Un soldado inca fue muerto con un arcabuz español, en una batalla, en 1536
Hallan a la primera víctima por arma de fuego en América
Ubican 72 esqueletos que no habían sido enterrados ritualmente cerca de la capital peruana
Evidencias de hierro en los huesos del cadáver, revela examen de microscopio electrónico
Un cráneo perforado ha permitido descubrir a la primera víctima de un disparo letal en América: perteneció a un soldado inca muerto por un conquistador español en 1536.
Con auxilio de un poderoso microscopio de electrones, arqueólogos han encontrado una prueba inequívoca de que el hombre recibió un tiro en la cabeza con un arcabuz, mosquete primitivo que se usó en el siglo XVI.
Fragmentos microscópicos de hierro incrustados en el hueso indican que la bala realizó dos limpias perforaciones, de entrada y salida, y que dio muerte al soldado durante el famoso sitio de Lima, en 1536, cuando los españoles acorralaron a los incas en su bastión.
El cráneo perteneció a uno de 72 cuerpos encontrados en una ladera a las afueras de la capital peruana, los cuales fueron enterrados sin el ceremonial inca. Por ejemplo, no estaban envueltos ritualmente en tela ni fueron sepultados en cuclillas de cara al oriente, con la esperanza de que renacerían al alba.
Para los científicos, encabezados por Guillermo Cock, del Instituto Nacional de Cultura de Perú, esto indica que fueron enterrados de prisa. Los esqueletos mostraban huellas de heridas marcadas.
"Los enterraron en forma extraña. No estaban vueltos hacia la dirección donde se acostumbraba, los amarraron o envolvieron de prisa en paños simples; no había ofrendas y los sepultaron casi a ras de suelo", dijo Cock.
"Algunos cuerpos muestran signos de terrible violencia. Fueron mutilados, despedazados, empalados; estas heridas parecen haber sido causadas por armas de hierro, pero varios tenían lesiones en la cara y la cabeza, que al parecer fueron infligidas por armas de fuego", explicó.
Cerca del cráneo se encontró un trozo de hueso con un orificio de entrada y otro de salida; los científicos supusieron que se trataba de un fragmento atravesado por una bala. Al examinarlo al microscopio de electrones, descubrieron que los bordes de los orificios y todo el pedazo estaban impregnados de hierro, metal con el que a menudo se fabricaban las balas de arcabuz españolas.
"Esto es prueba concluyente de que la persona murió de un balazo, y es la primera víctima de un arma de fuego que se identifica en América", expresó Cock.
Huella de movimiento
Además, un análisis del fragmento de hueso mostró una impresión cóncava distintiva, que debió de ser creada por una bala de mosquete que se movía a una velocidad relativamente lenta. Eso permitió a los científicos descartar la posibilidad de que la herida fuera causada mucho después de la muerte por alguien que disparara al cráneo con un arma moderna.
Cock cree que los esqueletos pertenecen a personas atrapadas en el combate entre españoles e incas durante el sitio de 1536, cuando los indígenas se sublevaron contra los conquistadores, encabezados por Francisco Pizarro.
Los 72 esqueletos fueron sepultados de prisa porque los incas se batían en retirada de los españoles, quienes contaban con la ventaja militar de armas de fuego, espadas de acero y caballos, expresa el estudio, financiado por la Nacional Geographic Society.
Entre los muertos había mujeres y niños adolescentes, que probablemente daban apoyo a los combatientes. Muchos mostraban signos de haber sido ultimados a golpes con armas de piedra, lo que revela que los españoles contaron con el apoyo de indígenas que se rebelaron contra sus antiguos amos.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya