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Nuovomondo
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El director Emanuele Crialese
Foto: Archivo
EN NUOVOMONDO, SU tercer largometraje, el italiano Emanuele Crialese (Respiro, 2002) ofrece un sugerente fresco histórico. A principios del siglo XX los Mancuso, una familia de campesinos sicilianos, decide emprender la travesía a Estados Unidos, el nuevo mundo, la tierra de la abundancia donde los ríos, en lugar de agua, llevan caudales de "miel y leche", en tanto el dinero crece en los árboles -al menos eso muestran las fantasiosas tarjetas postales que han recibido desde ese país de ensueño donde nadie carece de nada. El realizador organiza el relato en tres partes claramente definidas: los preparativos del viaje en Sicilia, la travesía de varias semanas, y los tediosos exámenes médicos y sicológicos en la aduana de Ellis Island.
EL ESQUEMA NARRATIVO es muy similar al de la cinta de Elia Kazan, América América, de 1963, aunque en aquel relato quienes se desplazaban en pos de la tierra prometida lo hacían obligados por la represión política que padecían en una Grecia autoritaria. Crialese no se detiene demasiado en la descripción de las condiciones de vida de los Mancuso. Abandonan una comarca apacible por el mero impulso de mejorar su economía familiar; el padre desea, además, reunirse con su hermano gemelo, quien ha sufragado los gastos del traslado.
LA FOTOGRAFIA DE la francesa Agnès Godard captura con delicadeza la atmósfera bucólica y la austeridad de los paisajes, y en el momento de la partida ofrece una imagen memorable, la de un río de gente despidiéndose de otra multitud que permanece en la orilla. Es el momento de una pequeña épica, con reminiscencias plásticas del cine de Fellini (Y la nave va). Ya en el interior del barco, ballena de Jonás donde las familias viajan amontonadas y de modo insalubre, el realizador multiplica los detalles pintorescos, desde la música regional hasta los pequeños conflictos de quienes, sin mayor instrucción y sin mayor guía, han abandonado posiblemente para siempre su antigua existencia. Esta sensación de desarraigo dramático tuvo en los 70 su expresión, hasta hoy inigualada, en la épica del sueco Jan Troell, el díptico de Los emigrantes y La nueva tierra, con Liv Ullman y Max von Sydow en los papeles estelares. En esta nave de los anhelantes sicilianos se ha infiltrado una enigmática joven inglesa, Lucy (Charlotte Gainsbourg), encarnación inesperada de la civilización europea, en medio de una tripulación tan primitiva como menesterosa.
NUOVOMONDO TIENE ACIERTOS notables en su descripción minuciosa de los criterios de selección, anacrónicos y racistas, mediante los cuales las autoridades estadunidenses escogían a los inmigrantes más aptos y rechazaban de modo inclemente a inválidos o ancianos, o a quienes una inteligencia deficiente (considerada una tara, no sólo genética, sino también contagiosa) colocaba en la condición de seres inferiores, indignos de la oportunidad soñada. Un aspecto novedoso de la cinta es dejar a la imaginación de los espectadores el aspecto de la tierra prometida, dejando todo sugerido en la mirada de los tripulantes, en su enorme capacidad de asombro.
CRIALESE HA QUERIDO incursionar en la mentalidad de este gran personaje colectivo, y no tanto en el perfil de cada miembro de la familia Mancuso, quienes gran medida quedan desdibujados en la épica grandiosa. Con un acierto desigual, el director ensaya también momentos de fantasía pura, con los personajes flotando en ríos de leche o montados en zanahorias enormes. Esa coreografía, más propia de una comedia musical, no encuentra siempre acomodo idóneo en un relato con tintes de denuncia social. Pareciera como si ante la variedad de registros posibles, la cinta privilegiara, a final de cuentas, el caleidoscopio y la fantasía por encima de un drama colectivo que deliberadamente, y no sin ironía, elige dejar abierto.
Nuovomondo se exhibe mañana y el jueves en la Cineteca Nacional. Para horarios, cheque la cartelera