A la mitad del foro
Para morirse del susto
Ampliar la imagen Fidel Herrera Beltrán, oficio político puesto a prueba Foto: Marco Peláez
Va de cuento: Heriberto Jara, gobernador de Veracruz, solicitó, por los conductos debidos, le cambiaran al jefe de la Zona Militar en la entidad. No hubo respuesta; insistió y recibió seco informe-respuesta del Ejecutivo: el general zutano permanecerá al mando. Jara, líder obrero en la huelga de Río Blanco, combatiente en la Revolución Mexicana, general y constituyente en 1917, entre el grupo al que debemos la inclusión de los derechos sociales, añadidos a los derechos individuales de la Constitución de 1857, envió el siguiente mensaje telegráfico a la Presidencia de la República: "Su negativa a mi solicitud obliga al gobierno del estado de Veracruz a declarar que el gobierno que usted preside ha roto el pacto federal". Hubo cambio de mando en la jefatura de zona.
Los turbios mecanismos mediáticos de estos tiempos han desvirtuado el combate al sucio y millonario negocio del narcotráfico, al punto de confundir los mecanismos empleados con los objetivos deseados. Ponen en tela de juicio las funciones institucionales del Ejército y tejen una densa red de sofismas en torno a la seguridad pública y la seguridad nacional. Y la firme decisión expresada, un día sí y otro también, por el presidente Felipe Calderón, se empantana en las medias verdades y las acciones a medias. De la guerra total, cueste lo que cueste, a los anuncios de creación del Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal. Refuerzo a policías civiles que, para mayor confusión, tampoco serán lo que son ahora.
En Veracruz hacen implosión las dudas que siembran el veneno de la suspicacia en la colaboración de poderes, de niveles de gobierno y de las fuerzas federales con el mando civil de estados libres y soberanos. El terrorismo vence al obligar al poder constituido a imponer el estado de excepción, no respetar los derechos individuales; a morirse la víspera y morirse de miedo. Se elaboran iniciativas de ley que permitan cateos, escuchas telefónicas, retenes y detenciones sin orden judicial: con la obligación de solicitarla en el momento mismo en que se actúe, predicen. Tanto anunciar el temor a "colombianizarnos" y sin el dominio de guerrillas soberanas en partes del territorio nacional, nos llegó el efecto de la amenaza a jueces y autoridades: ¿Plata o plomo?
Hay jueces que tardan ocho y hasta 15 días en dar la orden de cateo solicitada: por miedo, corrupción o incuria criminal. Y cuando entra la policía, nada encuentra. De ahí la iniciativa de la solicitud simultánea. Pero en el mejor de los casos, quedamos ante la duda de los clásicos: ¿quién cuida a los cuidadores? Ante el giro a la derecha como respuesta de Miguel de la Madrid al desplome del presidencialismo ilustrado; para que "el país no se (le) desbaratara entre las manos", intervino abiertamente el Ejército en el combate al narcotráfico. Con el riesgo de que quienes cedieran al poder corruptor del narco desprestigiaran a la institución ancla del poder constituido. Quizás entonces debió crearse el Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal. Pero separado y distanciado de las fuerzas armadas de la nación.
Solamente el Ejército puede aportar el personal capacitado y confiable, bien armado y equipado para combatir la amenaza a la seguridad nacional que representa el narcotráfico, que hoy combate frontalmente a los poderes de la Federación. Deberían haber integrado el cuerpo de elite con mandos y jefes, pero con su baja del Ejército y otro uniforme, para integrarse a una policía capaz de ser fuerza de apoyo federal. Bajo mando civil del Presidente de la República, pero comandados por quien éste designe, con licencia, distinto y distante del Ejército Mexicano. Así, las autoridades civiles podrían someter a juicio al que cediera a la plata de la corrupción. Juicio al individuo, no a la institución. Sin empañar el prestigio del Ejército.
No entienden los atrapados tras el espejo. Humpty Dumpty y sus hombres de a pie y de a caballo: las cosas quieren decir lo que yo quiera que quieren decir. Estamos jugando con lumbre. Y ya arde el llano seco. Nos advirtió Jesús Reyes Heroles que podía incendiarse el país si persistíamos en la farsa de la policracia: quienes se empeñan en gobernar para todos acaban en gobernar para nadie. En Veracruz, donde Díaz Mirón cantó de las aves que cruzan el pantano, llueve lodo y enturbia la cosa pública. Un grupo de sicarios disparan contra los vehículos en que viajaban los hijos de Enrique Peña, su cuñada y sus suegros; matan a los cuatro guardias que escoltaban a la familia del gobernador del estado de México.
La familia, los niños se salvaron de la "confusión" o de la colusión. Pero nadie está a salvo. Por lo pronto, Fidel Herrera Beltrán, gobernador de Veracruz, quien unas horas antes del atentado dijo que no era necesario el despliegue de fuerzas federales, anunció que empezaría el operativo conjunto. Vale. Pero se le adelantó el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña. Debieran ser conjuntas las declaraciones de ese tenor. Han puesto a prueba el oficio político de Fidel Herrera y lo ponen ante la intencionada mezcolanza del combate al crimen organizado y los choques y ofensivas contra grupos de presuntos guerrilleros que operan en la zona del Golfo, envueltos por la violencia de la disputa por el control territorial del trasiego de drogas y la guerra del gobierno contra el crimen organizado.
Las respuestas simplistas están a la orden del día. No hay soluciones mágicas. Abunda la suspicacia de mala fe y de peores intenciones. ¿Imperio de la ley o represión?, preguntan los despistados de las izquierdas sonámbulas. ¡Estado de derecho a imagen y semejanza del verdugo de Joseph Le Maestre!, clama la derecha pura y dura encandilada por el oropel del Yunque y la conjura palaciega del señor Espino a la sombra del alto vacío. Cuidado. Nadie está a salvo.
Enrique Peña mostró temple y serenidad de hombre con vocación política. Fidel Herrera la tiene y tendrá que mantenerse leal a la enorme figura revolucionaria de Heriberto Jara. Veracruz Llave, de Juárez, de Gutiérrez Zamora, de Carranza, de Ursulo Galván. Viene a cuento el agrarista por lo que aseguró Ricardo García Villalobos, magistrado presidente del Tribunal Superior Agrario: el crimen organizado ya se apoderó de 30 por ciento de las tierras cultivables de México; explota la pobreza campesina, "donde no se cuenta con apoyos oficiales; los traficantes les dan semilla y les pagan por anticipado". Reformaron el 27 constitucional; desmantelaron las instituciones. Ni un dólar ha llegado del exterior a las tierras flacas de las que emigran los mejores y mandan millones de dólares en remesas.
"¿Qué hacer con tanto dinero?", escribe Theotonio Dos Santos, en Página 12, de Argentina: Se acumulan las reservas de dólares. En China, un billón 66 mil millones de dólares; Rusia, 311 mil millones; India, 193 mil millones; Brasil, 106 mil millones; México, 68 mil millones; Turquía, 59 mil millones; Argentina, 35 mil millones; Venezuela, 34 mil millones; Chile, 19 mil millones, y Colombia, 16 mil millones.
Bastaría para dar la guerra en todos los frentes. Pero seguimos aferrados a las recetas de los amos y sus mozos de estribo. Ernesto Zedillo es candidato para sustituir a Paul Wolfowitz, el neoconservador de las corruptelas, como presidente del Banco Mundial. ¿Qué hacer? Zedillo nos dirá que no traemos cash.