Cientos se congregaron en la Basílica para despedir al cantante zacatecano
Lluvia de aplausos en la última función de Antonio Aguilar
El también actor y productor trabajó al lado de Pedro Infante y Dolores del Río, entre otros
Fue uno de los máximos exponentes del género ranchero, comparado con Jorge Negrete
Ampliar la imagen Aspecto del funeral del cantante zacatecano en la Basílica Foto: Yazmín Ortega
Al filo de la medianoche del pasado lunes, a los 88 años de edad, falleció Antonio Aguilar, el último charro del cine mexicano.
El popular actor y cantante había ingresado al hospital hace dos semanas por un cuadro severo de neumonía. Al final, el deterioro generalizado de sus órganos fue mermando su salud. La agonía fue larga, aunque su fortaleza física lo mantuvo vivo (no fumaba ni ingería alcohol). Ayer, en un comunicado, la familia agradeció las muestras de cariño hacia el cantante, a quien se le dedicó una misa de cuerpo presente, oficiada por el cardenal Norberto Rivera, en la Basílica de Guadalupe.
El nombre completo del fallecido fue Pascual Antonio Aguilar Barraza, quien nació un 17 de mayo de 1919, en Zacatecas. Fue cantante, actor, productor de cine y guionista. Estudió canto y arte dramático en Los Angeles. En 1945 llegó a la ciudad de México, donde continuó con sus estudios artístico-musicales y perfeccionó su voz con clases de canto.
Su primera oportunidad importante, después de tocar puertas, llegó en 1952 cuando participó en El casto Susano. En 1956, obtuvo su primer estelar en Tierra de hombres; a partir de entonces actuó en un sinfín de comedias rancheras, donde interpretó reiteradamente personajes populares o históricos, como Heraclio Bernal, Emiliano Zapata, Felipe Carrillo y Lucio Vázquez.
En el género ranchero fue uno de los máximos exponentes y se le comparó con figuras como José Alfredo Jiménez, Javier Solís y Jorge Negrete. Destacó en la interpretación de canciones de la Revolución Mexicana y otras de fuerte inspiración popular, lo cual le valió la fama internacional.
Algunas de sus composiciones más famosas son Ay, Chabela, El aventurero y Caballo de patas blancas, entre muchas otras. Su figura siempre estará asociada con los caballos, mientras que gran parte de su fama se debe a las múltiples presentaciones de espectáculos ecuestres, donde lo acompañaban su esposa e hijos.
Algunas de las cintas más populares en las que participó fueron La cama de piedra (1957), La cucaracha (1958), Ahí vienen los Argumedo (1961), Los hermanos Del Hierro (1961), El alazán y el rosillo (1964), Peregrina. El asesinato de Carrillo Puerto (1973), Albur de amor (1979) y Astucia (1985).
Como argumentista o guionista trabajó en Emiliano Zapata (1970), Los marcados (1970), La muerte de Pancho Villa (1973), Simón Blanco (1974), El rey (1975), La muerte de un gallero (1977), Mi caballo El Cantador (1977), Albur de amor (1979) y Contrabando y muerte (1984).
Como productor, se pueden citar las películas El ojo de vidrio (1967), Volver, volver (1975), Benjamín Argumedo. El rebelde (1978), Los triunfadores (1978), Los gemelos alborotados (1981), Noche de carnaval (1981), El tonto que hacía milagros (1982), Lamberto Quintero (1987), Triste recuerdo (1990) y La güera Chabela (Jesús Cadenas, 1992).
Actuó con luminarias, como John Wayne, Rock Hudson, Jan-Michael Vincent, Pedro Armendáriz, Emilio Fernández, Bruce Cabot, Dolores del Río y María Félix.
Fue a Hollywood a estudiar canto, de 1940 a 1941, y cuando empezó a trabajar en Tijuana ganaba 12 dólares por semana. Regresó a la ciudad de México en 1945 y desde entonces siguió estudiando canto, de manera que podía interpretar tanto el género popular como el operístico.
Del bachiller Alvaro Gálvez recibió la oportunidad para cantar en la XEW, en julio de 1950, y a partir de entonces despuntó como estrella. En los inicios de la televisión, para el Canal 2 hizo el programa Música a bordo.
Durante 2005, Antonio Aguilar realizó una gira de despedida de los escenarios.
El recorrido
El cortejo que acompañó al artista salió a la una y media de la tarde de la funeraria Gayosso Félix Cuevas, donde desde la mañana el pueblo -que nunca falta a la cita con sus ídolos- le cantó algunos temas que hizo famosos, como Tristes recuerdos, Gabino Barrera, Lucio Vázquez y la infaltable Puño de tierra, que se sobredimensionó, dado el momento.
