El último año de Salinas las organizaciones autónomas arrebataron la celebración a los oficialistas
Primero de mayo: del ''gracias, señor presidente'' a la independencia sindical
Zedillo, primer mandatario que no encabezó el desfile obrero; Fox se refugió en Los Pinos
Ampliar la imagen Mensaje obrero Foto: Marco Peláez/Archivo
En un momento de tensión entre la clase trabajadora y el gobierno de Felipe Calderón, a raíz de la reforma a la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y la crisis del sector minero, mañana el sindicalismo oficial conmemorará el Día Internacional del Trabajo sin la presencia del jefe del Ejecutivo federal. Las organizaciones independientes, sin embargo, saldrán a las calles de la ciudad de México con una marcha que se dirigirá a la Plaza de la Constitución, en rechazo a la política laboral de la incipiente administración federal.
La decisión presidencial de no celebrar el primero de mayo rompe una tradición en la que los mandatarios aprovechaban esta jornada para reivindicar su política laboral, y en donde eran frecuentes las mantas con la leyenda ''¡Gracias, señor presidente!''
Luego de más de una década de no marchar juntos, en 1994 los grupos sindicales autónomos salieron a las calles para manifestar unidos su inconformidad por los seis años de Carlos Salinas. Fue una de las más grandes movilizaciones que se recuerden del sindicalismo independiente, que a su paso desde el Monumento a los Niños Héroes al Zócalo dejó constancia de sus demandas salariales, su repudio al candidato oficial, Ernesto Zedillo, y de apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Por el lado oficial, en medio de fuertes medidas de seguridad el presidente Salinas abrió la marcha y se instaló en el balcón central de Palacio Nacional.
Doce meses más tarde, después de 82 años el sindicalismo independiente recuperó la celebración, por primera vez sin cercos ni retenes policiales. Las demandas principales fueron aumento salarial, apoyo al sindicato de la ex Ruta 100 y libertad a los presos políticos.
En el teatro Ferrocarrilero, Ernesto Zedillo se convirtió en el primer mandatario desde 1925 en no presidir el desfile oficial y el primero, desde 1952, que no lo inauguraba. El motivo del cambio en la celebración fue la crisis económica del país, que detonó con el inicio de su gobierno y el llamado ''error de diciembre''.
El primero de mayo de 1996, Ernesto Zedillo encabezó la celebración oficial en la explanada del Congreso del Trabajo, donde "auguró" los primeros indicios de la recuperación económica. Del Monumento a la Revolución al Zócalo, 250 mil trabajadores y afiliados a sindicatos independientes demandaron aumento salarial de emergencia, freno a la carestía y solución a la cartera vencida, además de expresar su rechazo al neoliberalismo y a la privatización del Seguro Social.
En 1997, los movimientos de trabajadores independientes festejaron su día en el Zócalo, lugar al que llegó el magisterio oaxaqueño después de recorrer 580 kilómetros a pie para exigir el fin de la corrupción, del sindicalismo charro y demandar una reforma educativa. Ese año se produjo un avance en la unidad del sindicalismo independiente. De manera paralela, en el Auditorio Nacional, frente a Zedillo, salió a relucir la lucha por la sucesión del Fidel Velázquez en la Confederación de Trabajadores de México, quien por primera vez no acudió al acto.
Luego de tres años de no celebrar en la Plaza de la Constitución, en 1998 el movimiento obrero oficial regresó al Zócalo, pero sólo por espacio de 35 minutos, en los que reafirmó su apoyo al gobierno y al mandatario en turno. Más tarde, unos 50 mil afiliados de la recién constituida Unión Nacional de Trabajadores, así como empleados independientes y organizaciones indígenas y populares tomaron la plaza para exigir un cambio en la política económica.
En 1999, en la Plaza de la Constitución el Presidente intentó levantar el ánimo de los trabajadores, al anunciar el aumento de empleos y la superación de la crisis. Desde el mismo sitio, los trabajadores independientes repudiaron la privatización de los sectores estratégicos y también el modelo económico neoliberal.
Con el estigma de dirigir un sexenio con la mayor caída salarial de los anteriores 18 años (en el que el poder de compra acumuló una pérdida de 47.2 por ciento), en su último acto oficial del primero de mayo, Zedillo refrendó su proyecto de gobierno y destacó "el patriotismo, convicción y esfuerzo" de los trabajadores mexicanos. A su vez, el mitin no oficial se pronunció por evitar la desaparición de la política social. A esa marcha se sumaron los contingentes del Consejo General de Huelga de la UNAM.
En su primer año de gobierno, Vicente Fox fue abucheado por los trabajadores en el Museo Nacional de Antropología, donde recibió el rechazo a la reforma fiscal y al impuesto a medicinas y alimentos. En el Zócalo, la Unión Nacional de Trabajadores anunciaba el fin del sindicalismo oficial, y por primera vez, desde la ruptura con el Congreso del Trabajo, en 1995, las organizaciones disidentes coincidieron con el sector obrero priísta en el rechazo a la reforma fiscal.
Con la concentración de 2002 en el Zócalo, quedó de manifiesto la unidad de los trabajadores en contra de Fox Quesada, a quien le manifestaron su repudio por su "contrarreforma laboral". La conmemoración del sindicalismo independiente se convirtió, por primera vez en cinco años, en un mitin que rebasó las expectativas de los organizadores y sorteó las diferencias de sus dirigentes. En el acto oficial, el mandatario se recluyó -como ningún presidente lo había hecho- en Los Pinos, donde se reunió con el viejo sindicalismo, empresarios, legisladores y su gabinete, ante quienes anunció una amplia consulta para reformar la ley laboral.
Por primera vez, sindicatos independientes y organizaciones campesinas se reunieron en el 2003, también en el Zócalo capitalino, para rechazar la reforma a la Ley Federal del Trabajo o reforma Abascal. En Los Pinos, la ceremonia oficial se realizó a puerta cerrada. Fox Quesada anunció la puesta en marcha de un "programa" de obras públicas y reiteró su invitación a la iniciativa privada para participar.
En el ritual oficial de 2004, el guanajuatense convirtió la residencia oficial en un foro para criticar la postura del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, opositor a la propuesta de reforma al régimen de jubilaciones y pensiones en el organismo. La renuncia del director del instituto, Santiago Levy, unificó a los sindicatos independientes, para los cuales la Plaza de la Constitución resultó insuficiente.
Con el anuncio de que la mitad de los empleados del país ganaba menos de 80 pesos diarios y que el 44 por ciento de los trabajadores laboraba mediante contratos verbales, en 2005 el sector independiente manifestó su repudio al presidente y a su esposa, Marta Sahagún. Llamaron a la creación de un frente de izquierda para respaldar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
En contraparte, el Congreso del Trabajo celebró en el Zócalo un acto de 20 minutos, donde los dirigentes oficialistas pidieron tibiamente un pacto político nacional en defensa a los trabajadores. Concluido el encuentro, se dirigieron a Los Pinos.
El año pasado, el sector independiente se sumó a las movilizaciones de la comunidad latina en Estados Unidos y repudió la muerte de los trabajadores mineros de Sicartsa y Pasta de Conchos. Frente a sólo 350 personas, en Los Pinos, Fox omitió el conflicto y manifestó que las conquistas sociales no se logran con el quebrantamiento de la ley.