60 Festival de Cannes Visiones de sordidez y mala conducta... dentro y fuera de la pantalla
Ampliar la imagen Los estadunidenses Brad Pitt y Angelina Jolie a su llegada al estreno de A Mighty Heart, en el festival de Cannes Foto: Ap
Cannes, 21 de mayo. Después del descanso dominguero, se han intensificado las actividades tanto en número como en contenido. En los siguientes días se echará todo el Cannes al asador con nombres tan pesados como Julian Schnabel, Alexander Sokurov, Quentin Tarantino o Béla Tarr. Por lo pronto, hoy se estrenó Paranoid Park, la nueva obra del estadunidense Gus Van Sant, quien reitera su visión de la juventud de su país, ya antes ejercida en la premiada Elephant (2003). En este caso enfoca a un adolescente andrógino que, sin querer, mata a un guardia de seguridad cerca del sitio epónimo. La anécdota es mínima, pues Van Sant se embelesa filmando a sus jóvenes personajes en movimiento, ya sea caminando por pasillos escolares o haciendo suertes en patineta. Dado que en esta ocasión los vuelos poéticos cuentan con la inspirada cámara de Christopher Doyle, hay imágenes de verdadero lirismo... que el cineasta acompaña con extractos musicales tan caprichosos -e inapropiados- como son las emblemáticas partituras de Nino Rota para Fellini.
No podría ser más diferente la otra concursante de hoy, Import/Export, del austriaco Ulrich Seidl. El director narra las trayectorias paralelas de una enfermera ucraniana y un guardia de seguridad vienés que desempeñan trabajos indignos y humillantes. Tras dedicarse al porno por Internet, ella emigra a Viena para volverse sirvienta y afanadora en un hospital de ancianos; él acaba transportando maquinitas a las zonas más pobres de países de la Europa ex socialista. La distanciada cámara de Seidl no parpadea en lo que muestra la condición humana en un registro de pasmosa sordidez y patetismo. El cineasta no observa a sus criaturas de manera desdeñosa, e inclusive se permite asomos de compasión. Pero no deja de haber dudas morales sobre si él no ha explotado a sus actores no profesionales, tanto como se supone ocurre en la película. Si una raza superior de extraterrestres sólo tuviera las realizaciones de Seidl como testimonio de la vida terrícola, no titubearía en destruirla en un acto masivo de eutanasia.
Poco se puede decir del estreno, fuera de concurso, de A Mighty Heart (Un corazón invencible), enésima película del incansable Michael Winterbottom, que aborda el mismo tema del superior documental The Journalist and the Jihadi-The Murder of Daniel Pearl, sin conseguir otra cosa que una de esas producciones anodinas, bienpensantes que suelen producirse por cadenas de cable como HBO. El pretexto ha servido para traer a la actriz protagónica Angelina Jolie y a su marido, Brad Pitt, quien funge de productor, para provocar la segura histeria colectiva sobre la alfombra roja.
Otros casos de participación mexicana en Cannes que no se habían documentado son el papel principal de Diego Luna en Mister Lonely, la nueva cinta de Harmony Korine, y el crédito de productor que lleva Guillermo del Toro en la española Orfanato, de Juan Antonio Bayona, ayer exhibida en otra función especial de la Semana de la Crítica. Del Toro estuvo presente para la ocasión, acompañado por su familia. Cabe mencionar, además, que en la versión horizontal del cartel oficial, dos figuras centrales celebran con sendos brincos el 60 aniversario: Gael García Bernal y Alejandro González Iñárritu. Ante la delegación mexicana más numerosa en la historia de Cannes, uno es susceptible de toparse con más paisanos por La Croisette que, digamos, en las calles de Los Angeles.
Ya metidos en la crónica de hechos curiosos, la noche del sábado el grupo U2 ofreció un miniconcierto de dos canciones en plena escalinata a la sala Lumière, previo al pase de medianoche del breve documental U2 3D (en tercera dimensión, se entiende). La conferencia de prensa dedicada a la colección de cortos Chacun son cinéma (Cada quien su cine), con la presencia de sus 33 directores no estuvo libre de momentos estelares. Roman Polanski se hartó de lo que él consideró eran "preguntas pobres y vacuas" de la prensa, y se retiró a comer; mientras Jane Campion debió reconocer la presencia de otra inusitada realizadora sobre el escenario: resulta que el hollywoodense Michael Cimino se cambió de sexo el año pasado y ahora se presentó con su nueva personalidad femenina (aunque todavía no se hace llamar Michelle, o algo así). Vaya, ni Ulrich Seidl pudo haber inventado algo así.