Palestina, la ecología política del desastre
El lunes 26 de marzo de 2007, un río de desagüe y detritos en el norte de Gaza se desbordó al colapsarse un parapeto de tierra e inundó un campamento de refugiados, lo que expulsó de sus casas a unos 3 mil palestinos. Cinco habitantes se ahogaron, 25 fueron heridos y muchas casas quedaron destruidas.
New York Times, Washington Post y los medios televisivos señalaron como causa la deficiente infraestructura. Daily Alert (órgano informativo de los presidentes de las principales organizaciones judío-estadunidenses) culpó a los palestinos, de quienes afirman estaban sacando arena para venderle a los contratistas, con lo que minaron el parapeto. El desastre de Umm Naser (el poblado en cuestión) es emblemático de lo mal que está todo lo relacionado con la política estadunidense-israelí en Medio Oriente. El desastre en esta población aislada tiene sus raíces, primero y sobre todo, en Washington donde el comité de asuntos públicos estadunidense-israelí (American Israeli Public Affairs Committee o AIPAC, como es ampliamente conocido) y sus aliados políticos han logrado garantizar con éxito el respaldo estadunidense al boicot económico y financiero hacia el gobierno palestino tras la victoria democrática electoral de Hamas. La victoria de AIPAC en Washington ha reverberado por Europa y más allá, puesto que la Unión Europea también aplicó sanciones y canceló el financiamiento para todos los proyectos de nueva infraestructura y el mantenimiento de las instalaciones existentes. Entre 2005 y 2007 en las subsecuentes convenciones de AIPAC, los líderes de ambos partidos políticos principales, los líderes del Congreso estadunidense y la Casa Blanca se comprometieron a reforzar el boicot emprendido por AIPAC y la estrategia de sanciones. AIPAC celebró su victoria en favor de la política israelí y reivindicó la autoría de la legislación. Además de la desnutrición, dicha política desgasta todos los proyectos públicos de mantenimiento.
También es central al desastre de Umm Naser los bombardeos masivos emprendidos por Israel contra Gaza en el verano de 2006, que demolieron puentes, caminos, instalaciones de tratamiento de aguas residuales y de purificación de agua, así como plantas de energía eléctrica. El norte de Gaza era uno de los muchos blancos militares, lo que provocó severas presiones sobre los ya de por sí precarios presupuestos de infraestructura y gobierno, incluido el mantenimiento de las plantas de tratamiento de aguas negras y los cárcamos y vertederos de desagüe.
El bloqueo económico israelí sobre Gaza aumentó el desempleo, la pobreza y el hambre a niveles sin precedentes. Los desempleados en Gaza llegaron a ser 60 por ciento de la población y las familias con niños pequeños redujeron su ración a una comida diaria. Los jefes de familia buscaron desesperadamente cualquier modo que pudiera brindarles fondos para comprar medio kilo de garbanzo, aceite, arroz y harina para pan. Es posible que, forzados por el boicot estadunidense-israelí inducido por AIPAC y por el bombardeo y bloqueo israelí, algunos desesperados hayan retirado arena alrededor del vertedero de desagüe. El pretexto que invocan los presidentes de las principales organizaciones judío estadunidenses (conocidos como PMAJO, por sus siglas en inglés) culpa a las víctimas de sus propios sufrimientos y exonera a los israelíes, a AIPAC y a sus clientes en el Congreso estadunidense.
PMAJO ha justificado los 39 años de ocupación israelí y su negligencia criminal respecto de las instalaciones básicas de drenaje en Gaza. Israel gasta menos del 2 por ciento per capita en servicios básicos en los Territorios Ocupados, de lo que está obligado a proporcionar responsablemente según las leyes internacionales. Estados Unidos y los grupos de derechos humanos en Israel han documentado la pertinaz falta de responsabilidad del gobierno israelí hacia los civiles palestinos durante su brutal ocupación. No es sorprendente entonces que PMAJO no salga con algo mejor que culpar a los destituidos palestinos del colapso de un rudimentario parapeto de tierra y de las horribles muertes.
En cuanto a que si algún líder palestino puede tener responsabilidad en el asunto, el dedo apunta hacia la OLP, respaldada por Estados Unidos e Israel, y a su cabeza titular, Abbas, que reciben cualquier ayuda "humanitaria" que fluye hacia Palestina. Las decenas de millones de dólares por impuestos palestinos de importación que retenían los bancos israelíes, les fueron entregados a Mahmoud Abbas y a su vínculo con Mossad y la CIA, Mohammed Dahlen, para armar a grupos vigilantes anti-Hamas. Durante más de 20 años, los "moderados" líderes de la OLP y sus amigotes capitalistas han desviado decenas de millones de dólares y euros a sus cuentas privadas en bancos en el extranjero, con la aquiescencia de sus promotores europeos, estadunidenses e israelíes. ¿Qué importa una poquita corrupción Palestina si permite apuntalar a un incompetente grupo de "líderes" condescendientes?
El clamor de los pobladores de Umm Naser inundados por su propio drenaje no fue un acto del destino ni el resultado de la negligencia o el hurto locales: es la consecuencia directa de todo lo que está mal en la política estadunidense hacia Medio Oriente, proviene de tomar partido por una potencia colonial y sus poderosas voces y organizaciones en Washington. Umm Naser está grabada a todo lo largo de Palestina, Irak y Líbano: millones de pobladores árabes sufren las consecuencias de las guerras preventivas que se emprenden para garantizar la existencia del Gran Israel, como lo han afirmado públicamente el presidente Bush y el vicepresidente, buscando justificar las agresiones. Sus compromisos siguen el guión de las plataformas de cabildeo israelí en Washington que, por "coincidencia", es exactamente el que complace al Ministerio de Asuntos Exteriores israelí.
Traducción: Ramón Vera Herrera