Bajo la Lupa
La amante árabe de Wolfowitz, mantenida por el BM
Ampliar la imagen Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, a su llegada a una reunión del Fondo Monetario Internacional en Washington Foto: Ap
Suena a telenovela de clásico parasitismo neoliberal: atraparon al presidente del Banco Mundial (BM), Paul Dundes Wolfowitz (PDW), manteniendo a su amante árabe, Shaha Ali Riza, a costa de las aportaciones de los 185 países miembros. Hasta en sus romances, PDW es unilateralista recidivista.
Lo más maravilloso consiste en que el escándalo estalló en vísperas de la reunión del BM y su "campaña contra la corrupción" (¡súper sic!), pero ajena.
No nos asusta que PDW (man)tenga una amante árabe, aunque no cuaja que siendo neoconservador straussiano sea tan fariseo. Más que cherchez la femme (busque a la mujer), en nuestro caso investigativo se trata de cherchez l"homme (busque al hombre).
¿Quién es el israelí-estadunidense y neoconservador straussiano PDW? Una de las mentes más brillantes de Estados Unidos (e Israel), quien pecó de hubris como Mefistófeles: la "soberbia", que los clásicos griegos temían más que a la locura, porque a final de cuentas desemboca(ba) en la vesania. Haga lo que haga el resto de su vida estigmatizada, podemos adelantar su epitafio: arquitecto del mayor fracaso militar en la historia estadunidense, que desarrolló en 1992 desde el Pentágono en su Guía de política de planeación e implementó 11 años más tarde con la ilegal invasión unilateral a Irak.
Todo es cabalístico en PDW: 33 años de matrimonio con la antropóloga Clare Selgin, de quien se divorció en 2001, año atípico en la geopolítica de Estados Unidos. Sus tres hijos israelíes-estadunidenses tienen ahora una madrastra árabe: Shaha Ali Riza, libia de nacimiento y de madre sirio-saudita, quien, asegura The Times (20/3/05), es "feminista árabe", con quien comparte la "pasión por difundir la democracia en el mundo árabe". La "determinación de PDW por abolir el régimen opresivo de Saddam Hussein fue reforzada por la pasión" (por la democracia, desde luego) de Shaha.
Ahora resultó que la ilegal invasión unilateral de Estados Unidos a Irak, planeada por PDW desde 1992 (antes de haber conocido a Shaha), es una redición de la Guerra de Troya, tres milenios y medio más tarde, con Shaha sustituyendo a Elena. ¿PDW sería el Aquiles posmoderno y Shaha su talón (no confundir con Talión ni telón)?
De todo se podrá acusar a PDW, menos de no ser consistente unilateralista: las principales posiciones del decrépito BM fueron adjudicadas a sus aliados del Partido Republicano (los insufribles Robin Cleveland y Kevin Kellems, con salarios cada uno de más de 250 mil dólares al año), quienes controlaban áreas sensibles como la "unidad anti-corrupción", desde donde se negaba la ayuda al "desarrollo" de países incómodos con el pretexto de falsas imputaciones (al "estilo Irak"), donde aplicaban el apotegma (como la corrupta filial mexicana de Transparencia Internacional, financiada por la mafiosa gasera texana Enron): todos mis enemigos son corruptos.
A los países exorcizados por la "lista negra" del torturador régimen bushiano les era negada la ayuda del BM. Cuando Uzbekistán expulsó al ejército de Estados Unidos en 2005, las huestes de PDW en el BM le cortaron la ayuda. Lo mismo sucedió con India, Chad, Kenia y otros (The New York Times, 13/4/07).
Funcionaria en "comunicaciones" -no se especifica de qué tipo- en el BM para el área de Medio Oriente, Shaha fue obligada a retirarse cuando empezó a bullir el escándalo por sus excesivas percepciones (pecuniarias, desde luego) y fue apuntalada por su amante generoso de lo ajeno para recibir un suculento salario triangulado de 93 mil dólares anuales en el Departamento de Estado, adonde fue trasladada clandestinamente a las órdenes de Liza Cheney, hija del vicepresidente Dick, pero pagada por el BM para cerrar el círculo vicioso: estipendio muy superior al de la secretaria Condi Rice. Tiene lógica: Condi es todavía recalcitrante soltera y no es amante de PDW.
El tratamiento salarial de la amante árabe, ahora ciudadana británica, era preferencial frente a los 10 mil empleados, quienes han vituperado el nepotismo de su presidente. El problema es que PDW se condujo como si el dinero del BM perteneciera monopólicamente al régimen torturador bushiano.
El manejo gerencial de PDW nunca fue muy pulcro desde su control del Pentágono. Por ahí existe un faltante colosal de 14 dígitos de dinero que extravió el "contralor" (sic) del Pentágono Dov Zakheim, muy cercano al partido Likud israelí, quien resultó ser rabino y aliado geopolítico de PDW (Cleveland Indy Media Center, 31/1/05). En la etapa del desregulado neoliberalismo global nadie es más corrupto que un neoconservador straussiano.
No faltarán multimedia controlados por la banca israelí-anglosajona que se obstinen en demostrar que la promoción de Shaha forma parte del "fomento y desarrollo" de "realización personal" de los "recursos humanos" del BM, entidad tan decrépita como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus excrecencias putrefactas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La revista Vanity Fair de marzo descubrió que la amante árabe de PDW sirvió de "consultora" (en México, el genio popular la catalogaría de "mil usos") de la macabra contratista militar Science Applications International Corporation (SAIC) mientras era empleada en el BM, durante la invasión ilegal a Irak.
El verdadero escándalo no radica en la fetidez legendaria del BM y PDW, sino en haber expuesto las andanzas de SAIC, la misteriosa contratista militar del Pentágono, lo cual merece un tratamiento especial.
Se sabía que el BM carecía de la más mínima ética financiera, colmado de pletóricos escándalos, pero es el común denominador de los "organismos internacionales" controlados por Estados Unidos. Quizá estemos hablando de diferentes "éticas": no es lo mismo la "ética" anatocista de Shylock (el Mercader de Venecia), expuesta por el genio de Shakespeare, que la "ética" renacentista florentina, en la que el fin no justifica los medios.
Ya decía el sabio Confucio que uno de los signos premonitorios de la decadencia y el caos sucede cuando la semántica pierde su significado y es corrompida por los menos virtuosos.
Un primitivo neoliberal mexicano (valga la tautología) se burlaría del "asunto Wolfowitz" y no entendería sus implicaciones éticas y estéticas, ya no se diga geopolíticas (detrás se encuentra el torpedeo del bombardeo a Irán, que luego expondremos). Por cierto, Felipe el Breve estaba feliz de haberse tomado una foto con PDW, su verdadero "padrino".
La presidencia del BM, bajo el control de Estados Unidos, pertenece, como toda su superestructura trasnacional, a su más alta estrategia militar, no económica y mucho menos de "desarrollo para los pobres". ¿La manutención de Shaha por el BM habrá sido en su carácter de "pobre"?
El criterio de "ayuda a los pobres" del BM es militar y geopolítico. Los ejemplos palmarios lo representan las dos presidencias de Robert McNamara, del lado demócrata, y PDW, del lado republicano: dos anteriores superestrategas del Pentágono, uno con la derrota de Vietnam a cuestas y el otro con la catástrofe de Irak en su conciencia.
Si el resto de los 184 miembros no se percata que el BM y el FMI (ya no se diga sus excrecencias de la OCDE y el BID) forman parte del brazo armado militar de Estados Unidos, entonces que se sigan flagelando, pero que cesen de quejarse amargamente de su "pobreza", más mental que física.