Usted está aquí: lunes 14 de mayo de 2007 Capital Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Policías extorsionadores en el Metro

Usan a mujeres para denunciar supuesto acoso sexual

Usuarios, indefensos, ¿cuándo intervendrá la autoridad?

Como sucedió en el caso de las llamadas Goteras, que se investigó hasta que el pariente de un ex gobernador fue víctima de la banda que narcotiza, roba y asesina a sus clientes, una nueva forma de extorsión se ha organizado en la ciudad, esta vez en el Metro.

En el Distrito Federal, la leyes han tratado de proteger legalmente a la mujer de los abusos de tipo sexual que pudieran recibir por parte del hombre. Esta situación es particularmente penada si el abuso se comete, por ejemplo, en los carros del Metro, y se estableció a partir de los ultrajes denunciados.

La medida ayudó, desde luego, a evitar que tales humillaciones se convirtieran en una constante, y que cada mujer que subiera al trasporte colectivo se viera condenada a soportar el sometimiento, por la fuerza, sin que hubiera castigo para el que lo perpetra.

Pero como es costumbre, eso sí, no faltó el grupo de policías que organizara una banda de extorsionadores. Se trata de mujeres que denuncian ante la policía que alguno de los viajantes las ha acosado sexualmente. Frente a la denuncia, los policías, fieles creyentes de la palabra femenina, antes de poner al facineroso en manos del Ministerio Público, le exigen una cantidad para que las cosas "no lleguen a mayores".

Hace poco más de una semana, el 3 de mayo para ser exactos, como a eso de las 14 horas, un ciudadano, parte de esta inmensa ciudad, fue atrapado por una de las bandas que describimos arriba y su vida dio un giro inesperado que lo tiene al borde de una condena carcelaria.

Se trata del señor Jesús Raúl Anaya Rosique quien después de viajar semidormido, a la salida precipitada de un vagón, fue denunciado por una mujer que lo acusó de tocarle las piernas. Ante la negativa del señor Anaya de poner en manos de los policía del Metro a cantidad de 10 mil pesos, se le remitió a la agencia del Ministerio Público 50-C, ubicada en una de las salidas de la estación del Metro Martín Carrera, en la delegación Gustavo A Madero.

Frente a la instancia legal, Anaya Rosique sufrió un preinfarto cardiaco que obligó a su traslado al hospital de Balbuena. Allí estuvo incomunicado y ni siquiera se le permitió comunicarse con si familia, tampoco apareció durante esa noche en la lista de ingresados al nosocomio.

Lo más terrible del caso es que la acusadora ha desaparecido, mientras la historia del hombre que dormitaba en el Metro se ha convertido en una pesadilla que lo puede llevar a años de cárcel por el delito de "abuso sexual agravado", recordemos que le tocó las piernas a una mujer.

Seguramente como este caso hay muchos más que nunca se documentan debidamente por el ejercicio de la extorsión, pero suceden con frecuencia alarmante. ¿Cuánto habrán de tardar las autoridades en corregir la situación? Si nos atemos a los hechos serán meses, por señalar algún lapso, antes de que la Procuraduría General del Justicia del DF se dé por enterada, y otros tantos para que actúe, a menos, claro, que le suceda a un pariente de político y si se trata de un panista, con mayor rapidez, como sucedió en el caso de las Goteras.

Mientras tanto la vida de muchos ciudadanos como la de Anaya Rosique puede dar un vuelco trágico y convertirse en un infierno. Poco se puede esperar del procurador Rodolfo Félix Cárdenas. Su tarea principal era sacar de la cárcel a Carlos Ahumada, y eso ya lo hizo, lo demás ya no importa tanto. ¡Viva la justicia!

Calderón en el DF

El panista Felipe Calderón habrá de pisar el DF hoy para dar como iniciados los trabajos del tren suburbano. Por lo pronto el diputado local Tomás Pliego ya hizo una denuncia ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (es decir frente a nadie) en contra de esos trabajos, y aunque Calderón llegará copado por un inmenso aparto de seguridad, como siempre, y más, las protestas de la gente se harán escuchar, aunque la voz de la gente le importe un bledo.

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