Usted está aquí: jueves 10 de mayo de 2007 Opinión Turquía

Marta Tawil

Turquía

La elección probable del actual ministro de Relaciones Exteriores, Abdullah Gül, a la presidencia de la República en Turquía provocó que cientos de miles de personas se manifestaran en las calles de Estambul con banderas y retratos del fundador de la Turquía moderna: Mustafa Kemal Ataturk. Tanto sectores de la población turca como la oposición política sospechan que Gül y el primer ministro Recep Tayyip Erdogan intentan desmantelar el sistema secular, herencia kemalista.

Los "laicos", empezando por los jefes militares y los jueces, temen que el Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) en el gobierno se aleje de los principios de la República si llegan a controlar la presidencia, última gran institución del Estado que hasta ahora ha escapado de su control. Si bien las diferencias del programa económico y política exterior del AKP y de la oposición no son enormes, esta crisis política muestra dilemas de la democracia que se superponen con la evolución regional y las relaciones con Europa.

El AKP nació de una escisión provocada por la "segunda generación" del movimiento fundamentalista del ex primer ministro Necmetin Erbakan (Partido del Bienestar, Refah Partisi, que se oponía a la candidatura de adhesión a la Unión Europea) y que el ejército sacó con un golpe en 1997. El AKP rompe con su antecesor y defiende un programa de "democracia conservadora", liberal en lo económico y lo político, y conservador en lo social; vence en las elecciones legislativas de 2002 y en 2003 nombra primer ministro a Erdogan, quien forma gobierno sin necesidad de coalición.

Asimismo, el AKP dice respetar el secularismo de la constitución turca en tanto separación entre el Estado y la religión, pero repudia el jacobinismo interpretado como injerencia del Estado en la esfera de la religión para combatir las instituciones religiosas y limitar la libertad de culto. La cuestión del velo islámico, prohibido en las escuelas públicas y universidades, es uno de los principales puntos de enfrentamiento con los kemalistas. El uso del velo es cada vez más visible en la sociedad turca, en la cual, según una encuesta sociológica de 2003, 65 por ciento de las mujeres lo usa.

En materia de política exterior, las diferencias del programa del AKP con la herencia kemalista distan de ser radicales. El gobierno de Erdogan defiende la alianza con Estados Unidos y la adhesión a la Unión Europea. En los años 50, la política exterior de Turquía entró en el bloque occidental (comenzando por su ingreso a la OTAN en 1952) menos por elección ideológica, que por razones asociadas estrechamente a la seguridad de un país enfrentado a la "amenaza soviética" y una relación difícil con el mundo árabe. Sin embargo, desde 2003 la relación con Washington y Tel Aviv ha atravesado tensiones periódicas, ya que Ankara ha protestado abiertamente contra las acciones del ejército israelí en los territorios palestinos ocupados, y la política estadunidense hacia Irak y Siria.

La apertura de un frente en el norte de Irak agravó el riesgo de desestabilización de la frontera turca en zona kurda, lo cual acercó Ankara a la posición de los otros países de la región con una minoría kurda importante, Irán y Siria. La oposición masiva de la opinión pública turca a la invasión de Irak y el rechazo de los parlamentarios turcos al despliegue de tropas estadunidenses en territorio nacional se explican, no por la solidaridad musulmana, sino por reivindicaciones antimperialistas y promultilaterales, así como por el temor a las consecuencias económicas de dicha invasión (Turquía fue una de las principales víctimas económicas de la guerra del Golfo de 1991).

La encrucijada de 2003 representó un eje de convergencia entre los militares y el AKP. El acercamiento con Siria, que inició en 2000 y se consolidó a partir de 2004, ha contribuido a fortalecer lazos con otros países árabes de la región, en el ámbito de la cooperación energética (la extensión del gasoducto que conectará a Turquía con Europa a través de Siria y Líbano), de políticas contra el terrorismo y de las inversiones (provenientes de los países del Golfo).

El principal tema internacional sigue siendo la integración a Europa. La política exterior turca está muy ligada al espacio euroatlántico, por lo que el recurso a los golpes de Estado se antoja cada vez menos concebible para el establishment político-militar. La guerra en Irak acercó más Turquía a Bruselas; el gobierno turco se ha esforzado por satisfacer los criterios de adhesión a la Unión Europea, realizando diversas reformas económicas y políticas, y retomando otras (entre ellas, la autorización del uso oficial de la lengua kurda y la abolición de la pena de muerte en tiempos de paz). Su integración seguramente alejaría a los militares y requilibraría las relaciones de Turquía con Occidente rompiendo la inercia del carácter privilegiado y exclusivo del eje Ankara-Washington-Tel Aviv en la política exterior turca. Sin embargo, después de la victoria de Nicolas Sarkozy en Francia, el sueño europeo de Turquía está más lejos de concretarse que nunca.

 
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