Cumple 10 años de promover el arte y la cultura mexicanas
Poesía, plástica y gastronomía en el festejo del centro cultural El Aire
Ampliar la imagen Emiliano Gironella y Carmen Parra con una de las obras expuestas Foto: Carlos Cisneros
Quizá por tanta invocación de los cuatro elementos, mediante la palabra de poetas como Neruda, Gorostiza o Jorge Guillén, en la voz de Ofelia Medina y Gastón Melo, el aire de Tizapán comenzó a mojarse por una fina caída de agua, venida del cielo en forma de brisa suave y a ritmo de trueno lejano.
Pasaban de las 3 de la tarde sabatina, pero no era el final, ni siquiera la parte media, de la fiesta o rélax -como mejor la llamó Emiliano Gironella Parra- con que ayer comenzaron los festejos por el décimo aniversario de El Aire, Centro de Arte.
Frente al pequeño estrado, improvisado al aire libre en el jardín de la sede de El Aire y en el que se habían trepado Medina y Melo, la pintora Carmen Parra, acompañada de Carlos Payán Velver, se mostraba gozosa mientras escuchaba los ¡vivas! y parabienes de Ofelia y, también en voz de ésta, el canto de Neruda:
"No, aire,/ no te vendas,/ que no te canalicen,/ que no te entuben,/ que no te encajen/ ni te compriman,/ que no te hagan tabletas,/ que no te metan en una botella,/ cuidado!"
Detrás del estrado, colgado de una enorme pared envuelta en una enredadera, se mostraba vigilante, solidario, uno de los arcángeles de Carmen Parra; es una de las reproducciones digitales de su trabajo que desde hace cuatro años se han colocado en calles de la ciudad de México y de países como Brasil, Argentina, Perú o Paraguay.
Al fondo, también en el patio pero bajo una lona, y al lado de la cocina donde plástica y gastronomía se funden bajo el concepto de "el arte de degustar", las decenas de invitados daban cuenta de tequilas, pulques, cervezas, aguas de jamaica y tamarindo, de fruta picada con piquín y de tortas de cazón, salpicón o pierna.
A lo largo de las salas y corredores de la galería pueden apreciarse varios cuadros de los artistas base de este centro: Alberto Gironella, el arquitecto Manuel Parra, Carmen Parra y Emiliano Gironella.
Por la tarde, en la línea de la promoción del arte y de las tradiciones de la cultura popular mexicana, se esperaba una pelea de gallos, cuyos cantos, durante el día, se habían sumado al bullicio de la fiesta de El Aire. "¡Qué anegado de gritos/ está el jardín!", había dicho Gorostiza en voz de Melo.
Pureza que es verdad
Y mientras la lluvia mojaba el aire del jardín de El Aire, y como un eco deseado por todos, aún resonaban en cada uno de los invitados las invocaciones de Gorostiza, Neruda y Guillén. Por ejemplo, Ofelia Medina, acompañada por la armónica de Federico Luna, había leído de Guillén:
"¡Qué celeste levedad!/ ¡Un aire apenas terreno,/ apenas una blancura/ donde lo más puro es cierto!"
Antes, Melo había leído, también de manera magistral y potenciando los silencios, fragmentos de Muerte sin fin, poema fundamental de José Gorostiza e inspiración de la muestra Hijo de su propia muerte, encapsulados de acrílico, serigrafías y xilografías de Emiliano Gironella.
Esa exposición fue inaugurada ayer sábado también como parte del arranque de las celebraciones de El Aire por su primera década de promover el arte y la cultura mexicanas. Es por eso que Melo había recreado a Gorostiza:
"Lleno de mí, sitiado en mi epidermis/ por un dios inasible que me ahoga,/ mentido acaso/ por su radiante atmósfera de luces/ que oculta mi conciencia derramada,/ mis alas rotas en esquirlas de aire,/ mi torpe andar a tientas por el lodo;/ lleno de mí -ahíto- me descubro/ en la imagen atónita del agua,/ que tan sólo es un tumbo inmarcesible,/ un desplome de ángeles caídos/ a la delicia intacta de su peso/..."