Fermín Muguruza, El Gran Silencio y La Kinky Beat, entre los invitados al Zócalo
Al grito de "estas son las culturas en resistencia" clausuraron el Ollin Kan
Ampliar la imagen La combativa italiana Banda Bassotti Foto: Roberto García Ortiz
La cuarta edición del Festival Ollin Kan culminó con decenas de músicos de América Latina, Africa, Asia, Norteamérica y Europa, hombro con hombro, en un repleto escenario, tocando una enorme diversidad de instrumentos tradicionales y modernos del mundo, en una auténtica fusión improvisada, con guitarras, bock (gaita de Europa Central), trompeta, erhu (instrumento chino de dos cuerdas), saxofón, platillos, pandero, batería, balafón (marimba de Africa Occidental), y varios instrumentos pequeños, como silbatos y de percusión. "¡Estas son las culturas en resistencia, familia!", exclamó, emocionado, Cano, vocalista del grupo regiomontano El Gran Silencio. Y las decenas de miles de asistentes reunidos en la Plaza de la Constitución este domingo, lo celebraron con aplausos y chiflidos.
La cantante maliense Ramata Diakite, bailó, con esa libertad que tienen sus paisanos, y Cano, el chúntaro hiphopero, le cantó, hincado, como rindiéndole tributo a aquella hermosa mujer.
Llegaba a su final la cuarta edición del nutridísimo y ambicioso festival que reunió a artistas de alrededor del mundo y que fue visto por cerca de medio millón de personas, en diversos espacios de la ciudad de México, Cuernavaca, Morelia y Ciudad Juárez, del 26 de abril al 20 de mayo.
Temprano por la tarde, la clausura comenzó con un: "Buenas tardes. ¡Viva Zapata! ¡Viva Juárez! ¡Viva Morelos! ¡Libertad a los presos políticos!" Palabras de presentación del maliense Cheick Tidiane Seck.
Tradición de la música de Mali
Con la primeras gotas de la tarde, que no llegaron a ser más que llovizna, Cheick Tidiane ofreció la cadenciosa música tradicional de Mali a la cual le incorpora elementos de jazz, para crear ritmos funky cadenciosos.
La plancha, como a un tercio de su capacidad en ese momento, ya comenzaba a mostrar que la diversidad en el escenario se reflejaba en el público: ya estaban ahí reunidos grupos de skinheads de izquierda (con consignas antifascistas en su vestimenta), familias completas, punks, güeritos de clase media y rastas, entre otros.
Una banda de skins en las orillas de la aglomeración, platicaba entre sí y escuchaba esta música, distinta a la que suelen oír, y, cuando las percusiones subieron de intensidad, se pusieron a bailar.
El combativo grupo italiano Banda Bassotti dedicó Carabina 30/30 "a la cultura, a la resistencia del pueblo de México", en su particular estilo skasero, al cual le siguieron el ritmo desde señoras con sus hijos hasta chavos banda.
En medio del público ondeaban diversas banderas: la rojinegra, vascas, y una que proclamaba: "Cabezas rapadas contra los prejuicios raciales".
La banda catalana Kinky Beat armó la fiesta, con sus desenfadados ritmos electrónicos, hiphoperos, funk, y culminó con una emotiva versión de la popular canción rebelde italiana Bella Ciao.
Fermín Muguruza y su banda, 13 guerreros de negro, convocaron a la resistencia por medio de la música y ofrecieron algunos de los momentos más intensos de la tarde. Muguruza, artista y productor fundamental del rock vasco y del activismo de izquierda europeo, era esperado por una buena parte del público, sobre todo el que estaba más cerca del escenario. Banderas vascas ondeaban en el público.
Muguruza ofreció canciones de su más reciente producción, Euskal Herria Jamaika Clash, grabado en aquella isla, con la participación de algunos de sus más destacados músicos.
Muguruza lanzó mensajes por la libertad de los presos políticos, exigiendo el respeto de la decisión popular (en alusión a las elecciones presidenciales el año pasado) y en respaldo del EZLN.
Con una actitud punk, de combate, el cantante dejó el rostro serio y sonrió mientras la banda hacía una apasionada interpretación de Yalah, Yalah, Ramallah!, canción sobre las luchas en distintos puntos del planeta y que fue presentada con un "desde México hasta Palestina".
Muguruza invitó a los integrantes de la Banda Bassotti y de La Kinky Beat a subir al escenario; y aquello se volvió un gran reventón, con el percusionista de La Kinky Beat en los hombros de un integrante de Banda Bassotti, el acordeonista de Muguruza con una máscara de luchador y todos bailando.
Por otro lado, el festival entregó un reconocimiento a la actriz y activista Ofelia Medina, por su labor en "la resistencia cultural", y en particular, por lo realizado mediante el Fideicomiso para la Salud de los Niños Indígenas de México. A su vez, Medina entregó el reconocimiento a Soledad Ruiz, de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), "como un compromiso de mi lucha".
Los Discípulos de Otilia se presentaron con su desparpajado ska combativo, que arrancó con un "la cultura es tuya, no la dejes escapar", y siguió con un "¡esto no es un concierto, esto es, con su ayuda, una puta fiesta!" Y se armó el slam entre el público. Y culminaron con un "¡cultura libre para México, para que se presenten delincuentes borrachos, que eso somos nosotros!"
El programa culminó, antes de la gran improvisación, con El Gran Silencio, que ofreció su estilo chúntaro, al son del cual bailaron los presentes, y hasta una niña se subió con una mujer a bailar al escenario.