Bajo la lupa
Rusia: (re)clama un "nuevo orden financiero global"
Ampliar la imagen El abordaje de Tony Blair "parece desequilibrado y exagerado", ya que la "transición de Rusia a una economía de mercado ha sido exitosa", criticó el mandamás de Barclay Capital, Hans Jôrg Rudloff Foto: Reuters
Más tardaron los estrategas chinos en sopesar las "consecuencias" de la "restauración del equilibrio mundial" -derivada del posicionamiento ruso con sus dos nuevos misiles de ensueño (ver Bajo la Lupa, 10.06.07)-, que Vlady Putin en iniciar su implementación durante una relevante conferencia ante magnas trasnacionales en San Petersburgo, donde reclamó la instalación de un "nuevo orden financiero (sic) mundial", según reportan Neil Buckley (NB) y Catherine Belton (CB) de The Financial Times (10.06.07).
Está bien que en su crepúsculo gubernamental Clinton y su secretario del Tesoro, Robert Rubin (anterior jerarca durante un cuarto de siglo de Goldman Sachs, el banco estadunidense de inversiones más importante del mundo), se hayan atrevido muy a destiempo a solicitar una "nueva arquitectura financiera global", que cayó en los oídos sordos de la banca unilateralista de Nueva York. Pero la osadía rebasa lo permisible cuando un ruso de raza eslava en forma desparpajada exige un "nuevo orden financiero global" y penetra las entrañas del feudo inexpugnable de la banca israelí-anglosajona.
Curiosamente fue Daddy Bush quien había adelantado la necesidad imperativa de un "nuevo orden financiero mundial", anclado en materias primas estratégicas como petróleo, uranio, oro y hasta el trigo.
La llegada de Clinton -impuesto por la banca de Nueva York para implementar el experimento bestial de la globalización financiera (como expusimos en su momento y como el gran analista William Pfaff acaba de exhumar en su página, 02.06.07)- pospuso una reforma imperativa que hubiera evitado tanta demencia ulterior y que llevó a su paroxismo el unilateralismo insolente e insolvente de los neoconservadores straussianos, quienes secuestraron, al unísono del grupo bélico de los Vulcanos, a Baby Bush, quien ni sabe qué acontece en su rededor.
Pareciera que existió una perfecta sincronización antes, durante y después de la cumbre caótica del G-8 en Heiligendamm, entre los movimientos estratégicos de Rusia, la superpotencia nuclear y energética resucitada entre los muertos, y China, superpotencia geoeconómica y primer lugar de reservas de divisas en el mundo.
En vísperas de la cumbre de Heiligendamm, Rusia prueba exitosamente sus dos nuevos tipos de misiles cinco días después del fracaso estrepitoso de un interceptor de EU (que forma parte del diseño fantasioso de la guerra de las galaxias). Inmediatamente después al cierre de la cumbre del G-8 (más cosmética que sustanciosa en sus resultados), China anuncia la apertura del mercado de oro (además de la plata y el platino) en la plaza de Shanghai, en paralelo al lanzamiento de bonos renminbi en la plaza de Hong Kong (Xinhua, 08.06.07), lo que, a nuestro juicio, prefigura el epitafio de la unipolaridad del dólar estadunidense y obliga a replantear la viabilidad de un nuevo Bretton Woods y/o la reforma profunda del putrefacto sistema financiero mundial que sucumbió al unilateralismo estadunidense y desequilibró al planeta con la experimentación fallida de la desregulada globalización financiera neofeudal al borde del estallido bursátil generalizado.
Dos días después al anuncio de la apertura del mercado de oro en Shanghai, Vlady, uncido como el zar geoenergético global por Bajo la Lupa, reclamó una "radical evaluación" de las instituciones financieras y comerciales del mundo, ya que el presente modelo se había vuelto "arcaico, antidemocrático y grotesco". Totalmente de acuerdo.
A juicio de NB y CB, "el desafío al dominio occidental del orden económico mundial" viene después de la "reciente campaña agresiva" de Putin "contra el unilateralismo de EU en su política exterior", y fue proferido en un foro económico en San Petersburgo ante 6 mil delegados, entre quienes se encontraban los jerarcas de trasnacionales de la talla de Deutsche Bank, BP, Royal Dutch Shell, Nestlé, Chevron, Siemens y Coca Cola.
En forma notable, el zar Vlady recalcó que "hace 50 años, 60 por ciento del PIB mundial provenía del G-7. Hoy, 60 por ciento del PIB mundial proviene fuera del G-7", en particular, de los países emergentes: "Los intereses de un estable desarrollo económico serían mejor servidos con una nueva arquitectura (sic) de relaciones económicas internacionales basadas en la confianza y la integración mutuamente benéfica". Se pronunció también por la pluralidad de "varias divisas" en conjunción con "varios centros financieros" (Houston Chronicle, 11.06.07), además de "instituciones regionales euroasiáticas de libre comercio" (Le Monde, 10.6.07). ¡Esto va en serio!
A los estrategas rusos les disgusta el acrónimo BRIC que incorpora al gigante brasileño (quizá porque lo desconozcan o lo consideren perdido en las tramas anglosajonas), pero el zar geoenergético global se refería al vigoroso ascenso irresistible de la economía de su país (gracias al petróleo), junto con China e India.
Llama poderosamente la atención que, pese al deterioro reciente entre Rusia y la dupla anglosajona, se hayan firmado contratos por más de 13 mil 500 millones de dólares durante la conferencia que incluyó la compra de aviones Boeing (de EU) por Aeroflot (de Rusia).
Los ejecutivos de las trasnacionales anglosajones fueron muy severos con el saliente primer ministro Tony Blair. El mandamás de Barclay Capital, Hans Jôrg Rudloff (HJR), fustigó que el abordaje de Blair "parece desequilibrado y exagerado", ya que la "transición de Rusia a una economía de mercado ha sido exitosa". A HJR tampoco le asustan las recientes nacionalizaciones de los sectores estratégicos de Rusia que son similares a como opera la OCDE.
Otros prominentes empresarios británicos expusieron una postura diferente a Blair, a quien, por cierto, nada menos que lord Rees-Mogg, considerado portavoz oficioso de la reina de Inglaterra, vaticinó su probable "extradición" por sus fechorías en la Cámara de los Lores (The Times, 11.6.07), sin contar sus tribulaciones pestilentes en los sobornos de la venta de armas de BAE a Arabia Saudita: el "escándalo Yamamah" ("paloma"), que apenas empieza a tomar vuelo.
El zar Vlady arremetió contra los organismos internacionales que "no están realizando un buen trabajo y no regulan (¡supersic!) las relaciones económicas globales". Luego lanzó la palabra prohibida: "regulación", anatema para los poseídos globalizadores, promotores de la desregulación que desquició la armonía planetaria.
Superdotado con sus nuevos misiles, el zar ruso fustigó que el viejo orden financiero global "se encontraba muy lejos de reconocer el equilibrio de poder existente". Y es cierto. ¿Cómo puede ser que un país ultradiminuto como Georgia (con todo el debido respeto que nos merecen proporcionalmente sus excelentes vinos y su singular posición geopolítica), azuzado por los unilateralistas neoconservadores straussianos, sea capaz de impedir con su veto el acceso de Rusia, una superpotencia multidimensional, a la disfuncional OMC de 150 miembros?
Lo real es que Rusia y China pasaron a la contraofensiva geofinanciera como reflejo del despliegue de la incipiente multipolaridad y del proceso de desglobalización.