Buscar reconocimiento para la educación dancística, sugiere Alberto Dallal
El investigador y crítico Alberto Dallal sostiene que "la danza es el arte más vital que corrobora que estamos vivos. Para trabajar, los bailarines tienen que mostrar que son aptos para expresarse mediante el cuerpo. La danza registra la cultura de un pueblo, y es importante que reconozcamos que el arte dancístico comprueba nuestra perdurabilidad histórica en un momento en el que el mundo está violentamente casi autodestruyéndose".
Consideró que el reto de las autoridades culturales es brindar facilidades para que los bailarines se expresen, porque "México es un país de danzantes con una trayectoria enorme e intensa, además, existen muchas escuelas donde se preparan muy buenos bailarines".
El autor de Estudios sobre el arte coreográfico y La danza en México, enfatizó que si un bailarín no tiene un foro baila en la calle, pero debe tener el apoyo del reconocimiento profesional de lo que hace.
"Hay un problema mayor -agregó Dallal- que es el de coordinar todos los centros de enseñanza de danza porque no están reconocidos oficialmente en la Secretaría de Educación Pública y tiene que certificar que el bailarín es profesional, que las vías de su profesionalización no necesariamente ocurrieron en una escuela, sino que aquí prepararon su cuerpo para ser intérpretes y no está organizada una red de reconocimientos oficiales de la enseñanza de la danza".
En opinión del integrante del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, en el campo de la danza el mayor desafío es la organización, donde los personajes principales son los bailarines, después los coreógrafos, los maestros, y por último, los cronistas de la danza "tan necesarios porque tenemos que pasar al lenguaje discursivo un acontecimiento dancístico".
Al referirse a las celebraciones en México con motivo del Día Internacional de la Danza, Dallal rememoró una fiesta donde los grupos bailaron frente al Palacio de Bellas Artes: "Eso es lo maravilloso de la danza.
"Estamos en un momento histórico en que debemos ponderar primero, que los bailarines merecen reconocimiento profesional y, en segundo lugar, que la danza no la podemos extinguir; los que quieren hacerla por medio del movimiento de su cuerpo lo hacen, lo van hacer y nadie se los va impedir".