Usted está aquí: miércoles 18 de abril de 2007 Espectáculos Entrega total del público a Silvio Rodríguez en el Auditorio Nacional

En un encore interminable, el cubano regresó 5 veces al escenario; fueron 24 canciones

Entrega total del público a Silvio Rodríguez en el Auditorio Nacional

Uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando interpretó la pieza Papalote

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen Silvio Rodríguez estuvo acompañado por el grupo Trovarroco

El cantante cubano Silvio Rodríguez tuvo un exitoso concierto el pasado lunes, en el primero de de una serie que ofreció en el Auditorio Nacional, lleno hasta el tope y donde estableció con el público una comunicación algo rara e interesante: a lo largo de toda la presentación cada quien pidió a gritos algunas de sus preferidas, pero el autor de Unicornio azul interpretó las que quiso. No obstante, los aplausos y la entrega del respetable se repetían cada vez con más frecuencia y más estruendosos. En un encore interminable el músico regresó en cinco ocasiones, para un total de 24 de sus temas.

Banderas cubanas ondearon. A las ocho con 42 minutos comenzó el concierto con los arpegios del grupo Trovarroco. La emoción creció alimentada por esa melodía dulce, que abrió paso a la llegada del autor, uno de los fundadores de la Nueva Trova Cubana, revolucionaria y consecuente, que ha legado cientos de canciones a los mexicanos, muchos de ellos llegaron al Auditorio Nacional para rememorar sus años ceceacheros o de pelo largo, aunque no necesariamente jipis.

Los cubanos se hicieron oír en las gradas. Se escuchó cantar a Silvio: "Yo vivo de preguntar; saber no puede ser lujo". Se trata de socializar el saber, y eso es algo natural en los niños, que siempre preguntan. Hace un repaso a la historia. "Soy un niño que pregunta". Silvio quiso ser ese niño, cuya curiosidad le hace aprender.

Remembranzas

Escaramujo, que con Piero iba a dar lugar a un disco que nunca salió, pero quedó ese tema. Sigue con una habanera. La música tiene un ritmo lento. "En el claro de la luna... mi guardiana de la suerte... sueña..." Trovarroco sonó armónico. Surgió una emoción juvenil, la de aquellos años, cuando el mundo era bipolar.

Papalote, uno de los momentos más emotivos de la noche. La historia del viejo borracho, personaje del pueblo, de los trajines juveniles. "Cae, cae, cae". Cae el borracho. Ante la gritería que pedía ésta o aquélla, Silvio pidió paciencia. "Bueno, si tienes un poco de paciencia". No es tanto lo fan, sino que esa música ha acompañado a miles de asistentes a lo largo de su vida, y eso debe entenderse.

"Ahora voy a cantar una que escribí hace años y que incluí en un disco reciente. Un asombro. Rodríguez es un autor que habla de estrellas, de la necesidad de cuidar el cielo, de idiomas perfectos por descubrir. Prosigue con un poema de Rogelio Noguera, de 1879, duro, drástico, pero no había de otra, pues es una composición épica sobre el holocausto, de hornos, de incineración, de presos, de miradas de niños aterrorizados. Una pregunta remató el poema y la lectura de Silvio: "¿Cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno?" "¡Qué solo está Sinhué!" La soledad es estar sin amor y sin fe.

La música tropical para un corazón que se ahoga de ternura. El son del corazón que bombea sangre con ritmo cálido. Desangrado son corazón.

"¡Canta las que quieras!", se escuchó de alguien que ya para esa hora sabía que Silvio no lo complacería. "Hay uno que me comprende", bromeó el músico. "Hay algunas libertades que me tomé."

Rindió homenaje a Vicente Garrido y al pintor Marco Huerta: Pedacito de papel al viento. Vuela mariposa muerta. Trovarroco, el trío de Villa Clara, "la ciudad célebre que tomó el Che Guevara", comentó Rodríguez. El joven Oliver Valdés en las percusiones y Niurka González en la flauta y el clarinete.

"Está buscando una palabra... corazón en fuga..."

El grupo de músicos tocó Chan Chan, en otro homenaje, éste para Compay Segundo. Regresó Silvio solo. Con su guitarra interpretó Unicornio azul, una de las más esperadas. Al final, un coro se escuchó celestial, sin exageraciones.

La sorpresa

Más gritos, más solicitudes. "¿Llevan prisa?", preguntó Silvio. Todo empezó en la sorpresa. ¿A dónde te marchas, canción de la brisa? ¡Bravo por ustedes! ¡Vivo en un país libre! ¡Viva Cuba! ¡Viva Fidel! Amo la mujer, soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen, por este día, los muertos de mi felicidad. Mi sombra, híper conocida. La era está pariendo un corazón. Se despidió. Regresó. "¿Quieren Ojalá?", preguntó con cierta modestia. Eran las 22:16, y vino Ojalá, que algunos no cantaron, sino se desgañitaron, sin exageraciones.

Silvio cantó la rola de pie, con una mano en el bolsillo del pantalón. Cual niño bueno.

22:20. Otro regreso. Parece que sólo habrá esa. Sólo una más, pero no. La maza. Si no creyera en la balanza... sino creyera en el delirio, ¿qué cosa fuera la maza sin cantera?

Otra vez se fue. De nuevo los aplausos. Volvió. Y otra vez con Verónica del mar. Ya eran las 22:53. Ahora sí se fue. Cantó la primera pieza que escuchó en su vida, que las abuelas cubanas cantan, susurran, a sus nietos, y las mamás a sus hijos: El colibrí, una composición de cuna.

Tras cinco encores, Silvio se fue a las 11 de la noche.

Décimas para Silvio Rodríguez

Debe de ser muy cabrón
Cargar con un nuevo niño
Desempolvar el cariño
Que merece la ocasión
Ver que ha llegado un ladrón
A robarte lo más tuyo
A sacarte del capullo
Donde guardabas tu vuelo
Para quitarte lo abuelo
Mientras le brindas arrullo.

Mientras le brindas arrullo
Al ser de tu mismo ser
Debe sentirse placer
Acompañado de orgullo
Debe escucharse el murmullo
Que de la profundidad
Alcanza la infinidad
Y sientes que se transforma
Y ves como se conforma
Un canto de libertad.

Un canto de libertad
Es amar a tu criatura
Y ni toda tu artistura
Ni siquiera tu verdad
Harán de tu voluntad
Fuerza, virtud y nobleza
Frente a la naturaleza
La inteligencia no existe
Aunque pienses que viviste
No sabes cuando se empieza.

No sabes cuando se empieza
El tiempo no se termina
Tú solamente camina
De su mano con terneza
Que si por algo tropieza
Recuerde que estás ahí
El punto sobre la i.
Los acentos en las úes
Sobre todas las virtudes
Engendrar el porvenir.

Marcial Alejandro

[email protected]

 
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