Usted está aquí: domingo 29 de abril de 2007 Capital Revelaciones fascinantes

Angeles González Gamio

Revelaciones fascinantes

Uno de los acontecimientos de mayor trascendencia en la historia de la humanidad fue, sin lugar a dudas, el encuentro que se dio en el año 1492 entre la cultura europea y la de los naturales que habitaban el territorio que habría de conocerse como América, y que al paso de los años se fue enriqueciendo con el arribo de africanos de distintas regiones, que llegaron como esclavos, y los asiáticos que venían a través de la Nao de China.

Ahí se inició en realidad el proceso que ahora llamamos globalización, dando como resultado el desarrollo de expresiones sociales, artísticas y culturales totalmente novedosas, fruto de la asimilación, la adaptación y la imitación que dieron nacimiento a obras con una identidad propia. De esto nos habla Revelaciones. Las Artes en América Latina 1492-1820, magna exposición que llevó años de preparación, ya que en ella participan diversos países e instituciones que presentan 250 obras de arte, procedentes de 13 países de América y de colecciones públicas y privadas de Europa.

La impresionante muestra ya se expuso en el Museo de Arte de Filadelfia, uno de los patrocinadores, y ahora tenemos el privilegio de admirarla en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, que dirige la hermosa y eficaz Paloma Porraz, quien ha organizado también una serie de actividades paralelas interesantísimas, como un simposio internacional, unas jornadas culturales los domingos, en las que participan las embajadas, visitas guiadas gratuitas, cursos y talleres para niños.

En México tenemos piezas extraordinarias de arte virreinal, particularmente religioso, pero no nos imaginábamos las maravillas que se hicieron en otros países latinoamericanos durante ese período, que reflejan las diversas y complejas sociedades y revelan las similitudes e identidades del pasado histórico que comparten nuestros pueblos en sus devociones, tradiciones, artes y lenguajes.

Aquí se comprueba a plenitud la sabiduría de don Miguel León Portilla, al haberle denominado ''encuentro de dos mundos'', en lugar de ''descubrimiento de América'', como se le había nombrado al suceso hasta 1992, en que se conmemoró el quinto centenario y se dio acalorada polémica entre los seguidores de León Portilla y los del historiador Edmundo O' Gormann, quien sostenía la tesis del "descubrimiento"; prevaleció la de don Miguel, para bien de la precisión histórica.

A su arribo al nuevo mundo, los conquistadores, la Iglesia y los que vinieron a colonizar, encontraron una rica y diversa tradición artística, que habría de influir y modificar las artes europeas. Novedosos materiales como la caña de maíz y las maderas tropicales abrieron nuevas posibilidades para el tallado de objetos para el culto católico. Conocieron pigmentos nuevos que habrían de enriquecer las pinturas al oleo y el temple. El arte plumario recogió el estilo europeo, realizando obras maestras en esa técnica prehispánica. El encuentro también dio frutos en los textiles, tanto en los materiales como en las técnicas, y lo mismo sucedió en la orfebrería y la cerámica.

De todo ello tenemos aquí muestras notables, como una exquisita corona de espinas, de oro repujado, vaciado y cincelado, adornada con esmeraldas, topacios y otras piedras preciosas, procedente de Arequipa; o un retablo portátil de plata moldeada, repujada y cincelada con troquel bruñido, estuco y maguey policromado, que viajó desde Bolivia. México no se queda atrás y, entre otras cosas, presenta el excepcional relieve de Santiago Mataindios, estofado y policromado, que muestra una iconografía peculiarmente novohispana, ya que en lugar de moros muestra al santo montado en un caballo blanco, combatiendo junto a unos españoles en contra de los valerosos guerreros aztecas, los caballeros Tigre, con tocados de pluma, que aparecen con los cuerpos fragmentados, como solían mostrar a los vencidos los artistas prehispánicos.

Y ya no sigo porque se acaba el espacio y hay que ir a comer; sólo añado que la museografia también es espectacular. Así que, definitivamente, es una exposición que no hay que perderse, y con la ventaja que a unos pasos hay muchas opciones para comer bien. Hoy vamos a que conozcan un nuevo lugar, que tiene una vista maravillosa del Zócalo, ya que se encuentra en el sexto piso de un edificio recién restaurado, ubicado en Monte de Piedad 11, casi esquina con 5 de Mayo.

Se llama Puro Corazón y ofrece comida mexicana de pueblo, preparada con ingredientes como verdolagas, pápaloquelite, pipián, quintoniles, nopales, huauzontles, moles... ¡riquísimo! De postre, es esencial pedir las empanaditas de plátano con nuez, las hacen al momento y llegan calientitas y crujientes; tienen buen café.

De bajada hay que hacer escala en el primero y segundo pisos para ver y comprar, si puede, algún bello objeto de arte popular de los que tienen una selección de buena calidad.

[email protected]

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.