Por Bob Huff*
Se estima que existen 35 millones de personas que consumen metanfetamina en todo el mundo. En un estudio reciente del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (DHHS, por sus siglas en inglés) sobre los ingresos en los servicios de emergencia de los hospitales por uso de esta droga, aproximadamente 40 por ciento de los pacientes fueron mujeres y 56 por ciento tenían entre 18 y 34 años.
Un tipo de metanfetamina particularmente potente que actualmente se puede comprar en la calle se parece a un caramelo transparente o a cristales de hielo (“ice”, es uno de sus nombres comunes, como “cristal”, “cristina” o “tina”). Los precios actuales de los cristales de metanfetamina pueden variar de 20 a 80 dólares por cada 0.25 gramos. Esos cristales y otras formas de presentación de la droga pueden comerse, fumarse, aspirarse, inyectarse o introducirse en el ano (práctica que se conoce en inglés como booty bumping). Si se fuma, hace efecto a los tres minutos y si se ingiere tarda entre 15 y 20 minutos en producir una sensación eufórica. El efecto de una sola dosis dura entre ocho y doce horas.
Efectos
La metanfetamina libera una molécula del cerebro que envía mensajes químicos (neurotransmisor) llamada dopamina. La dopamina actúa particularmente en los centros cerebrales del placer y de la recompensa. Mientras la cocaína estimula las concentraciones normales de dopamina hasta alrededor de 400 por ciento, la metafetamina puede hacerlo hasta 1,500 por ciento (lo cual brinda al usuario una intensísima sensación de placer).
La metanfetamina también inhibe la reabsorción de la dopamina en la sinapsis de las neuronas cerebrales. Después de la liberación inicial de la ola que acompaña al placer, la dopamina se agota y las neuronas necesitan mucho tiempo de recuperación antes de volver a emitir las señales normales de la dopamina (y con ello la experiencia normal del placer).
Regresar de una sensación eufórica producida por la metanfetamina puede ser extremadamente molesto y hasta peligroso. Los síntomas de abstinencia de pueden incluir depresión, sueño excesivo y comportamientos psicóticos y paranoides. Debido a los prolongados efectos estimulantes de la droga, por lo general, los usuarios no pueden dormir mientras sienten la sensación de euforia y puede que lo hagan durante periodos excesivamente largos luego de “bajar”.
Por qué es tan popular
Un estudio del Cesar E. Chávez Institute de San Francisco realizado entre varones homosexuales estadounidenses encontró que las razones para el uso de estimulantes eran variadas. El uso de metanfetaminas se asoció más a menudo al desempeño sexual, mientras que el de la cocaína se relacionó primordialmente con las relaciones sociales.
A pesar de los problemas de disfunción sexual derivados de su uso, los usuarios de metanfetamina informaron que podían tener relaciones sexuales sin culpa o sin las distracciones mentales de vergüenza o turbación. Quienes utilizan Internet para conseguir pareja manifestaron que la pérdida de inhibiciones les permitió tener relaciones sexuales con “cualquiera que toque el timbre” a las tres de la mañana.
Los cristales de metanfetamina aumentan drásticamente el impulso sexual tanto en los hombres como en las mujeres. Los deseos sexuales y los patrones de comportamiento también pueden verse alterados por la metanfetamina porque los individuos cambian los roles sexuales que acostumbran desempeñar debido a la pérdida de inhibiciones. Estos efectos desinhibidores y las bravuconadas que despliegan sus consumidores son un factor de riesgo para ellos y sus parejas. Los usuarios pueden sentirse invencibles y creer que no pueden llegar a infectarse con el VIH, o que no necesitan seguir tomando su medicación anti sida.
A menudo, también experimentan efectos secundarios negativos en su actividad sexual, incluyendo “pene de cristal”: cuando el miembro se mantiene erecto, pero mucho más pequeño que lo usual. Los condones pueden así deslizarse durante el coito, lo que aumenta el riesgo de transmisión del VIH. Los largos periodos de actividad sexual y los orgasmos retrasados que los usuarios por lo general informan pueden aumentar la probabilidad de lesiones anales o vaginales (y de la transmisión del sida) debido a la sequedad e irritación.
Resulta completamente verosímil que las consecuencias del uso de la metanfetamina, tales como una mala nutrición y la falta de sueño, influyan en la progresión de la enfermedad del VIH; y que el deterioro relacionado con los estupefacientes de la salud en general pueda aumentar la susceptibilidad a las enfermedades oportunistas. Otro impacto significativo del uso de metanfetamina en la enfermedad del VIH es el riesgo de menor adherencia a la medicación.
Es esencial que las personas con VIH positivas que usan metanfetamina conozcan los numerosos riesgos para la salud asociados con los estupefacientes (función inmune debilitada y salud general disminuida, daño a las estructuras cerebrales y deterioro cognitivo concomitante, falta de adherencia real o percibida a los regímenes antirretrovirales y potencial de interacciones con medicaciones anti sida) y también el riesgo de transmitir el virus a su pareja porque el condón puede romperse o deslizarse.
* Bob Huff es director de editoriales de Treatment Action Group en la ciudad de Nueva York. Versión editada del texto publicado en la revista Beta en español, volumen 19, número 1, otoño de 2006. |
Cuidado con los efectos secundarios
Las personas con VIH son particularmente vulnerables a algunos de los efectos secundarios por el uso de metanfetamina.
• La poca adherencia a las medicaciones antirretrovirales puede provenir de la sensación de invencibilidad provocada por los estupefacientes, o de los largos periodos de sueño luego de terminado el efecto, o porque el individuo simplemente se olvida de tomar la medicación durante extensos periodos de uso de metanfetamina.
• La deshidratación es un riesgo serio porque los usuarios pueden olvidarse de beber agua o pueden consumir metanfetamina donde no dispongan de agua de filtro o envasada. Este riesgo es especialmente peligroso para las personas seropositivas al VIH que sufren diarrea crónica, efecto secundario de algunas medicaciones antirretrovirales.
• La “boca de metanfetamina” (caries provocada en parte por una boca seca a raíz de la metanfetamina y por una higiene bucal inadecuada) puede hacer que las bacterias florezcan en la boca, lo que aumenta la sobrecarga sobre el sistema inmunológico.
• El estado de salud general debilitado, algo común entre usuarios que consumen mucha metanfetamina, puede apurar la progresión de la enfermedad y dejar al usuario con VIH a merced de peligrosas infecciones oportunistas.
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