A la mitad del foro
De reyes taumaturgos a presidentes mendicantes
Las multitudes acudían a la coronación del rey de Francia y luchaban por acercarse y tocar a la majestad taumaturga. Ese contacto los curaría de llagas y pústulas, de todos los males de la miseria. Vino la Revolución con los derechos del hombre y del ciudadano. Y al volver las testas coronadas, apenas unos cuantos infortunados buscaron acercarse al temporal sucesor de los Capetos. Hubo una revolución.
Cuando la Revolución Mexicana "degeneró en gobierno", la centralización del poder para salvaguardar al Estado mexicano devino en concentración del poder presidencial; revivió el ánimo cortesano, "facultades metaconstitucionales", y aparte de árbitro de última instancia, era el Tlatoani: "Señor, mi señor, gran señor". Donador de todos los bienes, "el señor presidente" participaba del prestigio fetichista de los reyes taumaturgos. Y decidía quién habría de sucederlo en el cargo. Espada de dos filos: servía para ungir al delfín y para reducir al antecesor a simple mortal.
Ni siquiera a ciudadano, a lo que anticipó en Filadelfia Benjamín Franklin: los presidentes recuperarían la condición de mandantes al dejar de ser mandatarios, servidores públicos. Aquí, el silencio, el ostracismo simbólico para alejar la tentación de intervenir y el riesgo, digamos la certeza, de que el sucesor lo pusiera en su lugar, lo subiera a un avión, o lo designara embajador en las islas Fidji. O lo impensable, que le exigieran cuentas y recuento del capital propio, el de sus familiares y sus allegados. No hizo falta una revolución. Bastó el miedo. Y Raúl Salinas fue encarcelado, mientras su hermano Carlos escribía miles de páginas en defensa de sus reformas y se convertía en el símbolo del mal gobierno. Amén.
Ernesto Zedillo diría a una modesta vendedora de artesanías: "No traigo cash". Y entregó el poder presidencial a Vicente Fox, al verbomotor de la inconciencia que demolería las instituciones que sobrevivieron a las crisis recurrentes, y rígida obediencia a los mandamientos del FMI, del espíritu de Houston al Consenso de Washington. Fox dejó la Presidencia, pero no quiere dejar el poder. La incontinencia retórica ahora con el pretexto de que la discreción pública era imposición autoritaria del cesarismo sexenal, da pie a sus validos de ayer para ser sus valedores hoy en busca de que suyos sean el poder y la gloria, el liderazgo internacional y el mando del partido gobernante.
Camino a León, Guanajuato. Si pasaron por San Cristóbal pudieron ver el portento de una biblioteca erigida para inmortalizar a quien dijo a una humilde mujer que era afortunada porque al no saber leer no se enteraría de todas las cosas malas que dice la palabra impresa. "Puro dinero de la familia", dice Fox. Las cuentas públicas lo desmienten. Será afortunado no saber leer, pero no alcanza para velar las cuentas del gran capitán; misas y repiques por las victorias de legionarios obsequiadas a la ultraderecha y a la clerigalla. Marta Sahagún de Fox condena desde Vancouver, Canadá, a dueños y directivos de medios de comunicación, corruptos todos sin excepción, dispuestos a "recibir dinero de políticos, sin importarles cuál sea la verdad".
Dicho en vísperas de la vigésima asamblea nacional ordinaria del PAN. Y no habrá uno entre los 10 mil delegados que lance el viejo grito de las asambleas combativas: ¡Nombres, nombres! Y no habrá en los elegantes salones, en los consejos de administración, entre dirigentes empresariales y ancianos moralistas quien diga en voz alta con quiénes de esos dueños de medios se asociaron los felices propietarios de San Cristóbal Potemkin, o cuáles de esos ricos muy ricos dispuestos a recibir dinero de los políticos se aproximaron a sus majestades taumaturgas para curarse en salud del poder soberano de dar o negar concesiones del Estado. Ya la Corte ha dicho que las de radio y televisión no son a perpetuidad.
Después de la elección de 150 consejeros y la ratificación de otros tantos, a sumar a 70 vitalicios, se alzarán con el santo y la limosna los jóvenes turcos de Felipe Calderón, con César Nava, Germán Martínez y Juan Camilo Mouriño al frente. Manuel Espino conservará el gesto presuntuoso de caporal de rancho grande, pa' servirle al patrón. Vicente Fox seguirá presentándose como el presidente Fox, mientras Felipillo santo se presenta en el Vaticano como jefe de Estado y se entrevista con el papa Benedicto XVI.
Todo ha cambiado, dicen. Pero en León ganó el que ya tenía el poder de jefe de gobierno y de jefe de Estado. Mucho ruido, amenazas sin sentido, fascios empuñados por el fiero Manuel Espino y, aquí pasó lo de siempre: en el combate imaginario venció el que ejerce el poder y el otro resultó el enano del tapanco. En el avión presidencial vuela a Roma el dirigente del PAN. Pero los miedos de los tecnócratas, la demagogia foxiana y el infantilismo democrático impusieron la contradictoria transparencia de una austeridad opaca. Déficit cero en las finanzas públicas, salarios modestos en nómina, para mostrar al Presidente mendicante bajo las luminarias.
La esposa y los hijos del presidente Calderón viajan a Roma en vuelo comercial. Ah, la dicha inicua de perder el tiempo. La señora Zavala de Calderón llegará al encuentro con el Papa sin necesidad de embajadas oficiosas ni recursos de imágenes mediáticas en la plaza de San Pedro. Entonces, ¿para qué los vuelos con escalas? Felipe Calderón Hinojosa es presidente de la República. Beatriz Paredes lo acompaña a Roma. Los dirigentes del PRD se negaron a viajar para no incurrir en desacato al decreto de Andrés Manuel López Obrador: Yo, legítimo; él, usurpador.
Arde el llano y están en riesgo las garantías individuales. Puntillosos argumentos jurídicos aparte, la impugnación de la despenalización del aborto, presentada por José Luis Soberanes, presidente de la CNDH, pareciera secuela de los excesos foxianos y ambiciones desmesuradas de Jorge Castañeda que llevaron al equívoco de "asociar la política exterior en materia de derechos humanos con el gobierno panista anterior". Lo que "equivaldría a una política de gobierno con tintes ideológicos" y no a una política de Estado; dar a la derecha el monopolio del tema. Lo que, dice Natalia Saltalamacchia, "no corresponde con la construcción de los derechos humanos en este país".
Y nos olvidamos de las cosas, decía Ponciano Arriaga en su voto particular. Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda, escribe en El País del primero de junio que "los derechos de propiedad también son derechos humanos". Y dice la antigua alta comisionada de la ONU: "La ausencia de derechos humanos fundamentales que sufren millones de personas sumidas en la más absoluta pobreza surge de las estructuras profundas de muchas sociedades, que sistemáticamente dividen a ricos y pobres, poderosos e impotentes. De hecho, más de la mitad de la población mundial vive en entornos carentes de leyes reconocidas y aplicables, sin medios jurídicos eficaces para proteger a sus familias, viviendas u otras posesiones."
Que yo sepa, solamente en Oaxaca hay un programa social en áreas rurales para inscribir a los pobladores en el registro civil. El artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño declara que "el niño será inscrito inmediatamente, después del nacimiento y desde ese momento tendrá derecho a un nombre".
Me llamo León García Soler, soy mexicano.