El repertorio de ese siglo, en el olvido: investigador
La antología Teatro mexicano decimonónico salda una deuda
La antología Teatro mexicano decimonónico, de cuya selección y prólogo se encargó el investigador Eduardo Contreras Soto, viene a resarcir una añeja deuda que el ámbito académico tenía con la dramaturgia de esa época.
Y es que, a decir del director escénico y productor teatral Ignacio Escárcega, llama la atención que el repertorio dramatúrgico del siglo XIX haya sido tan poco atendido en los escenarios, pero también en los estudios, tanto los especializados, como los no tanto en el teatro de esa época.
"A mediados de la centuria pasada -indicó-, el estudio crítico canceló la vigencia de los textos del siglo XIX, pero con el paso de los años resulta clara la imposibilidad de entender a los padres del teatro moderno mexicano sin voltear la mirada a las propuestas de los abuelos."
Publicado por Ediciones Cal y Arena, en su colección Los imprescindibles, este minucioso y vasto volumen, en cuyas más de 800 páginas se hayan contenidas 15 obras escritas por 12 dramaturgos entre 1817 y 1905, fue presentado en días pasados en la Casa Refugio Citlaltépetl.
Acompañado por Ignacio Escárcega y Contreras Soto, el historiador José Ortiz Monasterio destacó que la marginación en la que ha permanecido el teatro nacional de esa época responde a la ruptura natural que se da entre las generaciones y los movimientos artísticos, en el caso particular, entre el romanticismo y el modernismo.
"El neoclásico y el romanticismo fueron menospreciados durante mucho tiempo precisamente a partir del modernismo. Creo que lo que ocurrió y que es muy común en la historia del arte fue un fenómeno de canibalismo estético", dijo.
De acuerdo con el investigador, adscrito al Instituto Mora, "la antología pone en valor el teatro del siglo XIX, que no es tarea fácil, porque se trabaja a contrapelo del gusto actual".
Consideró que las obras seleccionadas "son hitos de nuestra historia literaria y sería injusto no apreciar y rendir los merecidos honores a estos autores fundacionales que, enfrentando innumerables obstáculos, se afanaron por crear una literatura propia, distinta a la española".
Ortiz Monasterio recurrió a un escrito de Vicente Riva Palacio, elaborado en 1882, para describir el malinchismo y el racismo prevaleciente en esa época, reflejado, entre otros aspectos, en el sometimiento del teatro nacional a las dramaturgias y compañías españolas y la dificultad de los autores nacionales para ser representados. "No sé si esto sirva de consuelo a los dramaturgos de nuestro tiempo, que se quejan amargamente de que el público no quiere apagar la tele para ir al teatro. Es un hecho indudable que en el siglo XIX la mayoría de los dramas que se escribieron jamás llegaron a las tablas, y los que sí pudieron, casi todos fueron representados una sola vez".
A partir de la convicción de que la pugna entre conservadores y liberales, tan característica del siglo XIX, sigue incubada en buena parte de los mexicanos, Ignacio Escárcega subrayó la vigencia y la actualidad de la antología, "pues varias de las obras que se incluyen dan cuenta de ello".
Entre las principales virtudes del volumen, resaltó la abundancia y variedad de la selección, con distintos géneros, estilos e influencias históricas.
Otro de los valores destacados por el también director de la Compañía Nacional de Teatro fue que el libro de Contreras Soto permite regodearnos con el grabado de los hábitos y los gustos de quienes hacían y disfrutaban de ese teatro, que "en varios casos, además, se trata de personas de pluma y espada".
Entre otros de esos autores, se encuentran José Joaquín Fernández de Lizardi, Manuel Eduardo de Gorostiza, Fernando Calderón y Vicente Riva Palacio, así como los más conocidos como poetas Manuel Acuña y Manuel José Othón.