Presentan en el MUCA libro colectivo sobre 45 años de trayectoria artística
Ejercicio público ''de cartomancia'' alrededor de la obra de Marta Palau
El sábado 22 abrirá una exposición en la galería Juan Martín con sus creaciones recientes
Ampliar la imagen Marta Palau, ''artista a secas'', con sus kachinas (figuras labradas en madera) que exhibirá, además, con una instalación dedicada a las asesinadas de Juárez Foto: María Meléndrez Parada
''Artista" a secas, así se define Marta Palau, a quien le han colgado todo tipo de etiquetas, entre ellas, tapicera y escultora, porque a lo largo de su trayectoria de más de 45 años ha abrevado en una amplia gama de expresiones.
De eso da cuenta el libro largamente esperado, de varios autores, Marta Palau. Naualli (Turner/ CNCA/ gobierno de Michoacán/ UNAM/ Cecut/ Fundación BBVA-Bancomer, 2006), que será ''entrevistado", en un ''ejercicio público de reflexión y cartomancia", por Cuauhtémoc Medina, Rita Eder y la artista, hoy a las 18:30 horas, en el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA), costado sur de la Torre de Rectoría, en Ciudad Universitaria. Cabe mencionar que naualli significa hechicero(a) o brujo(a) en náhuatl.
Luego, el sábado 22, a las 12 horas, con el título Kachinas, Palau presentará su obra más reciente en la galería Juan Martín (calle Dickens 33 B, Polanco). Se trata de 13 esculturas tipo kachina y la instalación Cuatro atados de trece (2005), que está dedicada a las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez. También exhibe dos papeles amates pintados con escaleras que ''caminan" hacia la frontera. A pesar del ''cambio fuerte" en su obra, en realidad el tema sigue siendo la frontera.
Cautivada por las kachinas
El arte ritual de las Américas es uno de los grandes temas de la obra de la artista, aunque en los años recientes se ha ''clavado" mucho en el de Baja California, es decir, las pinturas rupestres cuyos personajes ha retomado en su obra. Fue mediante los estudios del estadunidense Joseph Campbell, conocido por su trabajo en el campo de la mitología comparativa, que empezó a interesarse en el arte de los indígenas de Estados Unidos.
La cultura de los anazasi, ancestros de los indios pueblo, de Arizona y Nuevo México, llamó su atención. De los indios pueblo, los hopis tienen la tradición de hacer kachinas, figuras labradas en madera, que representan espíritus ancestrales y sirven como intermediarios entre los humanos y los dioses. Son presentados a las mujeres y los niños de la tribu, y guardados en las casas como fetiches.
A Palau le cautivaron las kachinas más antiguas, no las actuales que son más comerciales, y el hecho de que estas muñecas tienen forma de cabeza -como cubeta invertida- muy parecida a la de los personajes de las pinturas rupestres de Baja California. Además, los indios hopis hablan un lenguaje que tiene reminiscencias del náhuatl y de las lenguas muertas de la península. Aclara que hay dos lenguas muertas y cinco que todavía se hablan, pero cada vez por menos gente.
La forma de las cabezas y una muñeca kachina en particular, de más de 200 años, hecha de una sola pieza, con una serpiente en la boca, le inspiró a realizar el presente trabajo. Estas muñecas suelen traer las cabezas adornadas. Para ello, Palau ha utilizado flores y hojas de maíz secas.
Explica: ''Quise darles ese sentido ritual que tiene esa kachina preciosa que encontré en un libro, hecha como monolito, de ojos grandes, que trae en la boca una serpiente de cascabel porque tiene unos amarres de cosas que cuelgan, como granitos de maíz, que es el cascabel de la víbora.
''Esa es la parte que me alucina, porque son objetos que se hacían con doble sentido. Uno, para darles a los niños. En una relación que tengo de ellos, una mujer les va gritando allí vienen las kachinas. Es como decir, ahí viene Santa Claus, porque son muñecas. Eran objetos que se hacían para crear un cierto bienestar y se guardaban en las casas. Llegaban las kachinas, pero no eran para jugar, sino para guardarse como espíritus familiares."
Las esculturas están hechas con tela sintética endurecida y trabajadas con diferentes tierras y barros. Están pintadas como simbolismos propios de la artista.
Para la instalación Cuatro atados de trece, título derivado de los cuatro atados de 13 años en que se dividía la era de los mayas, Palau puso literalmente un cuarteto de telas de yute colgantes, cada una con 13 calaveras, para así ''hablar de una era y hacer una llamada de atención acerca de la matanza de mujeres".
No obstante que muchos artistas han tocado el tema de las asesinadas de Juárez, esta es la primera vez que Palau incursiona en ello y quería tocar el ''sentido mágico" de la suma de las 52 calaveras, una era del calendario maya.
Todos los trabajos de Palau presentados forman parte del proyecto front-era: ''Estamos en la era de las fronteras. Estamos en el momento que no sólo nuestra frontera es conflictiva, sino todas. Vivimos una época de agresión contra otros pueblos y todo comienza en las fronteras".