A gritos, algunas personas pedían ver "a Toño", lo cual fue imposible, pues la familia había dado orden de que nadie tuviera acceso, informó el gerente de la funeraria, Iván Basurto. La ausencia de personajes famosos en el sitio se hizo notar, pero el pueblo -integrado por los que no son notables- le dio un adiós entre pocas coronas fúnebres.
Luego, la familia informó que los restos de Aguilar serían trasladados al aeropuerto de Toluca, para ser llevados a su natal Zacatecas, cuyo gobierno, mediante un comunicado, expresó sus condolencias "por el fallecimiento de Antonio Aguilar Barraza, distinguido y reconocido actor zacatecano, gran difusor de nuestra cultura y floclor, cuyo amor y dedicación a su pueblo a través de su arte le ha valido el reconocimiento y admiración de México y numerosos países".
A las 14:15 horas, ya casi lista para partir de la funeraria rumbo a La Villa, el presidente Felipe Calderón visitó a la familia Aguilar. El Ejecutivo entró, dio el pésame y salió. En una entrevista banquetera, expresó: "La muerte de Antonio Aguilar significa la pérdida de un hombre ejemplar, de un padre de familia, pero, sobre todo, de un gran mexicano. Tuve la oportunidad de tratarlo de manera personal".
El cortejo salió del local de Félix Cuevas y tomó por Gabriel Mancera. Una larga hilera de vehículos siguió la carroza. En una camioneta blanca iban su viuda, Flor Silvestre, y sus hijos. Una lluvia pertinaz puso un tono dramático al recorrido. Por momentos se desataba el aguacero. La misa estaba fijada para las tres de la tarde, pero el tránsito se hizo pesado.
En la Basílica un gentío se iba acumulando. Frente a la puerta central, la 5, se colocó una valla en forma de rectángulo. Periodistas y pueblo no se movían para no perder su lugar.
Empujones, canciones, gritos y porras para el recién fallecido. A las 15:23 horas, un helicóptero sobrevolaba el llamado Atrio de América. "Ya viene; esa es la señal", comentaba una señora que portaba un mandil y bolsa de mandado.
La lluvia se hacía más fuerte. Muchos se mojaron, pero no se movían de su sitio. El agua escurría por la nariz, los hilillos de pelo y la barbilla. Varios se cubrían con una capa de diez pesos y los más precavidos, con un paraguas.
El templo estaba lleno y era imposible llegar al frente. La estatua de Juan Pablo II era un testigo de metal.
15:34: El caos. Llega el cortejo. Aplausos. Gritos. Canciones. Vivas. Los "no estás muerto, sólo te nos adelantaste". "¡Toño, Toño, Toño!". "¡Viva Zacatecas!" Una corredera para alcanzar buen lugar. Se escuchan las palabras del cardenal Norberto Rivera.
15:37: Una aplauso generalizado recibe al ataúd con los restos del famoso; es un largo adiós. El coro de los niños de la Basílica entona "mi alma va con el Señor", con sonido catedralicio, de piedra e incienso.
Recuerdo gráfico
Norberto Rivera recordó cuando "hace 40 años Antonio Aguilar y Flor Silvestre me visitaron en Zacatecas". En el ataúd, a los pies de la Guadalupana, la niña de Juan Diego; una foto de Antonio joven fue colocada en el féretro, en la que se le muestra vestido de charro y cantando, bravío.
Son los últimos minutos de Aguilar en el Distrito Federal. Llueve más y la basílica es un refugio.
Se escucha una melodía triste, salida del potente órgano.
A las 16:22 horas finaliza el acto religioso. Se suceden los aplausos, los últimos para el artista, quien pasó a otra función.
Lo cargan amigos y familiares. Pepe Aguilar ríe y llora también su madre, Flor. Sale del templo y el mariachi El Zacatecano pone la nota emotiva.
Se escucha Tristes recuerdos: "...espero que tú escuches esta canción..." y Albur de amor: "Yo, como creído, me equivoqué; triste es mi vida, joven querida y este albur yo lo jugué...". No hay llanto en los asistentes, pero sí el sentimiento de que se va a extrañar a Antonio Aguilar.
Se oye El puño de tierra, que en su sabiduría popular dice que todos, ricos y pobres, al final se van a llevar eso, un puño de tierra.
La melodía aún se cantaba en el atrio cuando la carroza se enfilaba ya por la Calzada de los Misterios.
La familia Aguilar se dirigió con rumbo al aeropuerto de Toluca, para volar hacia Zacatecas, donde el gobierno local anunció que se velaría al ídolo en el teatro Fernando Calderón, con las puertas abiertas para todos los que quieran asisitir.