Dos visiones del futuro
Es mucho lo que está en juego. Se trata del futuro de México, de la calidad de vida de millones de mexicanos en los próximos decenios y de nuestra supervivencia como una nación con autonomía. Felipe Calderón Hinojosa asegura que nuestro país será, hacia mediados de siglo, una de las mayores economías del planeta. El proyecto de presupuesto para 2008 que ha anticipado, muestra que se mantendrán los bajísimos niveles de financiamiento para la educación, la ciencia y la tecnología. De este modo se plantea implícitamente la hipótesis de que la economía mexicana alcanzará un nivel protagónico a escala global, sin el concurso de la ciencia ni de la educación.
El tema es de tal trascendencia para el país, que Juan Ramón de la Fuente, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), planteó recientemente una visión sobre el futuro completamente distinta. Durante la ceremonia en la que esa casa de estudios otorgó el doctorado honoris causa a siete distinguidos pensadores, el doctor De la Fuente encendió una señal de alerta: la sociedad del conocimiento, que es consecuencia de la globalización, no es una quimera ni una formulación abstracta. Los países se dividen ahora en dos grupos, dijo: los que tienen una educación promedio adecuada y aquellos en los que solamente una pequeña parte de su población tiene un nivel educativo aceptable, lo que explica por qué los primeros han logrado un desarrollo equitativo, y en los otros se mantiene el signo ominoso de la desigualdad.
El optimismo de Felipe Calderón se apoya en buena medida en proyecciones como las de la empresa Goldman Sachs, según las cuales, para 2050, Brasil, Rusia, India y China (BRIC) serán las economías más importantes del planeta. La misma empresa (como lo registra Olga Pellicer en el número más reciente de Proceso) ha estimado que hay otro grupo de países capaces de alcanzar a esas naciones, entre ellos México, que podría situarse como la sexta economía del mundo a mediados del siglo XXI. Esto llevó a Calderón a dar como un hecho, en su pasada gira por Europa, la futura pertenencia de nuestro país a los BRIC.
A principios de marzo, el rector de la UNAM afirmó que hay claras señales en el mundo de que las grandes inversiones tendrán como destino en los próximos años a los países donde se encuentren los científicos. Lo anterior significa que la captación de capitales extranjeros dependerá de que se cuente con personal altamente calificado. Luego, en la ceremonia en la que se reconoció a Leopoldo García-Colín, Juliana González, Ricardo Lagos, Ricardo Miledi, Nélida Piñón, Giovanni Sartori y Fernando Savater, De la Fuente insistió en el papel central de la educación y la ciencia en la construcción del futuro.
El rector, citando informes recientes de las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Foro Económico de Davos, la Work Foundation y el Consejo de Lisboa, mostró que los estados que han realizado en años inversiones masivas de recursos públicos a la educación han alcanzado coberturas superiores a 80 por ciento en educación superior (nivel terciario) en el grupo de edad de 18 a 24 años, mientras América Latina en promedio apenas rebasa 20 por ciento. Lo anterior se relaciona con el ingreso per cápita, que es de 49 mil dólares en Suecia y de apenas 8 mil en México.
La sociedad del conocimiento, afirmó De la Fuente, es una nueva realidad en la que los conocimientos no sólo se generan y transmiten, sino que se registran, se aplican, se patentan, se comercializan, se asocian, se exportan y se importan. La economía del conocimiento "... no es otra cosa que la capacidad que se tenga de incorporar el conocimiento a todos los sectores del aparato productivo".
La hipótesis del gobierno tiene un pequeño problema: los propios estudios de Goldman Sachs condicionan el arribo a los escenarios que tanto han llenado de gozo a nuestros funcionarios al cumplimiento de algunas políticas, entre las que destacan: la captación de inversión extranjera, un sistema educativo que garantice una fuerza laboral educada y la capacidad para generar innovaciones o adaptaciones tecnológicas. O sea, todo lo contrario a lo que hace el gobierno de Calderón. Las tendencias de crecimiento económico que muestran los BRIC se explican por el desarrollo de capacidades científicas endógenas de las que México se ha apartado, como ha señalado en estas páginas de forma brillante Alejandro Nadal.
Nos encontramos ante dos visiones completamente distintas sobre la forma en la que habría que construir nuestro futuro. Una sin educación, ciencia y tecnología, o en la que éstas se encuentran reducidas a su expresión mínima, y otra en la que el impulso de estas actividades es la condición indispensable para el desarrollo económico de México en el presente siglo.
En otras palabras, con el gobierno de Felipe Calderón nos dirigimos al abismo.