Presentaron nuevo libro de la experta de cara al 50 aniversario luctuoso del muralista
Diego Rivera hizo olas y más olas, pero dejó un arte perdurable, dijo Raquel Tibol
Que las autoridades culturales dejen a un lado los ''cebollazos" para festejar este 2007 el 50 aniversario luctuoso del pintor y muralista Diego Rivera, quien cargó con las ''sombras" -no defectos- de una persona que ''va y viene, hace olas y más olas. Pero, a fin de cuentas deja un arte perdurable", expresó Raquel Tibol al presentar la noche del martes su libro Diego Rivera, luces y sombras (Lumen, 2007), en la Galería Metropolitana de la Universidad Autónoma Metropolitana, que estuvo acompañada por Gerardo Unzueta y Eraclio Zepeda.
Para la crítica de arte ''quizá" el valor del presente libro sea mostrar un personaje que llegó a ''extremos de contradicción, que asumió y vivió a plenitud".
No obstante, ''fuera del mural sobre el panamericanismo que pintó en 1940 en San Francisco (California), no hay una imagen de Rivera en contra del pensamiento popular revolucionario más avanzado. Eso es lo que podemos decir de su coherencia''.
Como observó Gerardo Unzueta, militante comunista, Tibol dedica buena parte de Luces y sombras a mostrar ''la complejidad de las relaciones de Diego con su partido", del cual se alejó en 1925, fue expulsado en 1929 y reingresó en 1954.
En 1925, cuando Rivera pide que lo den de baja, señaló Tibol, el partido le contesta algo que hoy avergüenza a cualquier militante de la izquierda: ''Cómo te permites alejarte de la militancia. Lo que tienes que hacer es dejar de pintar".
Cuando lo expulsan, ''eso tiene más cola. Bien recordó Unzueta que se trató de una determinación de la Internacional Socialista, que decide que pequeños burgueses, sean pintores, escritores, músicos, científicos, etcétera, es gente poco adecuada para estar en las filas de los partidos comunistas. Esta era una aberración mental absoluta".
Tibol recordó que en México Arnoldo Martínez Verdugo comenzó el alejamiento de estas posiciones dogmáticas. ''Como dirigente del partido todavía comunista, clamó por una especie de libertad de conciencia de cada militante y no una sugesión disciplinada a las directivas. Es decir, pedía un militante evolucionado, más agudo".
Continuó: ''Lo peor de los partidos es no darle piso a los intelectuales y eso sigue ocurriendo, no digamos en el PAN, sino en el PRD. El PRD todavía no sabe darle piso a los valiosos intelectuales que se le acercan. Porque no es cuestión que a un pintor, un músico, un literato, se le trate con algodoncitos, ni con almohaditas bordadas, sino comprender el terreno específico que requiere la creación individual de un artista".
Tarea ciclópea
Mientras que el escritor Eraclio Zepeda se refirió a la tarea ciclópea de Tibol en el estudio de los aportes pictóricos mexicanos al mundo, el historiador Lorenzo Meyer mandó un texto en el cual hizo la siguiente comparación: ''En 2000 México volvió a cambiar políticamente, pero esta vez el cambio no ha ido acompañado de una explosión de creatividad. Esta vez el optimismo es sólo oficial, sin enjundia, burocrático.
''Obviamente, entre nosotros debe haber más de un equivalente a Diego Rivera, pero lo que falta son las condiciones que permitieron hacer de la creatividad y la inconformidad una gran obra. Hasta hoy, el discurso de la nueva elite del poder a lo más que ha llegado en materia de creación e innovación cultural y artística es a una megabiblioteca que cerró casi inmediatamente después de ser inaugurada y al vestido 'cristero' diseñado por la arquitecta María del Rayo Macías para que lo luzca la representante mexicana en el concurso Miss Universo 2007."