca./ Hoy amanecí desnudo/ en una calle de atmósfera blanda./ Y yo no sé qué tanto/ la gente me miraba". Me preguntó el profesor, Adalberto Navarro Sánchez, a qué me refería. Se lo dije (no lo repetiré aquí, advierto sólo que era un asunto de realidad mezclado con imaginación). ''No, no, Yáñez -me dijo-, mejor no hubiera dicho nada." Me reí, mas de entender, ni pío. Y ora sí que muchos años después, no sé cuántos, pero muchos, me di cuenta de que la mezcla que había hecho para hacer el poema no decía lo que él leyó (o creo leyó), que lo que yo conscientemente quise decir era más bien tristemente bobo, con una salvedad, decía algo, algo que yo no registraba, aunque quizá sentía (esto difícilmente nunca lo voy a saber), algo extrañamente parecido a ''Soy poeta y qué", cosa que ni siquiera pasó entonces, ni durante algunos lustros después, por mi cabeza.
UNA VEZ UNO de mis talleristas se desmayó. Cierta mujer ya muy mayor, que lo estimaba, estaba preocupadísima: ''Es que por comprar libros no come". Otro tallerista, de esos que pasan por la vida con la soltura del viento sobre las dunas, quiso despreocuparla: ''Si los compra, no los lee; si los lee, no les entiende; si les entiende, no le aprovechan. Mejor que coma".
EN LOS TALLERES suelo hablar del sentido común de la imaginación. La imaginación tiene leyes, propongo, pero a ellas se llega mediante el sentido común. El ejemplo más simple: ''Fulanito le llevó rosas a su novia. ¿De qué color son las rosas?" Desde luego que no falta quien diga que amarillas, quien que blancas, y -resignémonos- quien que moradas, negras. Bueno, ¿cómo las imaginó o pensó la mayoría? Si uno habla de agua y no quiere que sea clara de alguna manera hay que advertirlo.
LO HE DICHO antes, y en una ocasión fui cordialmente criticado por ello, pero sigo en mis cuatro: imagen es todo aquello que hace imaginar. Y arte que no sea imagen no veo qué sea. Pero la imaginación te saca de ti para volverte en ti, atrevo. Luego de hacerte levitar te deposita -más bien con suavidad, con sumo tacto, que estrépito, pero esto último alguna vez podría ser, requerirse. El caso es que vuelvas, reforzado, puro. Y que vayas, claro, que no te quedes como el chinito, ''nomás milando".
EN CIERTO TALLER yo llevaba la parte formal, militar, decía, sobre lo que solía sonreír quien llevaba la otra, la lúdica, Ricardo Castillo, que nos dejó una vez la tarea de levantarse temprano a correr (y percibir lo que ocurría) y otra inventar un juego, ejercicio del cual se concluyó (Duvignaud pudiera disentir) la imposibilidad de jugar sin reglas.