Las víctimas pueden ser excluidas socialmente, advierten expertos
Crece la práctica del bullying o agresión física y sicológica en escuelas del país
Ampliar la imagen Los adolescentes que llevan a cabo el bullying contra sus compañeros se detienen hasta que provocan daño a sus víctimas, advierten expertos. La imagen, en la secundaria República Francesa Foto: Luis Humberto González
Especialistas del Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social (IIPCS) advirtieron que entre la población escolar adolescente del país se presenta de forma creciente la práctica del bullying, que consiste en agresiones físicas y sicológicas que pueden excluir socialmente a los afectados.
Aunque se desconoce la dimensión social de este trastorno, "porque es un tema nuevo y difícil de descubrir", en los centros educativos públicos y privados, especialistas en sicología están detectando un número importante de casos en que "cada vez más se nota mayor descontrol en la agresión e impulsividad de los jóvenes", quienes sólo se detienen cuando logran lastimar a su víctima.
Adriana González Padilla, coordinadora de divulgación del organismo privado, explicó que el bullying entre jóvenes es una práctica que se vuelve frecuente en los niveles de secundarias y preparatorias públicas o privadas de México.
"Puede decirse que las víctimas de acoso escolar o bullying no son culpables de sufrir estas agresiones, pero muchas veces adolecen de falta de habilidades sociales y sicológicas, hecho que les impide defenderse. Esta actitud puede provocar reacciones negativas y agresivas por parte de los acosadores", refirió la especialista en sicoterapia infantil y de adolescentes.
En el entorno escolar -agregó- se presentan dos tipos de bullying: el directo, que es la forma más común entre los niños y adolescentes, y que se traduce en peleas, agresiones físicas e incluso palizas, y el indirecto o sicológico, que se caracteriza por pretender el aislamiento social del agredido, mediante la propagación de difamaciones, amenazas o críticas que aluden a rasgos o limitaciones físicas, además del chantaje.
Destacó que el problema se agrava porque muchos niños y adolescentes que sufren acoso escolar no lo cuentan a los adultos con los que conviven, como sus padres o sus profesores. No obstante, hay características bien definidas para detectar el problema, puntualizó.
Entre los síntomas que presentan los agredidos -destacó- se encuentra que son personas deprimidas o tristes, se muestran agresivos con sus padres o maestros, bajan el promedio de sus calificaciones y pretextan diversos argumentos para no asistir a clases.
Además, las víctimas comienzan a perder bienes materiales, sin justificación alguna, o piden más dinero, para cubrir chantajes del agresor.
En los casos más severos -advirtió- presentan moretones o agresiones evidentes en la cara y el cuerpo.