La cantante presentó Pasional, su más reciente producción discográfica
En el Metropólitan, Eugenia León cantó a corazón batiente
La actriz Jesusa Rodríguez realizó la decoración de la escenografía para el concierto
Una fractura en la pierna obligó a la intérprete de El fandango aquí a permanecer sentada
Ampliar la imagen La cantante Eugenia León, durante su actuación el viernes pasado
Eugenia León llegó al escenario del teatro Metropólitan, el pasado viernes, acompañada de dos compañeros de juerga; uno de ellos la colocó con cuidado en un sofá de diva. Alrededor, una gran tela blanca inundaba el ambiente, que cubría el diván y el suelo, y servía de fondo. Los amigos de la noche se fueron y ella, sentada todo el tiempo, comenzó a cantar Yo vengo a ofrecer mi corazón. En el lienzo níveo se proyectó una gran válvula humana que latía sin cesar. Estaba viva y, sobre todo, apasionada.
Así se inició el concierto de Eugenia León, en una escenografía decorada por Jesusa Rodríguez, quien para esa primera canción hizo latir a un órgano que bombea sangre, acorde con el momento musical de la intérprete, quien en marzo sufrió una fractura de tibia y peroné y ahora promueve su disco Pasional.
El amor o de la maternidad. Un caballero le entrega un bebé a Eugenia, quien lo arrulla. Luego, él baila con otro hombre. La escena es del amor entre iguales y la diferencia de los sexos. La propuesta de Jesusa perturba a algunos del público. Hay quien aplaude. Con La tirana, la cantante se vuelve una fémina que reta al que la ha tratado mal. "Según tu punto de vista yo soy la mala..." Arquea las cejas. Es el orgullo del amante que se queda. "El día que te fuiste yo fui quien salió ganando...". Hay gritos de complicidad en el auditorio.
Amar y vivir, de Consuelo Velázquez, con su pregunta eterna: "¿Por qué no han de saber que te amo, vida mía?" Debajo de la tela que cubre el piso alguien se arrastra. Otro se desliza y luego se levantan para quedar como estatuas.
Pecado mortal el tema hace recordar a varios diversos momentos de su vida. Después. con Escándalo, que hiciera famosa Marco Antonio Muñiz, el coro sigue a la cantante. Las sábanas se agitan, como en una tormenta.
Regálame tu amor es una solicitud tersa. Los colores marcan el entorno. Rojo es pasión, blanco es esperanza. Se iluminan las diosas de la música y el teatro. Eugenia regala uvas a los de las primeras filas. El placer no se le niega a nadie y se saborea.
Sigue el recital y su voz inunda el foro de la calle Independencia. Uno, el tango que se oye a lo mexicano. El piano de Genoveva, una gran historia de amor. Lo mismo que usted, donde dos seres algo común, ambos están solos y en sus casas sólo los espera el silencio. Se necesitan entre sí para romper la soledad. Es un blues.
Que te vaya bien, una de revancha. Eugenia se acuesta en el diván y canta Mucho corazón, canción de la que ha dicho que es sobre alguien que es amado y aun así protesta, porque no valora lo que se le da. Otra de revanchismo: Arrieros somos. Luego, Nostalgia, que gana un largo aplauso. Balada para un loco, donde luce su técnica vocal. Luz, "a los poetas para que no anden malgastando letras".Le sigue Cuando el destino, una venganza personal. Lo bravío.
Preludio para el año 3001 es un tema de esperanza piazzolana. Se proyectan imágenes de los desnudos de Tunick. Al final, dos hombres sin ropas cruzan el escenario. Cierra con La paloma, contra los conservadores. Aplausos cuando se alude a si Benito Juárez viviera.
Encore
Se la llevan en una especie de bicitaxi, pero regresa para endulzar el ambiente con Tres palabras. Su sensualidad es una potencia hacia arriba, aunque esté sentada. Vámonos, de José Alfredo Jiménez, cuyo mensaje sentimental es que de entre todos o todas, a ti es a quien le doy todo lo que soy y tengo. "¡Ay, dolor, me volviste a dar, y en el mismo lugar!" Miles la corearon.
Baila sentada cuando canta la melodía de La bruja. Después lleva el concierto a un gran momento con Luna. Más: con Los mareados. Más: con Corazón gigante. Más: con La mesera. Aquí, las imágenes de Borola, de la Familia Burrón, causan regocijo.
No podía faltar, para finalizar, El fandango aquí, de su amigo Marcial Alejandro.
Son las 23:20 y Eugenia ha hecho honor a su apellido. Jesusa Rodríguez no iba a dejar pasar la oportunidad y por eso trabajó una escenografía perturbadora, con multitud de mensajes, auxiliada de audiovisuales, para que cada quien pusiera su parte imaginativa.
La pasión es pasajera, por definición, pero en las canciones de Eugenia León de la noche del viernes quedó impresa en la memoria de los asistentes, muchos de ellos extasiados y satisfechos con los que escucharon, vieron y sintieron. La pasión