El desafío, crear una verdadera política y revertir la imagen de sumisión a EU
México perdió el rumbo en materia de relaciones exteriores: Muñoz Ledo
Ampliar la imagen Porfirio Muñoz Ledo, durante la entrevista con La Jornada Foto: José Antonio López
El gobierno mexicano tiene un "enorme déficit acumulado" de falta de credibilidad con América Latina y otras regiones del mundo, apenas matizado por algunas acciones concretas -como su oposición a la invasión a Irak- y algunas buenas relaciones diplomáticas bilaterales, pero que no dejan de ser "hechos aislados", asegura Porfirio Muñoz Ledo, del Centro Latinoamericano de la Globalidad.
Señala que desde hace tiempo, en materia de relaciones diplomáticas, al gobierno mexicano "se le descompuso la brújula, pues ya sólo apunta hacia el norte". Además, ha sido incapaz de diseñar un conjunto de prioridades ordenadas, equilibradas y compatibles entre sí para llevar a cabo relaciones con las distintas regiones del mundo. Cambiar esa percepción con acciones concretas y el diseño de una verdadera política de Estado, considera, son los grandes desafíos de la actual diplomacia mexicana.
En una amplia entrevista con La Jornada, Muñoz Ledo, quien ha ocupado diversos cargos políticos y diplomáticos de importancia, advierte que mientras el mundo vea que la política exterior de México está supeditada a los designios de Washington, el país no tendrá credibilidad ni campo de acción internacional.
Sin embargo, estima que esa situación se puede revertir, incluso en poco tiempo. Y "es que hay tal memoria de lo que México fue (en su reconocida política exterior), que se puede subsanar. Esto es muy posible, pero si realmente se quiere". Para ello, dice, es necesario tener una política exterior propia, ejercida con independencia y sentido de vanguardia.
Ponente en el próximo seminario internacional América Latina, ¿integración o fragmentación?, a realizarse en el Polyforum Cultural Siqueiros los días 17 y 18 de abril, acto organizado por la Fundación Grupo Mayan, el ITAM y el Woodrow Wilson International Center for Scholars, Muñoz Ledo señala que como producto de esa pérdida de rumbo los gobiernos mexicanos han cometido "graves errores" con naciones latinoamericanas que deben ser consideradas estratégicas, como Cuba, Venezuela y Brasil.
Sobre el primer país comenta que durante mucho tiempo México sostuvo una simetría de intereses con Estados Unidos, al considerar la isla frontera territorial entre los dos, pues está a igual distancia geográfica de Florida que de la península de Yucatán. Ese argumento operó bien durante muchos años. Y la única razón del cambio de actitud de México hacia Cuba, opina, es la presión estadunidense y los compromisos derivados de los acuerdos comerciales.
Defiende el derecho de México a tener relaciones con Cuba, independientemente del régimen político, como las que se tienen con China. "¿Quién puede pensar que el régimen de partido de Estado de China es sustancialmente distinto al de Cuba? ¡Por favor! ¿Por qué en un caso nos preocupa y en otro no? México debe basar sus relaciones en un esquema de política de Estado y de respeto al derecho internacional".
Respecto del mismo país, se refiere al "comes y te vas" que recetó el ex presidente Vicente Fox al comandante Fidel Castro en la reunión sobre financiamiento para el desarrollo, en la ciudad de Monterrey, como la "frase más desafortunada en la historia de la política exterior de México", por ser ofensa a una persona, a un jefe de Estado, que refleja la sumisión gratuita a otro jefe de Estado (al mandatario George W. Bush), y además esa frase "es toda una filosofía".
Con Venezuela también se ha tenido una relación equivocada, pues con esa nación México tiene intereses estratégicos de gran importancia, que tienen que ver con el petróleo y la cuenca del Caribe, y como ejemplo está el Pacto de San José, de suministro de petróleo a esa región.
Para Muñoz Ledo, el rumbo que tome un país en materia política no debe ser obstáculo para mantener una política de Estado. Un ejemplo claro, expresa, es la Alemania de Helmut Kohl, de derecha, y la Francia de Francois Mitterrand, de izquierda, donde las relaciones continuaron.
"Es explicable que tuviéramos dificultades muy serias con dictaduras de derecha y extrema derecha en América Latina, pero no tenemos por qué actuar igual cuando se trata de gobiernos que van a la izquierda, aunque sus métodos no los compartamos ni los avalemos". Además, agrega, actualmente hay condiciones mejores que nunca para una relación estratégica México-Brasil-Venezuela. Ahí están los proyectos, el viejo sueño de la alianza entre Pemex, Petrobras y PDVSA. "Ahí sería un filón de codesarrollo extraordinario". El país tiene que recomponer su relación con Venezuela sobre bases de intereses objetivos y estratégicos de largo plazo.
Y con Brasil, aunque menos visible, también se ha cometido un grave error, declara Muñoz Ledo. En México no se leyó bien la aspiración del gobierno brasileño de convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, asunto en el que entramos en rivalidad. Hay razones diplomáticas de México, con las que personalmente está de acuerdo, para que no se amplíe el número de asientos permanentes en ese órgano. Pero de ahí a caer en rivalidad diplomática con un país que piensa lo contrario, no tiene sentido, "menos aún asociándonos a los adversarios de esas naciones".
En resumen, México tiene que recomponer sus relaciones, direccionar muy bien su política exterior: tener mayor interés y articulación con Centroamérica; reivindicar su derecho a tener una buena relación con Cuba; recomponer la situación con Venezuela y leer bien los acontecimientos con Brasil, sin rivalizar. Además, tejer alianzas con los países emergentes, como China, India y Sudáfrica.
Desde su perspectiva, América Latina vive, no sin problemas y dificultades, un proceso de integración, por ahora subregional, situación que podría cambiar a una forma integral si se modifica también la actitud de México, pues es éste el "actor más importante y definitorio" de Latinoamérica.
Destaca que en el proceso de integración de América Latina, tiene 10 años que se dejó de convocar a México a reuniones; es decir, se escindió lo que correspondía a una intención estratégica de Estados Unidos del continente en dos: lo que los americanos llamaban la "zona de seguridad doméstica", que termina en Panamá, y la "zona de autonomía periférica", que va hacia América del Sur.
Advierte: "mientras no cambie la actitud de México, ese problema (de integración) no se podrá resolver. América Latina es impensable sin México, pero México tampoco puede pensarse sin América Latina. También hay que recomponer mentalmente, pues hay mucha gente en Latinoamérica que ya da por perdido a México, y eso, lamentablemente, es explicable por el comportamiento y las decisiones que desde hace tiempo el país ha tomado en política exterior".