Número
129 | Jueves 12 de abril de 2007 Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER Directora general: CARMEN LIRA SAADE Director: Alejandro Brito Lemus |
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Por Rocío Sánchez La mayoría de las reflexiones que tratan de comprender las causas que motivan las violaciones sexuales consideran que el afán de violencia juega el papel principal. Los roles de género que imperan en las sociedades contemporáneas hacen que el gran objetivo de violar a una mujer sea someterla al poder masculino, más que satisfacer cualquier deseo sexual. Bajo esta premisa, la educación con perspectiva de género, al ir modificando la cultura de dominación, permitirá terminar con este tipo de crímenes. Al otro extremo de esta explicaciones sociológica se encuentra la perspectiva biológica —evolucionista, en el caso de Una historia natural de la violación, investigación de los biólogos Randy Thornill y Craig T. Palmer. Su tesis es polémica, por decir lo menos, frente a un acto que llena de dolor a quienes lo han sufrido: la violación en la especie humana ha sido de alguna manera preservada por la evolución, aun cuando resulte injustificable en el sentido moral o ético. En el centro de su argumentación está la excitación sexual. A los hombres les satisface —sexual, biológicamente— forzar la copula con la hembra para cumplir su función reproductiva. Pero, ¿para qué la violación ha subsistido como táctica de reproducción en la especie humana? Según Thornill y Palmer se trata de un mecanismo más para preservarse mediante la reproducción de los mejores genes posibles. Para ello, suponen que el mayor tamaño de los machos de la especie humana sería una adaptación para realizar una violación más eficiente y la resistencia que oponen las mujeres aumentaría la excitación sexual. Como las causas últimas de la violación son biológicas, entonces la solución debe ser también biológica. Para sancionar a los violadores, una opción sería la castración química: suministrar fármacos antiandrógenos que inutilizan los órganos sexuales del varón. Paralelamente, pueden ayudar la información y la educación, pero en el entendido de que los machos de la especie humana están diseñados para reproducirse con tantas hembras como les sea posible, y las hembras son más selectivas al elegir un potencial padre para sus hijos. Las tesis de Una historia natural... son expuestas con la frialdad —presunción de objetividad— del científico, afán de pureza que en el camino deja ver muchos de los prejuicios en torno a la sexualidad —varones violadores en potencia, mujeres víctimas propiciatorias— de un sector importante de la comunidad científica. Al mismo tiempo, el texto abre un debate que puede ser interesante en el camino de comprender mejor un crimen que deja profundas secuelas. |
Randy Thornill y Craig T. Palmer |