Usted está aquí: lunes 4 de junio de 2007 Política México importa sólo maíz transgénico; en EU se utiliza para consumo animal

El libre mercado para el grano sólo agilizará exportaciones de estadunidenses

México importa sólo maíz transgénico; en EU se utiliza para consumo animal

Japón es el único comprador que exige que el producto no sea modificado

ANGELICA ENCISO L.

Ampliar la imagen Datos oficiales indican que 60% de la producción de maíz en Estados Unidos es transgénico; ese país siembra pocas cantidades de grano convencional sólo para consumo humano Datos oficiales indican que 60% de la producción de maíz en Estados Unidos es transgénico; ese país siembra pocas cantidades de grano convencional sólo para consumo humano Foto: Archivo

Los importadores mexicanos de maíz amarillo sólo piden a Estados Unidos granos genéticamente modificados, pues de otro modo tendrían que pagar un sobreprecio de alrededor de 9.75 dólares por tonelada, por lo que los cargamentos que se exportan de Illinois a México son básicamente de productos genéticamente modificados, señalaron agricultores estadunidenses.

Sólo Japón exige que sus cargamentos de maíz estén totalmente libres de esos productos y por ello paga el sobreprecio. Detallaron que destinan pequeñas superficies para cultivo de maíz convencional, cuyas cosechas tienen como fin el mercado interno de consumo humano, y el resto es de transgénicos; datos oficiales indican que 60 por ciento de la producción total de Estados Unidos es de grano modificado.

Si México quisiera adquirir maíz convencional, tendría que pedirlo explícitamente y pagar el sobreprecio de 9.75 dólares por tonelada, pero esto nunca lo han requerido los compradores, explicó Jeff Mauck, del centro de almacenamiento de grano Northern Crossing.

Explicó que a México se exportan transgénicos que ya han sido autorizados por este país, por lo que este centro no recibe variedades que no hayan sido avaladas por las autoridades mexicanas. Detalló que en este caso se encuentra una variedad de la empresa Syngenta que ya había sido sembrada por los productores de la zona, pero éstos dejaron de utilizarla porque sus cosechas no se podían exportar a México, su principal destino en el mercado externo.

Así, frente a la liberación del mercado de maíz que se dará el próximo año, en el contexto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), los productores estadunidenses estiman que esto sólo agilizará sus exportaciones, las cuales en ningún momento han tenido restricción, ya que los cupos establecidos durante 15 años para la protección de los agricultores mexicanos siempre fueron rebasados.

Al TLCAN lo ven como una opción menor, ya que ahora su objetivo es destinar una mayor parte de su producción a la generación de etanol. Las exportaciones solamente son una vía más de entre todas con las que los agricultores cuentan para colocar sus cosechas.

A pesar de la gran demanda de maíz, los altos precios del grano que se registraron los meses pasados no volverán a presentarse, ya que ello se debió al cambio en las políticas estadunidenses que se orientaron a las opciones renovables de energía en forma más intensa, pero en este momento ya se observa una disminución en las cotizaciones del grano, señaló Steve Daugherty, director de negocios de Biotecnología de Dupont.

Aunque los comercializadores de granos y las empresas de biotecnología estiman que no es viable la ampliación de la superficie cultivada de maíz en este estado, las tierras destinadas a esta producción crecieron 15 por ciento, "hay más oportunidades de exportar y ahora la competencia es con las plantas de etanol", señaló Jeff Mauck.

Altos subsidios

Con la liberación del TLCAN en 2008, lo único que "se espera es que el mercado sea más fluido, aunque si hay poca oferta del grano en Estados Unidos quizá las perspectivas de exportación no sean buenas", agregó Mauck, durante un recorrido por el centro de almacenamiento.

Este centro tiene capacidad para almacenar dos trenes con 110 carros unitarios, cada uno con capacidad para 11 mil 128 toneladas, una tercera parte de lo que se destina a México, y el resto es para consumo animal en Estados Unidos. Explicó que si los agricultores quieren producir maíz blanco deben realizar convenios previos, y en ellos se establece un margen de ganancia adicional de 1 o 2 por ciento, debido a que el productor debe tener un incentivo, debido a que los rendimientos son menores.

En el condado de Logan para que un productor pueda vivir únicamente de sus cosechas debe contar con alrededor de 730 hectáreas, indicó John Adams, productor de soya y maíz, quien prevé aumentar la superficie cultivada con este último grano ante el alza que registraron los precios internacionales el año pasado.

Recordó que cuando comenzó a sembrar materiales transgénicos utilizó la semilla de soya round up, pero obtenía escasos beneficios, por lo que cambió a la convencional, pero los rendimientos también fueron bajos; la ventaja, precisó, era que podía obtener un sobreprecio de 50 centavos de dólar, y al subir el costo de los plaguicidas volvió al cultivo de soya transgénica.

De pie, a espaldas de las tierras de su propiedad, comentó que utiliza el maíz round up contra el gusano de raíz y el BT, lo cual le ha aportado un incremento en los rendimientos, y para evitar que los insectos se vuelvan tolerantes al producto transgénico estableció un área denominada de refugio, donde cultiva grano tradicional y ahí se alimentan los bichos, con el objetivo de que no se adapten a las nuevas tecnologías.

Explicó que utiliza un paquete de tecnologías transgénicas con un costo de 200 dólares la bolsa, contra los 86 dólares que valen las semillas tradicionales, y atacan al gusano de la raíz, el maíz BT y el round up. A un lado de su casa está la bodega donde almacena el grano.

Aseguró que aunque la gustaría comercializar directamente sus cosechas, es un paso que difícilmente se podrá dar porque ya hay un sistema establecido. Manda su producción a un centro de almacenamiento local y de ahí se exporta; la mayor parte de la comercialización la realizan trasnacionales como ADM y Cargill.

Respecto del total de los costos de producción, estimó que "son iguales, entre el maíz convencional y el transgénico; con éste se cultiva alrededor de hectárea y media con una bolsa de semilla, pero se hacen ahorros en herbicidas e insecticidas". Asegura que generalmente "la industria semillera infla los ahorros que presuntamente se generan; los costos son muy altos".

Frente al señalamiento que hacen productores de países como México, de que los granjeros estadunidenses reciben altos subsidios en comparación con los que se otorgan en otras naciones, Adams detalló que obtienen del fisco el pago de un derecho para la plantación de maíz y soya, les dan unos 49 dólares por hectárea, y si el precio internacional es bajo, también reciben un apoyo. Con las 390 hectáreas que posee obtiene en total alrededor de mil dólares en subsidios.

Detalló que en promedio un productor en este condado tiene 485 hectáreas, con lo que obtiene una ganancia de 60 mil dólares al año, mientras que en una superficie menor, de unas 323 hectáreas, el productor necesita el apoyo de toda su familia para vivir, y la autosuficiencia se logra con unas 728 hectáreas.

A su vez, Tim Seifert, granjero del condado de Auburn, tercera generación de jornaleros de su familia, dijo que desde hace 10 años utiliza semillas de Monsanto; indicó que el cultivo de maíz blanco es mínimo, destina alrededor de 150 hectáreas a esa siembra y lo vende al mercado de Chicago, donde se utiliza para tortillas y totopos para consumo humano.

Este grano obtiene un sobreprecio que compensa los riesgos de producción y también los bajos rendimientos; actualmente el pago extra es de 19.50 dólares por tonelada, adicionales a lo que establece para el maíz amarillo la Bolsa de Chicago.

 
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