Por siempre bruja
Si todo mundo, especialmente los partidos políticos, se quedan calladitos frente a la afrenta que van a cometer, el día de hoy la Cámara de Diputados desechará una reforma que pretendía que las mujeres pudieran ascender al grado de generala de División en el Ejército y, en consecuencia, pudieran aspirar a ser titular de la Secretaría de la Defensa Nacional.
El jueves, ¡la Comisión de Equidad y Género!, que preside la diputada perredista Maricela Contreras, convalidó un dictamen de la pasada Legislatura en el que se rechaza la iniciativa que propuso la ex diputada Cristina Portillo Ayala, también del PRD. De acuerdo con el artículo 32 de la Ley de Ascensos y Recompensas del Ejército y Fuerza Aérea mexicanos, "los ascensos a los grados de coronel, general brigadier o de grupo, de brigada o de ala y de división serán conferidos por el Presidente de la República, atendiendo preferentemente al mérito, aptitud y competencia, calificados a juicio de dicho alto funcionario".
Este país no dejará nunca de sorprendernos: 1) En México, para ser secretario de la Defensa es preciso contar con testículos, próstata, pene y producir mil veces más testosterona que una mujer; 2) En este país, para ser secretario de la Defensa es indefectiblemente menester ser militar.
En Estados Unidos, país en el que reciben alta capacitación los militares mexicanos de alto rango, los secretarios de la Defensa suelen no ser militares (Donald Rumsfeld, por ejemplo). En Chile ya hubo una mujer y civil, secretaria de la Defensa. La actual presidenta Michelle Bachelet es médica, y unos estudios sobre estrategia militar que hizo en Chile y en Estados Unidos no la hacen militar. Si usted hace una búsqueda, con perspectiva histórica, sobre los responsables de las fuerzas armadas en los países europeos se llevará una buena sorpresa. El civil más notorio, históricamente hablando, cabeza del almirantazgo de la Gran Bretaña, se llama Sir Winston Churchill.
Ciertamente cerrarles el paso mediante la ley a las mujeres para que no puedan acceder a la Secretaría de la Defensa, aun siendo militares, es verdaderamente uno de los muchos colmos canallas de nuestro tercermundismo. Ovación de todo México para tan civilizada disposición jurídica.
En 1961 el antropólogo español Julio Caro Baroja dedicó uno de sus trabajos de investigación a Las brujas y su mundo. La brujería constituía una reliquia de determinados aspectos de ritos arcaicos populares, en especial los cultos dedicados a la fertilidad, que existían en toda Europa antes de la llegada del cristianismo. Después cristianismo y brujería convivieron por algunos siglos, pero a medida que la Iglesia católica adquirió mayor poder y relevancia, los cristianos comenzaron a considerar a las fuerzas y dioses adorados en las prácticas rituales no cristianas como demonios, y a quienes los practicaban, principalmente mujeres, brujas.
Sabemos ahora que en las profundidades de la sique de los varones reside aún el miedo prehistórico inmenso que el poder de dar vida de las hembras producía en los machos; sabemos que en condiciones de homínidos incipientes las hembras debían cuidar a los críos mientras los machos debían batirse con las bestias para la alimentación de todos, y cómo estas prácticas desarrollaron en las hembras una capacidad de observación para percatarse del ciclo vital de múltiples vegetales y reproducirlo, dando lugar así al descubrimiento de la agricultura, y a la posibilidad de las civilizaciones sedentarias. Las hembras producían vida humana (y los machos ignoraban que ellos tenían algo que ver en el asunto), y aun idearon el modo de no andar a la trompa talega.
El historiador inglés James A. Froude escribió un día, "el miedo es el padre de la crueldad". Esa cobarde crueldad que entre los siglos XIII y XVI dio lugar probablemente al peor momento de persecución infame de la Santa Inquisición y de los jefes políticos, contra las brujas. Cientos de miles de mujeres que fueron torturadas y quemadas vivas en la hoguera porque, rechazadas por la(s) Iglesia(s), no era extraño que continuaran practicando ritos ancestrales que los despavoridos varones combatían con hierros candentes. Los machos invirtieron el terror de machos para volverlo crueldad y odio: "que me odien con tal de que me teman", puso en letras el escritor latino Lucius Accius (170-86 aC).
Tiempos oscurantistas vienen no sólo para las católicas. Benedicto XVI ha dicho que exige activismo y ortodoxia a los obispos, a los políticos católicos y a los creyentes de a pie. Cuestiones, dice, que "no son negociables". Las enumera: "la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos". Los políticos católicos están obligados a oponerse a las leyes que no se ajusten a su doctrina religiosa, y los obispos a exigírselo "constantemente". Malos tiempos.