Reporte Económico
Pemex 2006 (II y última)
Desde la nacionalización de la industria petrolera, en 1938, y la creación de Petróleos Mexicanos (Pemex), esta empresa fue en muchos sentidos modelo y pilar del desarrollo económico del país. Durante más de cuatro décadas siempre estuvo un paso adelante garantizando el abasto energético de México en tiempos de alto crecimiento y expansión industrial. Su capacidad para hacerlo, por tanto, no es teórica, es un hecho comprobado.
Hoy, cuando la bonanza petrolera es palpable por los altos precios de los hidrocarburos y las ventas de Pemex (2006) totalizan 1 billón 58 mil 116 millones de pesos (Gráfico 4) -cifra que representa 11.5% del PIB y 54% del Presupuesto Federal de ese año (en que los ingresos petroleros aportaron cerca del 39% de dicho presupuesto)- se nos confirma que la situación de la empresa es crítica y amerita atención inmediata, que las reservas probadas ya sólo alcanzan para nueve años y que siguen disminuyendo, pues sólo se restituyen cuatro de cada 10 barriles extraídos de esa reserva; que la petroquímica está estancada, y que el país debe importar productos por 11 mil 300 millones de dólares al año pues Pemex no tiene capacidad para procesar los petrolíferos, el gas natural ni los petroquímicos que la población y la economía demandan.
¿Cómo es posible tal incongruencia? ¿Cómo hemos llegado a tamaño absurdo de que la empresa más importante y estratégica de México -propiedad además de todos los habitantes del país- esté en tal "crisis" y deterioro, sobrendeudada y en virtual quiebra técnica?
La respuesta tiene muchas ex-plicaciones administrativas, operativas y hasta de corrupción, pero una sola razón central: Pemex, como todo el sector público, cayó desde cinco lustros en manos de su peor enemigo: la derecha neoliberal, grupo que ya por cuatro desadministraciones completas ha desarticulado nuestra economía, malbaratado el patrimonio de la nación, expoliado su riqueza en favor del capital, y dejado al país sexenio tras sexenio peor que como estaba.
En este largo túnel de ya un cuarto de siglo, miles de integrantes de la clase política, hombres y mujeres de la derecha, han literalmente conspirado contra la na-ción, sus recursos, su progreso y su futuro desde el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Modificaron la Constitución, cambiaron las leyes, pusieron en desventaja a los productores nacionales, auspiciaron la desnacionalización de la planta productiva, desregularon y adaptaron las normas a conveniencia, potenciaron la corrupción a niveles nunca vistos, y garantizaron impunidad legal para los defraudadores, especuladores y depredadores de "cuello blanco".
El saqueo corporativo, trasna-cional y nacional, que se registra en el país no tiene paralelo en la historia del México independiente; la concentración del ingreso y la riqueza es motivo de "escándalo" hasta en los organismos internacionales (incluyendo a los que la propician); la evasión, la elusión, la condonación y los fraudes fiscales hacen del mexicano uno de los sistemas más ineficientes, regresivos, corruptos e injustos del planeta; y las privatizaciones no le han servido prácticamente de nada a la sociedad, pues los ingresos recibidos siempre han tenido un destino difuso, y los servicios antes públicos y ahora privados suelen ser peores y más caros (bancos, carreteras, ferrocarriles, comunicaciones...).
Pemex (al igual que la Comi-sión Federal de Electricidad, CFE, y Luz y Fuerza del Centro) no han sido privatizadas por la derecha en el poder sólo porque la oposición social y política ha sido firme y porque el costo para tales grupos sería muy alto.
Ante tales impedimentos, el camino alternativo del capital y sus gobiernos se ha enfocado a:
1) Estancar a Pemex y deteriorarlo física y financieramente. Todavía en 2005 la empresa perdió 79 mil millones de pesos (valor 2006) (Gráfico 4), aunque en 2006 ganó 42 mil millones gracias a los ajustes a su régimen fiscal.
El capital (patrimonio) de Pemex prácticamente ha desaparecido: fue de apenas 37 mil millones en 2006 y negativo en -28 mil millones en 2005 (Gráfico 5). La empresa registra activos (a favor) por 1 billón 210 mil millones de pesos, pero pasivos (deudas, impuestos y otras obligaciones por pagar) por 1 billón 173 mil millones, lo cual significa que ha sido llevada al extremo de que casi todo lo que tiene lo debe.
2) Agotarlo fiscalmente. Según el flujo de efectivo de 2006, Pemex registró ingresos por un total de 1 billón 160 mil millones de pesos, de los cuales pagó al fisco 590 mil millones por impuestos directos y 79 mil millones por indirectos (Gráfico 6), en total 669 millones de pesos pagados de impuestos, 57.7% de sus ingresos.
3) Sobrendeudarlo y abrirlo a la inversión y el financiamiento privados. Habiendo generado tantos recursos, en 2006 sólo se le autorizaron a Pemex para inversión 54 mil millones de pesos; la inversión total realizada, sin embargo, ascendió a 208 mil millones de pesos, es decir, sólo una cuarta parte fue inversión con recursos propios, 27 mil millones fueron del Fondo ARE (Aprovechamiento sobre Rendimientos Excedentes) y 126 mil millones, 61% del total, fueron inversión-financiamiento privado vía Pidiregas (originalmente Proyectos de Inversión de Impacto Diferido en el Gasto, ahora Proyectos de Infraestructura Productiva a Largo Plazo; una modalidad de arrendamiento financiero de alto costo) (Gráfico 7).
Mediante este último mecanismo se ha venido endeudando indirectamente a Pemex (y CFE) aunque tales obligaciones de pago no se contabilizan como deuda. Las cifras reconocidas como deuda son 505 mil millones a largo plazo y 64 mil millones a corto plazo (menos de un año), esto es, 569 mil millones de pesos (52 mil millones de dólares) en total, casi la mitad de sus activos (Gráfico 5), ello sin contar el gran pasivo laboral (pensiones y otras prestaciones) de 454 mil millones ni los mencionados Pidiregas.
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